Las horas (2002), de Stephen Daldry

El film no puede calificarse de biopic de Virginia Woolf, pues apenas se ofrecen unas pinceladas de su vida dentro de una historia más amplia. Woolf nació en Londres en 1882 e, influida por la lectura de Marcel Proust y James Joyce, se la considera una de las renovadoras de la novela moderna. Perteneciente al grupo de Bloomsbury, se aleja de modos tradicionales de narrar, centrados en una historia bien delimitada, y se fija sobre todo en la psicología de los personajes, su modo de pensar, sus sensaciones. Entre sus obras más conocidas, además de 'La señora Dalloway' destacan 'Al faro', 'El cuarto de Jacob', 'Las olas', 'Orlando' y 'Una habitación propia'.

Las horas conecta con cierta sensibilidad contemporánea, de personas insatisfechas que desean vivir la vida intensamente sin saber bien cómo. Así, dominan las lágrimas contenidas, los silencios, la soledad de fondo. Las alegrías sencillas, como un ramo de flores o una mañana recién lavada, o el ajetreo de los preparativos de una fiesta, no impiden la amargura; en esa su vida ordinaria falta lo más importante: el sentido. Sin lugar para la moral o la trascendencia, existen sólo los dictados del corazón, la idea de sacar a la vida, entre tinieblas, todo su jugo. Tales planteamientos llegan a Laura y Clarissa por influencia de Virginia Woolf, cuya literatura se revela vigente en su caso, a la hora de afianzar el invierno de su descontento, un vitalismo que se revela estéril. Tanto que puede conducir a designios suicidas: así, las imágenes con que arranca el film, de Woolf hundiéndose en el río, planean sobre las tres historias.