“El año de mi graduación”, del director Alex Hardcastle, prometía ser una mezcla entre “Jamás besada” y “Si tuviera 30”, ambas películas que distan de ser perfectas pero cuya ternura, optimismo y humor cautivaron a muchos. Es una pena que este no sea el caso: aunque hay momentos buenos, el resultado  general es una comedia inconsistente cuyo objetivo no queda del todo claro.

Stephanie (Angourie Rice) lo tiene todo: es capitana de las porristas, sale con el chavo más guapo de la escuela y es extremadamente popular; sin embargo, su mayor sueño aún está por cumplirse: ser la reina del baile de graduación. A poco de lograr su objetivo, sufre un accidente durante una acrobacia y termina en el hospital. Al despertar, no sólo se ha perdido la graduación, sino que descubre que ha estado en coma por 20 años. Ahora adulta (interpretada por Rebel Wilson), con ayuda de su mejor amiga Martha (Mary Holland), quien es ahora directora de la escuela, regresa para recuperar su popularidad y conseguir la esperada corona.

Lo más frustrante de esta película es que tiene todos los ingredientes para triunfar: una premisa interesante, una actriz con un gran talento cómico y bastante nostalgia de los 90. Tristemente todo está al servicio de un guion que no sabe por dónde ir. Un ejemplo es el inicio de la trama, la cual tarda casi 20 minutos en arrancar. Tarda tanto en establecer el conflicto que uno hasta desea continuar con la historia de la joven Stephanie, sobre todo cuando está tan bien interpretada por Angourie Rice (a quien recordarán probablemente por su papel como compañera de Peter Parker en las últimas películas de Spider-Man). La actriz logra ser una convincente versión adolescente de Wilson a la vez que le inyecta su propio toque.

Lastimosamente, nos vemos obligados a viajar al presente y ahí es donde todo se complica (aún más). Además del camino de Stephanie hacia la popularidad, aquí la comedia intenta abarcar demasiadas cosas: un triángulo amoroso, la relación de Stephanie con sus viejos y nuevos amigos, la rivalidad con su antigua némesis y con la hija de ésta, la relación madre e hija de esos dos personajes, la cultura de los influencers, entre otras. Si suena a demasiado, es porque lo es, y al final termina en un desastre mal desarrollado en todos los frentes.

Si bien “El año de mi graduación” no es lo peor de las comedias de Netflix, sigue siendo un producto bastante decepcionante. Hay momentos bastante graciosos, si te gusta el humor de Rebel Wilson, pero se ven opacados por un texto disperso cuyas resoluciones son tan repentinas que rayan en lo ridículo. Sí, hay varios homenajes a los 90, incluso un cameo y coreografías bastante divertidas, pero esto no es suficiente para justificar invertir casi dos horas en ella. Tanto Rice como Wilson tienen un gran talento y da gusto verlas al centro de una película, es una lástima que ésta no les haga justicia.

“El año de mi graduación” ya se encuentra disponible en Netflix.