La historia de amor de Luchino Visconti y Helmut Berger: el arist�crata marxista y el hombre m�s guapo del mundo

La historia de amor de Luchino Visconti y Helmut Berger: el arist�crata marxista y el hombre m�s guapo del mundo

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Un viudo de 32 a�os. As� se defini�a s� mismo el actor tras la muerte de Visconti. Hab�an compartido 12 a�os de su vida, tres rodajes, un palacio en Isquia y la pasi�n por el cine

15 may 2023 . Actualizado a las 17:32 h.

�La vida contin�a. Lloro solo, en esta habitaci�n. Por �l. Es mi secreto�. Eso dec�a el actor austr�aco Helmut Berger tras la muerte del director italiano Luchino Visconti. Se hab�an conocido en el a�o 64 en Roma, y Visconti, una de las figuras capitales del cine italiano, le ofrecer�a los papeles que lanzaron su carrera y lo convirtieron en una estrella internacional. Pero m�s all� del cine, fueron pareja durante m�s de una d�cada.

Hace unos a�os contaba en un documental: �Con Luchino, mi vida cambi� completamente. Vivimos en Par�s, Londres, Roma, y en su castillo en Isquia. Su intelecto me impresionaba, y no se puede ignorar que nos llev�bamos 32 a�os�. Como si de una versi�n real de su celebrada Muerte en Venecia se tratara, salvando las distancias, Visconti hab�a encontrado en el rub�simo y guap�simo actor a su propio Tadzio. Tal vez no es de extra�ar, dado que el director se hab�a pasado toda su carrera persiguiendo la belleza. Esteta, perfeccionista, apasionado de la m�sica y la �pera, Visconti hab�a nacido en el seno de una antiqu�sima familia aristocr�tica. Hijo de un duque, el director ser�a conde de Lonate Pozzolo, pero dejar�a a un lado la tradici�n familiar para dedicarse al cine, al que lleg� de la mano de otro pilar del cine europeo, Jean Renoir. En una ocasi�n se defini� a s� mismo como cristiano, marxista y homosexual. Todas las contradicciones entre su familia, su clase, la religi�n y el compromiso social estar�an presentes, de una u otra forma, en toda su carrera. De La tierra tiembla a Rocco y sus hermanos. Y la cr�tica, tambi�n nost�lgica, de la aristocracia europea, con su m�ximo exponente en la magistral El gatopardo.

�A Visconti y Berger les separaban 32 a�os, su procedencia, la intelectualidad del primero y la reputaci�n de chico malo del segundo, que �l mismo se dedic� a cultivar toda su vida. Pero durante sus doce a�os juntos, disfrutaron de una relaci�n discreta que no solo marcar�a sus vidas (Berger afirm� que nunca se hab�a vuelto a enamorar, a pesar de que en los 90 se cas� con una actriz), sino tambi�n sus carreras: en el actor austr�aco, bautizado como el hombre m�s guapo del mundo, el director encontr� el rostro perfecto para trazar personajes decadentes, abiertamente ambiguos, moralmente cuestionables: c�mo olvidar la escena de La ca�da de los dioses en la que Berger se convierte en Marlene Dietrich, o la degradaci�n que su personaje va sufriendo durante toda la pel�cula, paralela al r�gimen nazi.

En la ca�da hacia el horror de la familia alemana que retrata en la pel�cula, o en el complejo amante de Confidencias, Visconti permite a Berger dos de sus mejores interpretaciones, con permiso de Ludwig. La historia del rey Luis II de Baviera, un empe�o personal de Visconti, durante cuyo montaje sufrir�a su primer ictus, es una obra oscura y tr�gica, a la que Berger pone rostro acompa�ado por la mejor versi�n de Sissi, la de la propia Romy Schneider en una recreaci�n alejada por completo de las empalagosas pel�culas con las que se dio a conocer.

Todas las cosas bonitas

En el curios�simo documental Helmut Berger, mi madre y yo (Valesca Peters, 2019), el actor austr�aco explica que cuando comenz� su relaci�n con Visconti, de repente se vio rodeado de cosas bonitas. Coches, arte, antig�edades, fiestas, paparazis, atenci�n... Una �poca en la que su carrera despegaba, en la que Visconti filmar�a una de sus obras cumbre, Muerte en Venecia. Acerc�ndose a los setenta a�os, su salud comenzaba a deteriorarse, sobre todo tras Ludwig, aunque a�n complet� Confidencias y El Inocente, adem�s de dirigir una �pera, su otra gran pasi�n. Visconti falleci� en 1976, a causa de un derrame cerebral. Helmut asisti� a los funerales como si fuese un invitado m�s, afirmando que la familia Visconti, inflexible, no le hab�a dejado decidir nada sobre los restos del director. Y a partir de ah�, viudo con 32 a�os, dec�a, perdi� un soporte que no solo era personal (de hecho, intent� suicidarse poco despu�s), sino tambi�n profesional. Su carrera nunca ser�a ya lo mismo, afirmaba que ya no ten�a a Visconti para aconsejarle. Ese mismo a�o estrenar�a Sal�n Kitty, de Tinto Brass, y su futuro parec�a abocado a papeles en pel�culas marcadas por el esc�ndalo y de serie B. Lleg� a decir que podr�a haberse hecho rico en el porno, pero que prefiri� el cine... aunque despu�s de Visconti la calidad de sus pel�culas iba desapareciendo, a pesar de rodar con Losey o Chabrol. Tras pasar incluso por Dinast�a, Coppola lo recuper� para la tercera parte de El Padrino (Coppola, 1990) como Frederick Keinsig, el banquero de Dios, un irreconocible se�or calvo con bigote que acabar�a colgado de un puente.

Decadencia

Su participaci�n hace unos a�os en la versi�n alemana de La isla de los famosos mostr� su decadencia laboral y f�sica. El hombre m�s guapo del mundo, ganador del David de Donatello, nominado a los Globos de Oro, era un se�or de 68 a�os adicto al alcohol, que viv�a de una peque�a pensi�n. Esas im�genes llevaron a la madre de la directora Valesca Peters a ponerse en contacto con �l, y pensar en hacer una pel�cula que recuperase su antiguo prestigio. Tal vez el documental (disponible en Filmin) no lo consiga, porque no oculta ni sus adicciones ni sus contradicciones, pero s� dignifica su figura y consigui� que el catal�n Albert Serra pensase en �l para una obra de teatro, Libert�, que m�s tarde ser�a una pel�cula. Mucho m�s duro para su figura es el documental Helmut Berger, actor, que el director austr�aco Andreas Horvath present� en Venecia en el 2015. Berger, que a pesar de todo conserva su porte, cierta coqueter�a y una visi�n muy cr�tica de lo que supone actuar permanentemente y de la imagen de chico malo que siempre ha tenido, se convirti� tambi�n en un viejo Yves Saint Laurent en el biopic no autorizado sobre el dise�ador, dirigido por Bertrand Bonello.