Crítica de “La verdad”: Catherine Deneuve y Juliette Binoche, dos actrices entre la realidad y la ficción ★★★★✩

Director y guión: Hirokazu Kore-eda. Intérpretes: Catherine Deneuve, Juliette Binoche, Ethan Hawke, Clémentine Grenier. Francia-Japón, 2019. Duración: 106 minutos. Comedia dramática.

En ocasiones, la obra del director Hirokazu Kore-eda es un auténtico trampantojo. Con la etiqueta de sucesor oficial de Ozu colgando en la solapa, el cineasta japonés se ha convertido casi en un lugar común, el nuevo geómetra de la institución familiar en una sociedad que todavía no ha sabido acondicionar el respeto por las tradiciones al vertiginoso ritmo de la velocidad a la que se destruyen en este mundo de locos. A lo mejor no habíamos sabido ver que Kore-eda piensa que toda familia es una ficción que nos creamos para navegar contra viento y marea; que, en definitiva, hay que aprender a vivir con las mentiras que nos cuentan los otros hasta hacerlas nuestras, hasta convertirlas en algo tan auténtico como la propia verdad. Precisamente por eso, cuando Fabienne (una extraordinaria Catherine Deneuve, tan cerca de sí misma que llega a asustar) escribe falsedades sobre su vida como madre lo hace con la serenidad de espíritu de quien las utiliza para salvarse y, en cierto modo, salvar también a los que más quiere, acercándose peligrosamente al culpable de la producción «El tercer asesinato», incomprendido thriller rashomoniano de Kore-eda con el que esta «La verdad» se hermana en espíritu. No hay que dejarse engañar por la presunta ligereza de la primera película que Kore-eda rueda fuera de Japón. En esta familia disfuncional, liderada por una diva de la interpretación que recibe la visita de su hija guionista (Juliette Binoche, que se deja eclipsar por su compañera de reparto), el marido de esta, actor de segunda (Ethan Hawke), y su nieta, los protagonistas son algo más que personajes, son puestas en abismo que se corresponden con la propia puesta en abismo que supone contemplar a dos grandes estrellas femeninas del cine del país vecino, haciendo circular sus emociones sobre el oficio de ser otra siendo fieles a sí mismas, y a la puesta en abismo del relato, que se duplica en el rodaje de una película de ciencia-ficción durante el que Fabienne tiene que enfrentarse al paso del tiempo, a la idea de la pérdida y de la muerte. Suena mucho más complicado de lo que resulta en pantalla, y ahí radica la fuerza secreta de esta película: la de apostar por una transparencia que falsea su profundidad, que lo coloca todo en un primer plano donde la alta comedia y el melodrama familiar se alían para esconder una reflexión sobre la importancia de la ficción en la construcción de una identidad social que empieza en ese lugar del que todos queremos escapar y al que todos acabamos acudiendo para refugiarnos.