El actor estadounidense Kevin Spacey, declarado inocente de nueve delitos sexuales contra cuatro hombres | Sociedad | EL PAÍS
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El actor estadounidense Kevin Spacey, declarado inocente de nueve delitos sexuales contra cuatro hombres

Un tribunal de Londres absuelve a la estrella de todas las acusaciones después de más de 12 horas de deliberación

El actor Kevin Spacey ha recibido este miércoles en un tribunal de Londres el mejor regalo de cumpleaños que podría desear, con una sentencia absolutoria de la cadena de acusaciones sexuales entre 2001 y 2013 denunciadas por cuatro hombres. Tras casi un mes de juicio, el intérprete estadounidense rompió a llorar después de escuchar que el jurado lo declaraba inocente de los nueve cargos que afrontaba, la mayoría, siete, de agresión sexual. Como colofón a un mediático proceso y sin apenas contener la emoción, el ganador de dos Oscar se llevó una mano hasta el pecho, miró a los doce miembros que lo acababan de exonerar y gesticuló con la boca hasta dos veces “gracias”.

Pese al inusitado interés, su comparecencia en el Tribunal de Magistrados de Southwark no era la primera vez en la que se sentaba en el banquillo de los acusados. Ya el año pasado había protagonizado un proceso similar en Nueva York, tras la denuncia por abuso a un menor de 14 años, pero el de la capital británica estaba considerado como uno de los de perfil más alto surgidos a raíz del fenómeno Me Too (el torrente de acusaciones sexuales contra influyentes figuras de la industria del cine). Todavía visiblemente abrumado a la salida del complejo judicial, Spacey admitió que tenía aún “mucho que procesar” tras lo ocurrido, aunque se declaró “lleno de humildad por el resultado”.

El actor norteamericano siempre había reiterado su inocencia, pero la fascinación de ver a una figura de Hollywood en la corte y el morbo del minucioso análisis que el pleito dedicó a su historial sexual contenía todos los ingredientes para transformar el juicio en un espectáculo mediático. Desde la vista de apertura, decenas de asistentes se agolparon en la galería abierta al público y en el espacio reservado para la prensa, pero, sobre todo, cuando tuvo lugar el testimonio en el que Spacey negó los cargos, entre los que figuraban también un delito de propiciar un acto sexual sin consentimiento y otro de forzar una relación con penetración. Según declaró, el litigio no solo era “débil”, sino una “locura” que, para él, suponía una “puñalada por la espalda”.

Tras más de 12 horas de deliberación, el jurado lo declaró “no culpable”. Los nueve hombres y tres mujeres que lo componían rechazaron las alegaciones de que hubiese agarrado “agresivamente” a tres de los hombres por la entrepierna y practicado sexo con otro mientras dormía en su residencia. La imputación había tenido lugar, inicialmente, en mayo de 2022 y en noviembre del mismo año se sumaron cargos adicionales de un cuarto demandante, hechos por los que, según la acusación, los cuatro hombres se sintieron “pequeños, menoscabados y sin valor”.

Su argumento fundamental se basaba en el supuesto “abuso de poder” por parte del actor, apoyado fundamentalmente en su fama, para aprovecharse de los denunciantes, a quienes habría agredido sexualmente en Londres y en el condado inglés de Oxford. Durante gran parte del período abarcado por los hechos a examen, Spacey ejercía como director artístico del prestigioso teatro londinense Old Vic, un cargo que ostentó entre 2004 y 2015.

El fiscal llegó a tildarlo de “depredador sexual”, pero su equipo legal contrarrestó la narrativa poniendo el foco en el supuesto interés de los cuatro hombres en explotar la “riqueza e influencia” de Spacey para fines individuales. Su abogado los calificó de “mentirosos” y cuestionó el estado de embriaguez de uno de ellos cuando los supuestos acontecimientos tuvieron lugar, pero fue el testimonio del propio actor el que evidenció la dispar percepción entre los querellantes y el acusado: mientras Spacey alegó que, en todo momento, para él había habido implicación “romántica”; quienes lo llevaron ante el tribunal consideraban que se trató de coerción.

El desenlace a favor del intérprete es análogo al acaecido en octubre en un tribunal de Nueva York (Estados Unidos), cuando había sido también absuelto de agredir sexualmente a un actor de 14 años de edad, una denuncia que había precipitado que Spacey confesase públicamente su homosexualidad. Que su declaración fuese consecuencia de una incriminación de índole sexual contra un menor, sin embargo, acabó resultando contraproducente, especialmente entre el colectivo LGTBQ+, una acogida que, junto a la acumulación de alegaciones sexuales, provocó perniciosas repercusiones para su carrera.

En el proceso en Londres, él mismo reconoció el impacto generado no solo en materia de ofertas de trabajo, que dejaron de llegar, sino financiero. El daño sufrido por su reputación desencadenó su salida de proyectos como la serie House of Cards, pese a que su papel, Frank Underwood, era el protagonista del exitoso producto de Netflix; o incluso la desaparición íntegra de su participación, como ocurrió con la película de Ridley Scott All the Money in the World, en la que su interpretación como el magnate John Paul Getty III fue rodada de nuevo con Christopher Plummer en su lugar.

Hasta 2017, la de Spacey era una historia de triunfo, con dos Óscar (como secundario en Sospechosos habituales, de 1996, y como protagonista de American Beauty, de 2000) y un notable prestigio tanto en cine, como en televisión y teatro. Pero la cascada de alegaciones que hace seis años comenzaron a surgir en su contra, con más de 30 personas que condenaron una conducta sexual inapropiada, convirtieron su nombre en tóxico en una industria en la que la reputación es tan clave como el talento interpretativo. Durante su comparecencia en el tribunal de Southwark, el actor admitió que, en la actualidad, apenas tiene ingresos: “El dinero no entra, y tengo muchas facturas legales y cosas contra las que luchar”.

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