Serie Cien años de soledad: Las entrañas de Macondo en el pueblo que construyó Netflix
El Heraldo
Un equipo conformado por unas 450 personas le ha dado forma a las cuatro versiones de Macondo y la Casa Buendía. Cortesía Netflix
Sociedad

Las entrañas de Macondo en ‘Cien años de soledad’

EL HERALDO se adentró en el rodaje de la esperada serie de Netflix que se graba en una hacienda del Tolima. Aquí los detalles de ese lugar construido para la ocasión y lo que es la majestuosa casa de los Buendía.

El coronel Aureliano Buendía, aún frente al pelotón de fusilamiento, no olvidó aquella tarde remota cuando conoció el hielo en Macondo y quien escribe tampoco olvidará lo que fue recorrer las calles de ese mismo pueblo que construyó Netflix para la grabación de la esperada serie Cien años de soledad, basada en la obra magna de Gabriel García Márquez.

En una asombrosa hacienda de nombre Arizona, ubicada en el municipio de Alvarado, Tolima, en un terreno de unos 520 mil metros cuadrados el realismo mágico se hizo realidad. No era el Caribe, pero se sentía como tal. Un sol inclemente al mediodía. El calor acecha como si no hubiera un mañana.

Allí, en medio de ese monstruoso lugar se construyó Macondo. Desde cero. Manos colombianas haciendo magia, o arte, o bien sea dicho honrando la creación de Gabo. Cuatro versiones de este pueblo se construyeron para albergar esta historia.

EL HERALDO recorrió las calles, callejones, el bar de Catarino, el colegio, la oficina del corregidor Apolinar Moscote, todo en un viaje al pasado en el que pareciera que el tiempo no hubiera pasado, todo estaba allí, intacto.

“Todas las calles están nombradas en honor a las mujeres más importantes para la familia más cercana de Gabriel García Márquez”, dice la diseñadora de producción, Bárbara Enríquez, mientras nos guía por las arenosas calles de Macondo.

Es así como pasamos por la Calle Margot, nombrada en honor a su hermana. Además, mientras el pueblo crece se homenajea a su abuelo con la Calle Papalelo, como lo llamaba Gabo. Es así como la famosa Calle de Los Turcos pasará a llamarse Calle Mercedes en honor a su esposa. “Ella tiene una ascendencia sirio libanesa”, agrega Bárbara.

Pero una de las grandes preguntas es cuánto tardaron en construir. La obra de ingeniería civil comenzó en noviembre de 2022 y la de escenografía en enero de 2023 y continúa. Y es que este pueblo está construido con un montón de obras de ingeniería civil porque tenía que resistir al tiempo, a la intemperie y permanecer por lo menos dos años de pie. 
“Esto hace que tenga un montón de características que son más parecidas a una construcción real que a una construcción escenográfica. Es lo mejor de ambos mundos”, continuó Enríquez.

Cortesía Netflix
Una casa llena de magia

La famosa casa de los Buendía es un personaje más en Cien años de soledad. Las dinámicas de la familia se entienden gracias a este lugar de comunión, de convergencia. De amores y odios. De buenas y malas. Y ese fue el objetivo del equipo de diseño de producción en cabeza de la mexicana Bárbara Enríquez: la casa está viva.

Este es un proyecto que es a la vez obra civil, arquitectónica y escenográfica. Partió con la adecuación de un terreno en el que se construyó una placa de 3.000 metros cuadrados para posteriormente levantar una estructura del tamaño de una quinta construida en 12 semanas. 

En cuanto a su decoración, casi todo el mobiliario proviene de anticuarios que conservaban piezas de la época y los elementos que la acompañan son de origen artesanal: tejidos, bejuco, talla de madera, totumos de almacenamiento y hornos de piedra, entre otros. 

Catalina Angulo Méndez, decoradora de la Casa Buendía, explicó en el recorrido que la casa es tratada como un personaje, una casa cargada emocionalmente que está muy bien cuidada en sus detalles y para ello estuvieron en La Guajira, Cartagena, Cali, Medellín y Cundinamarca visitando museos y anticuarios. 

“En estos viajes, aparte de la misión de conseguir un mobiliario original, también se dio la oportunidad de poder socializar con personas adultas que tienen un poco más de historia. El hecho de poder compartir esas vivencias nos dio muchas herramientas para poder llegar al resultado que hicimos todos en equipo”.

Es por ello que la mayoría de las piezas presentes en los sets han sido fabricadas directamente por artesanos de todo el país rescatando sus tradiciones ancestrales. Canastos, sombreros en iraca, mochilas, instrumentos musicales, hamacas, telas, esteras, chinchorros, entre otros, tienen su origen en comunidades indígenas como la Wayuu, Chimila y Kamsa, así como en manos artesanas de Ráquira, Nobsa, Sincelejo, San Jacinto, Lorica y Popayán. 

Es así como el barro de la casa, por ejemplo, como las macetas y ollas, son de Lorica, Córdoba. Toda la parte de hamacas son de La Guajira y toda la parte de tapetes son del Cesar.

Otra de las particularidades de esta casa es que tiene dos pisos, y aunque reconocen que en la novela de García Márquez esto nunca se menciona fue una decisión que se tomó para poder acomodar la gran cantidad de elementos como habitaciones y demás.

“Hicimos numerosas visitas a la casa de Aracataca para estudiarla y comprenderla, aunque, por supuesto, nuestra casa es considerablemente más grande. La celosía que adorna la cocina es una réplica de la de la casa original, y muchos otros detalles, como los techos y las ventanas del área de servicio, también se inspiraron en la arquitectura de la casa de Aracataca”, precisó Bárbara Enríquez.

Fachada de la casa de los Buendía en la serie. Cortesía Netflix
Una obra muy musical

El Caribe suena. Los caribeños somos musicales por naturaleza. Las notas melodiosas adornan la vida. Le dan sentido. Allí sucede el realismo mágico, en ese matrimonio entre el sol y las notas de la gaita, del acordeón, de eso que nos hace ser. Por consiguiente, la obra de Gabo es sonora. Ya lo ha dicho él que Cien años de soledad es un vallenato de 450 páginas.

Por ello, el argentino Álex García, uno de los directores de la serie, quien tiene un extenso bagaje musical al haber sido graduado de Berkley, puso el acento en que esta producción pudiera sonar a eso, al Macondo de García Márquez que es nuestro Caribe.

“Para mí, esta ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de este proyecto, ya que tengo una gran pasión por la música. En relación a esto, quiero destacar nuestra labor de investigación, donde contamos con un equipo de historiadores musicales del Caribe que nos brindaron clases sobre la historia del vallenato en la región, el surgimiento de la cumbia, los instrumentos utilizados en 1850 y la vida de los músicos en las rancherías de La Guajira”, dijo el director a EL HERALDO en un panel privado en Ibagué.

Y es que estas clases, cuenta García, fueron increíblemente detalladas y los sumergieron en la rica y diversa cultura del Caribe colombiano. Por ello es fascinante ver cómo la música evoluciona con la llegada de la electricidad y los automóviles, adoptando influencias europeas basadas en clases sociales. 

“La introducción de instrumentos como la pianola, el bandoneón y el acordeón transformó completamente el panorama musical. La música desempeña un papel fundamental en la serie, y contamos con compositores colombianos que se encargan de crear la banda sonora”, añadió.

La hacienda Arizona cuenta con un terreno de unos 520 mil metros cuadrados. Cortesía Netflix
Una obra tallada con manos colombianas

Más de 200 manos de expertos en patrimonio, botánica, ingenieros, carpinteros, metalmecánicos, escultores, pintores escénicos, diseñadores gráficos, arquitectos y herreros de todos los rincones del país le han dado vida a más de 90 construcciones entre fachadas y sets en exteriores e interiores que hacen parte de Macondo. La estructura está construida en hierro con un recubrimiento en cascarilla de arroz y un pegamento a base de agua y jabón, sobre una malla venada metálica. Algunos espacios dentro del pueblo cuentan con carácter especial de personajes como la Casa Buendía, la plaza del pueblo, la iglesia, el hotel, o la tienda de Catarino.

Todos ellos pasan por múltiples transformaciones y adecuaciones que exigen la narrativa y el guión. Arley Garzón, diseñador de escenografía, comentó: “El 80 % de todo el mobiliario que ven en la Casa Buendía y en Macondo son 100 % originales y restaurados, el otro 20 % son réplicas construidas por nuestros carpinteros y ebanistas en cocreación con nuestro equipo de diseño”.

Vista aérea de la hacienda donde está construido Macondo. Cortesía
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