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La historia no contada

 

  • Título: Conquistadores e indios. La historia no contada
  • Autor: Carl Henrik Langebaek
  • Naturaleza: Historia, tema de debate
  • Editorial:Penguin Random House, Grupo Editorial

La Conquista es la etapa de la invasión española sobre las tierras del recién descubierto continente que pronto terminaría por llamarse América. Algunos historiadores (explica Langebaek) consideran que esa etapa, brutal y despiadada por la forma como se llevó a cabo, terminó a mediados del siglo XVI, para dar paso a la llamada etapa de la Colonización, que terminaría con la Guerra de Independencia, y cuya característica habría sido el establecimiento de un sistema de gobierno sobre las tierras ya conquistadas, dentro del cual la figura de la encomienda fue una herramienta fundamental.

No obstante, la tesis del libro aquí comentado es que, si bien y ya para finales del siglo XVI, por una parte los territorios conquistados por España hasta ese momento entraban a una etapa de gobierno basado en la consideración de que la población indígena estaba conformada por seres poseedores de alma humana, susceptibles de ser cristianizados, en  la práctica el sistema despiadado y depredador de conquista, tanto dentro de los territorios ya sometidos por las armas como en los que aún no lo estaban, seguía siendo una constante, incluso aun después de la Guerra de Independencia, aunque esta vez ya no por parte de los españoles sino por parte de las élites descendientes (los criollos), que habían pasado a ser los dueños de la naciente república. De esta forma, pone en duda la existencia de las sucesivas etapas antes indicadas: la etapa de la Conquista y la etapa de la Colonia, para sentar la tesis según la cual los dos sistemas siguieron coexistiendo a lo largo de nuestra historia.

La afirmación de Langebaek está sustentada en diversos y muy representativos hechos históricos, de acuerdo con los cuales los indios (o al menos parte de ellos) siguen siendo considerados, aun en el siglo XX, como salvajes, en la práctica sin ningún derecho, a los que hay que someter y cristianizar o civilizar (lo que para el caso es lo mismo). Uno de esos hechos, narrado por el autor, hace referencia a la expedición castrense llevada a cabo por Antonio Lafaurie en 1911, “… un militar a cargo de llevar la guerra del Estado colombiano en contra de los motilones” (Pag. 86), a solicitud de un sacerdote llamado Rafael Calderón (muerto en 1910), quien le había hecho la petición en 1901, interesado en cristianizar a los indios. Dicha expedición resultó ser un fracaso en un primer momento, pero fue reanudada en el 1913 por el mismo militar, quien esta vez la comenzó con un discurso patriotero muy poético a sus soldados (dice el autor), y que terminó siendo casi que calcada de las que hacían las huestes de los conquistadores del siglo XVI. Los resultados fueron más aislamiento y pérdida de tierras por parte de la tribu de los Motilones, no una transformación social hacia un mejor nivel de vida.

El otro hecho que el autor trae a cuento resulta ser aún mucho más trágico, no solo por la forma como se dieron las cosas sino por la época de los acontecimientos. Fue la llamada Masacre de la Rubiera, una finca en los Llanos Orientales en la que, luego de haber sido llevados con engaños con el ofrecimiento de un sancocho, dieciocho indígenas fueron asesinados “… uno a uno, sin consideración alguna, incluyendo niños”. Pero talvez lo más siniestro de esta masacre fueron las razones que dieron los asesinos para cometer este crimen: “Cuando luego se les preguntó por qué lo habían hecho aseguraron que no sabían que matar indios fuera malo” (Pág. 26). Todavía recuerdo que en una de sus declaraciones uno de los colonos comentaba que matar indios en los Llanos era algo tan normal como matar un chigüiro. Estábamos en el año 1967, ¡475 años después de haber sido descubierta América!

En su libro Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, Nota Indalecio Liévano Aguirre, quien fue un buen investigador sobre estos temas, tiene una visión más amable sobre la etapa del dominio español correspondiente al siglo XVI (el Siglo de Oro) y parte del siglo XVII, al calificarla como el establecimiento “… entre el Estado castellano y los pueblos nativos… (de) la formidable solidaridad de la justicia, más recia que la solidaridad derivada del idioma, las costumbres o la religión”, algo que no concuerda con las apreciaciones de Langebaek para este mismo período. Sin embargo, Liévano Aguirre sí se hace eco del cambio de políticas que se presentó con la llegada a España del “Despotismo Ilustrado” de la Casa Borbón, con la que las metas históricas de la Monarquía hacia sus colonias variaron para convertirse “… en una maquinaria burocrático sin alma, empeñada en hacer del Nuevo Mundo una mera factoría productora de utilidades para la Metrópili…”. Esta nueva realidad, lo señala Liévano Aguirre, tuvo la “… la tremenda eficacia perturbadora de los problemas no resueltos, este conflicto repercute todavía, con todas sus consecuencias, en nuestra época”.

Con este primer comentario queda abierta la puerta hacia una visión de lo que ha sido nuestra historia republicana basada en el libro Conquistadores e indios, con todas sus cosas buenas, malas, cuestionables y hasta trágicas dentro las cuales esta se ha desarrollado. Conocerlas nos ayuda a entender por qué somos lo que somos, por qué somos como somos y qué lecciones de ese pasado nos sirven para ser unos mejores seres humanos y proyectarnos hacia una mejor sociedad.

Nota:

Liévano Aguirre, Indalecio; Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, tomo I; Tercer Mundo Editores.

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Por Rubén Darío González Zapata
Nacido en la vereda La Lindaja
Corregimiento Alfonso López 
(San Gregorio)

 

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