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Jennifer Aniston se acaba de someter a la que, con toda probabilidad, haya sido su entrevista más sincera hasta la fecha, donde ha hablado del tema que más dolor le ha causado a lo largo de su fama: la maternidad. Sus dos matrimonios, el primero con Brad Pitt y el segundo con Justin Theroux, estuvieron marcados por rumores de embarazo, así como la constante presión de la prensa y el público sobre si pensaba tener hijos, aunque nunca se pronunció al respecto en aquella época. Jennifer, a sus 53 años, ha abordado el tema con total naturalidad en su charla para la portada de la revista ‘Allure’.
Aniston ha confesado que sí trató de quedarse embarazada, pero fue un camino lleno de desafíos: “Todos esos años y años de especulación fueron realmente difíciles. Estaba sometiéndome a un proceso de fecundación in vitro, bebiendo tés chinos, lo que fuera, estaba intentándolo todo. Habría dado cualquier cosa si alguien me hubiera dicho: ‘Congela tus óvulos. Hazte un favor’. Pero, simplemente, no lo piensas. Así que aquí estoy. El barco ha zarpado”, revela la actriz de ‘Friends’.
Además, Jennifer Aniston ha desmentido que su relación con Brad Pitt acabase en 2005 debido a que ella antepuso su carrera a dar un hijo a su marido: “Eran mentiras y de las gordas”, revela en la entrevista. “La razón por la que mi esposo me dejó, por qué rompimos y terminamos nuestro matrimonio porque no le daba un hijo, era todo una absoluta mentira. A estas alturas no tengo nada que esconder”, relata. En cuanto a si se lamenta de haber tenido hijos o no, Aniston ha respondido: “Tengo un total de cero arrepentimientos. De hecho, siento un poco de alivio porque ahora ya no escucho más lo de ‘¿Puedo tenerlos?’. Ya no tengo ni que pensarlo”.
Jennifer también ha hecho una reflexión sobre la cosas tan difíciles que pasó cuando tenía entre 30 y 40 años: “La deshumanización y el escrutinio al que sometemos a las mujeres es tan absurdo como inquietante y la forma en que me han retratado los medios de comunicación es únicamente un reflejo más de cómo vemos y retratamos a las mujeres en general, en una continua comparativa con un estándar distorsionado de belleza”. Aún así, agradece todo aquello por haberla convertido en la mujer que hoy en día es. De lo contrario, “seguiría atrapada siendo esa persona con tanto miedo, tan nerviosa y tan insegura de quién era”, concluye.