Se la recordar� como la mejor de aquellas Siete novias para siete hermanos, y con raz�n porque era la que enamoraba a Howard Keel, y la que hac�a que sus seis rudos hermanos se decidieran a abandonar la caba�a y bajar al pueblo en busca de una mujer que los civilizara en aquel musical en clave western, ambientado en el Oreg�n de 1850, que Stanley Donen estren� en 1954. Era una visi�n no muy feminista del rol de la mujer, pero que en su d�a parec�a casi avanzada. Jane Powell ten�a voz de soprano, y bailaba de maravilla, hasta el punto de medirse sin problemas con el mism�simo Fred Astaire en la no menos c�lebre e inolvidable Bodas reales, otro gran musical de Stanley Donen, estrenado cuatro a�os antes, que fue la otra gran cumbre de su carrera.
Jane Powell fue una gran estrella de musicales, tanto en Hollywood como en Broadway. A pesar de su baja estatura, llenaba la pantalla con sus ojos azules, su media melena rubia y sobre todo con aquel aspecto inocente a lo Girl Next Door, la chica de la puerta de al lado, un concepto que la encasill� hasta el punto de convertirse en el t�tulo de sus memorias, donde confes� que, en realidad, la vida la hab�a maltratado. Su madre la explot�, oblig�ndola a dedicarse a una carrera que ella nunca quiso, y Hollywood dej� de contar con ella cuando dej� de parecerse a los personajes que la consagraron, como la Polly de As� son ellas (1948), un musical de Richard Thorpe en el que se code� con Elizabeth Taylor, Xavier Cugat o Carmen Miranda cuando apenas ten�a 17 a�os, o la Polly de Adorable coqueta, del mismo a�o y de nuevo con nuestro querido Xavier.
No ten�a m�s de dos a�os cuando Suzanne Lorraine Burce, pues tal era el verdadero nombre de esta hija �nica nacida en Portland (Oreg�n), fue obligada por su madre a actuar en la radio y a prodigarse luego en espect�culos de vodevil, para acabar firmando un contrato con la MGM en aquel 1948, despu�s de toda una vida de artista infantil que le pas� la habitual factura de ansiedad, inseguridad y depresi�n. No es de extra�ar que el �ltimo de sus cinco maridos fuese precisamente Dickie Moore, que hab�a sido tambi�n un astro infantil, aunque m�s atr�s, en la era silente. Se conocieron cuando Moore estaba preparando el libro Twinkle, Twinkle, Little Star (But Don't Have Sex or Take the Car), para el que se entrevist� con 30 estrellas infantiles de Hollywood.
Al cumplir 30 a�os, la carrera cinematogr�fica de Jane Powell empez� a ralentizarse severamente. Todav�a apareci� en pel�culas interesantes, en las que romp�a con su imagen azucarada, como el noir The Female Animal (Harry Keller, 1958), donde era la alcoh�lica hija de una actriz decadente encarnada por Hedy Lamarr, con la que compet�a por los favores de un extra encarnado por George Nader, o la cinta de aventuras basada en una novela de Melville La isla encantada (Allan Dwan, 1958) donde encarnaba, nunca mejor dicho, a una "princesa can�bal", que enamoraba a Dana Andrews. Despu�s de estos dos papeles, que podr�an haber relanzado su carrera en otra direcci�n, pr�cticamente s�lo hizo televisi�n, casi siempre como estrella invitada en series como Vacaciones en el mar, Se ha escrito un crimen, o Ley y orden, que en 2002 marc� su �ltima aparici�n en la (peque�a) pantalla.
Eso s�, sigui� actuando sobre las tablas, y a lo grande, en espect�culos de la talla de Sonrisas y l�grimas, My Fair Lady e incluso un revival de Siete novias para siete hermanos, que volvi� a protagonizar junto a Howard Keel, a finales de los 70. Entrado el siglo XXI, todav�a particip� en algunos espect�culos. Curiosamente, una de sus �ltimas colaboraciones fue con el grupo lounge Pink Martini. Con ellos, que tambi�n eran de ah�, regres� a su Portland natal para narrar el cuento de Prokofiev Pedro y el lobo, durante una noche de fin de a�o.
La cosa fue tan bien que repiti� con ellos, y a los 81 se subi� de nuevo al escenario para repasar los hits de su carrera, como aquel que populariz� junto a Fred Astaire en Bodas reales, How Could You Believe Me When I Told You That I Loved You When You Know I've Been A Liar All My Life.�C�mo pudiste creerme cuando te dije que te quer�a si ya sabes que he sido un mentiroso toda mi vida? El n�mero de baile que se marcaban era tan divertido como espectacular.
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