Críticas de La ceremonia (1995) - FilmAffinity
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La ceremonia

Drama. Thriller Sophie, una mujer eficiente pero fría y calculadora, entra a trabajar como ama de llaves para la exigente señora Lelièvre. Un día, conoce a Jeanne, una empleada muy fisgona del servicio de Correos de Saint-Maló, y entre ambas se establece una relación muy especial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2007
65 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayor parte de las películas de Chabrol poseen la virtud de hacer preguntas incómodas sin proponer respuestas unilaterales. “La ceremonia” constituye una buena muestra de esta forma de hacer cine.

En ella, el aislamiento a que conduce la falta de oportunidades (una Sandrine Bonnaire condenada a la incomunicación por sus carencias educativas) se suma al resentimiento de clase (una Isabelle Huppert que encuentra en las diferencias sociales la justificación de su fracaso personal) y se arroja contra una familia acomodada cuyas buenas intenciones no la apartan de un cierto paternalismo. Chabrol consigue presentar el desenlace sin reservarse la última palabra ni mantener una equidistancia que sería injusta. La economía de medios empleados (un reducido número de personajes y de localizaciones, un rodaje sobrio incluso en los momentos climáticos) supone una lección más de dirección centrada en los contenidos y alejada de cualquier artificiosidad.

Mención especial merece todo el reparto. A la acostumbrada maestría interpretativa de la Huppert se suma una Sandrine Bonnaire más que convincente en un papel que se presta a excesos. Los secundarios, en perfecta sintonía.
Tono
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7 de enero de 2009
43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue la primera que vi de Chabrol, fue la primera vez que vi a Isabelle Huppert, a Sandrine Bonnaire, a Virginie Ledoyen… me enamoré de todas ellas (a Jacqueline Bisset ya la amaba).

La película se desarrolla de una forma pausada y sosegada, pero sin que en ningún momento dejen de percibirse una tensión y una incomodidad que finalmente estallan de forma terrible.

Qué puñeteritos pueden ser los personajes femeninos de Chabrol: aparentemente machacados y desvalidos... pero en realidad sobrados de recursos, energía, y llegado el caso, maldad.

Pocas veces he visto un suspense tan conseguido con tan parco argumento y tan frugales elementos: la angustia y los desvelos de Sandrine Bonnaire ante el terror de que se descubra su “secreto” son para quedarse sin uñas.

Otra de las cosas que para mí la hacen genial es que consigue que llegue a comprender e identificarme con personajes muy alejados de mí (¿a quién no le da pánico, en mayor o menor medida, que descubran sus carencias dejándolo en carne viva ante los demás?).

Una obra maestra para ver más de una vez y deleitarse con nuevos detalles a descubrir o a reinterpretar.
Sahar
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7 de septiembre de 2007
27 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante película de tensiones y gestos.
Desde el minuto uno, se palpa en el ambiente el temor y la desgracia que el maestro Chabrol sabe suministrar a cuentagotas hasta un final apoteósico. Una lucha constante de tensiones y envidias, de falsos profetas disfrazados de ordinarias dependientas de pueblo. Un manual de clases que brilla por su austeridad y concisión narrativa.
En fin, una obra de referencia que coloca a su director en la cumbre del (a veces) anodino cine francés.
Si la dirección es ejemplar y el guion perfecto, poco más se puede añadir de las dos protagonistas de la película: sublimes Sandrine Bonnaire e Isabelle Huppert, en, para mi, la mejor pareja femenina cinematográfica desde ¿Qué fue de Baby Jane?. Truculentas, maquiavélicas, impulsivas y espeluznantes, las actrices (y siento debilidad por la Huppert!) transmiten sensaciones con sólo plantarse ante la cámara.

En fin, una obra maestra sin igual a la altura de los mejores títulos franceses de siempre.
pablo
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25 de julio de 2017
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Chabrol goza de una carrera prolífica e irregular pero si algo tiene su cine, es una personalidad muy definida dentro de los cineastas surgidos de la “Nouvelle vague” y colaborador antes en la revista “Cahiers du Cinéma”. No ha entusiasmado como Truffaut o Godart, aunque se ha mantenido fiel a sus constantes, explorando la maldad humana, la fatalidad, el crimen y sus aspectos más morbosos, gran admirador de Hitchcock y Lang, en su cine abundan situaciones relacionadas con dichos maestros que tanto influyeron en su cine pero desde su perspectiva francesa. Sus películas se plantean como ataques a la burguesía, que aquí sacude con fuerza, y muy críticas con las instituciones, principalmente la familia. Siempre desvelando la sordidez de las apariencias.

En esta película, el director francés da protagonismo a las mujeres, unas féminas poderosas y devastadoras, inquietantes y fascinantes, decididamente perturbadoras, de una determinada estabilidad emocional o estatus social. Todo ello sembrado de pistas y detalles que desde el primer momento falsamente trivial, sugieren algo turbio y extraño que presagian un progresivo malestar, de futuras convulsiones que van a jalonar la trama. Catherine Leliévre (Jaqueline Bisset) es una madura mujer que dirige una galería de arte, últimamente no ha tenido suerte para encontrar una empleada de hogar que cuide su casa cuando está ausente. Pero tras contratar a Sophie (Sandrine Bonnaire) se siente aliviada por su diligencia, una chica retraida y misteriosa que pronto demostrará que no es tan apacible como parece.

La espoleta que despierta el pasado de Sophie lo provoca su amistad con Jeanne (Isabelle Hupper) una descarada y chafardera empleada de correos de turbio pasado. En su primera parte el cineasta se cuida y recrea minuciosamente la rutina de la familia Leliévre, su aburrimiento e inanidad, sus comidas esencia del espíritu de la burguesía de provincias. Pero lo más atractivo es cuando las amigas de clase obrera se cuentan sus oscuros asuntos del pasado. Es cuando se nos muestra al mejor Chabrol como sagaz observador, penetrante analista de comportamientos atípicos, también de mentes desequilibradas que perfilan una catarsis violenta. Chabrol no descuida sus guiños y anotaciones culturales: “El viaje al final de la noche” de Céline, la ópera “Don Giovanni” de Mozart, que preside la reunión familiar desde la televisión.

Tampoco olvida sus puyas a la televisión basura que Sophie contempla como hipnotizada con programas absurdos y desechables. El film gana intensidad con esa relación entre Sophie y Jeanne, son dos caracteres opuestos: la primera es reservada, tímida e introvertida; la segunda abierta, extrovertida y parlanchina. Ambas congenian y se convierten en cómplices, la primera es disléxica y analfabeta, huraña y resentida; la segunda está excluida del orden burgués, odia a Catherine ex actriz de cine, porque representa lo que a ella le hubiera gustado ser. En el fondo, es un ajuste de cuentas y de conciencia de clase a cargo de Chabrol. Su puesta en escena impecable su elegancia absoluta, su violencia es descarnada y expresiva, marca de la casa. La recomiendo para cualquier aficionado que quiera descubrir o admirar el buen cine, brillante e inteligente, gracias.
EL ALBATROS
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8 de junio de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la novela de la escritora británica Ruth Rendell: "A Judgment in Stone", con la actuación estelar de Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire y un buen elenco, que incluye a la elegante Jacqueline Bisset y al convincente Jean Pierre Cassel, en un cuidadoso desarrollo del director de la "nouvelle vague" francesa, que, como una "ola", crece y crece hasta un climax aterrador. Dos mujeres, interpretadas por aquellas actrices, una empleada de Correos y la otra personal doméstico en una casa burguesa y retirada, ellas con antecedentes apenas enunciados de criminalidad, se hacen íntimas amigas y dan rienda suelta a sus fobias y obsesiones en una orgía explosiva. Auténticas psicópatas, no sienten culpa, son autómatas inadaptadas de creciente monstruosidad, que liberan la enorme tensión de sus odios y miedos cuando, en la calma confortable de una vida burguesa, una familia entera de cuatro personas no sospecha lo que se avecina. Una obra de arte, orgullo del cine francés. Para ver y pensar. (Nótese que la película que se ve en la televisión es "Les noces rouges", del mismo Claude Chabrol, de 1973).
Leonel
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