ICONOS

Kate Moss: una belleza única, un fulgor eterno

Del ‘heroin chic’ de los noventa a la vertiente empresaria de los últimos años. Kate Moss ha sobrevivido a su propio mito de ‘top model’ fiestera para asentarse como icono eterno de la moda
Kate Moss
Kate Moss‘Collage’: CNX. Foto: Getty Images.

La de Kate Moss (Croydon, Reino Unido, 1974) es una historia paradigmática de cómo se fraguaba el éxito en los noventa. Aunque como modelo fue descubierta en el 88 por la fundadora de la agencia Storm, el éxito le llegó a través de una sesión fotográfica que le hizo la fotógrafa Corinne Day para la portada de The Face en 1990 (que posteriormente las calificaría de ‘realismo sucio’ y grunge). Parecía que era una recién llegada más, y sin embargo estaba ya esbozando lo que sería la década del heroin chic: “Me encanta la realidad: las malas posturas, las miradas vacías, la delgadez... son normales en los adolescentes. Las mujeres han olvidado lo que es ser joven”, decía la fotógrafa (fallecida hace más de una década a causa de un tumor cerebral) sobre aquel shooting que definió toda una época.

Kate Moss pisó la pasarela cuando las Lindas, las Cindys, las Christys y las Naomis ya eran estrellas a escala global. Las supermodelos originales. Quizá las recuerden. Llegó la última, era más menuda, con volúmenes menos voluptuosos (por no decir lánguidos) y una belleza lejana a lo canónico. Quizá fue ese soplo de aire fresco el que hizo que la caprichosa industria de la moda (por entonces aún más caprichosa, sin grandes movimientos feministas que frenaran sus exageraciones estéticas) la convirtiera en su musa durante toda una década. La misma que Calvin Klein, con su minimalismo en blanco y negro y su vocación unisex, dominó la escena internacional.

La propia modelo definió sus dientes como ‘desgarbados’ para decir, de una manera elegante, que no tenía la perfecta dentadura que se esperaba de alguien con su profesión. Pero eso, sumado a un ligerísimo estrabismo, formaba parte de su magnetismo. También el hecho de que siempre ha presumido de tener una piel impecable, a pesar de ser conocida por todos su afición a las parrandas cuajadas de sustancias legales e ilegales. “El hielo en el agua realmente me funciona, ese es mi truco favorito. Si me siento un poco hinchada o cansada, lleno un recipiente con agua con cubitos de hielo y un poco de pepino. ¡Basta meter y sacar la cabeza durante unos minutos y te sientes fresca como una lechuga! Quita toda la hinchazón y saca la sangre a la superficie. Nunca falla. De hecho, lo aprendí viendo Queridísima mamá: el personaje de Faye Dunaway lo hace. Es un viejo truco de Hollywood", confesaba el año pasado a la edición británica de Vogue en un artículo en el que también aludía a sus básicos de cuidado facial, ciertamente alineados a la cosmética de Decorté, firma de la que ejerce como embajadora global. “Realmente no tengo un régimen de cuidado, ¡solo los básicos! Me gusta lavarme la cara, así que uso un gel facial y luego, a veces, un sérum, pero por lo general voy directamente a la crema intensiva Decorté AQ Meliority, y también agrego un par de gotas de Decorté Vitality Tincture. Funciona. Realmente ves la diferencia. Se lo regalé a las chicas por Navidad y les encantó. Tiene agua de onsen. De hecho, fui a los onsens cuando estaba en Japón, son increíbles. A veces uso un rodillo de jade, o el rodillo japonés que compré cuando estuve allí. Son bastante buenos”, explicaba.

Decorté es la última firma cosmética en conseguir su sello en el cotizado pasaporte diplomático de Kate Moss. Chanel, Dior, Yves Saint Laurent, Kérastase, Calvin Klein o Rimmel London, con quienes lanzó su propia colección de maquillaje (el labial 111 merece de verdad una visita a la perfumería), han desembolsado anteriormente buenas sumas de dinero para que la británica más incombustible de la moda presente sus perfumes y maquillajes. 

Mención aparte merece Charlotte Tilbury, una de sus maquilladoras de cabecera, con la que colaboró prestando una imagen para un perfume y de la que obtuvo un labial nude con su nombre. Acaba de presentar junto a Jourdan Dunn y Phoebe Dynevor un nuevo fondo de maquillaje de la creativa británica, a la que conoció hace casi treinta años cuando ambas tenían 19. “Kate es un icono de belleza. Tiene ese tipo de magnetismo hipnótico y mágico que cambia la frecuencia de la sala cuando entra", decía recientemente Tilbury. La pelirroja no es la única estrella del muah con la que se codea Moss de manera habitual (¡Qué esperaban, es un icono!). De Tom Pechéux dice que aprendió a aplicar a diario protector solar, porque le enseñó uno de La Roche Posay que no le dejaba la cara blanca. Y Sam McKnight le chifla porque la peina como más le gusta: “Si me hacen el pelo, me gusta que se vea como yo, pero bien hecho. Sam McKnight es ideal, lo hace a la perfección. Unas ondas suaves y luego cardar hacia atrás en la coronilla: hablo en el idioma de la moda, ¿verdad? Un poco de volumen, en resumidas cuentas. No suelo hacérmelo yo misma, pero tengo una onda natural y lo lavo todos los días, lo seco al revés y lo cepillo. Eso es todo lo que hago. A veces uso un poco de champú en seco de Sam [Lazy Girl], y laca Elnett, que es un clásico. Lila [su hija] tiene mi cabello y siempre lo está alisando. Yo solía alisarlo cuando iba al colegio, pero ya ni me molesto”, explicaba el año pasado a Vogue, justo antes de confesar que cuando viaja siempre va con una manta de cachemir y un Eau Dynamissante de Clarins, “es muy refrescante”.

Es adicta a los zumos de apio y el yoga parece ser su deporte de preferencia, algo que ha comentado en las pocas entrevistas que ha dado a lo largo de su carrera porque, otra cosa no, pero Kate Moss ha logrado mantener su aura de top model a base de imágenes impactantes y prolongados silencios. Y casi mejor, porque muchas de sus declaraciones no han envejecido bien. “Nada es tan sabroso como estar delgada", sin ir más lejos, pronunciada en 2009 y que hoy probablemente sería cancelada. Nada, ni siquiera ser filmada esnifando cocaína en una sala de grabación (2005) ha conseguido mermar su fulgor. “Es un fenómeno asombroso, sí, pero más concretamente, un increíble espíritu libre, parecido a un animal, absolutamente fascinante”, definía hace algunos años el fotógrafo de moda Jürgen Teller. “Ahora creo que están bien mi apariencia, ahora. Pero nunca me he visto como sexy o un lado de mí misma que pudiera gustar a los hombres”, defendía la modelo en The New York Times en 2012, en una entrevista en la que la comparaban con Greta Garbo por el salto del mudo al sonoro.

Reconvertida en agente de modelos, y ya asentada como icono de la moda que (engorde o adelgace) siempre trabaja, Moss ve ahora cómo su hija Lila Grace Moss sigue sus pasos. “Mi madre siempre me dice que menos es más, y que vaya lo más natural posible”, decía la joven hace dos años, justo después de que Marc Jacobs la seleccionase para una campaña de perfumes. Lottie Moss, hermana de Kate, es el otro miembro de la familia que tanteó la industria de la moda, aunque parece que OnlyFans le reportaba más dinero. Esa, por supuesto, es otra historia.

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