La confusa vida del mago Helenio Herrera

La confusa vida del mago Helenio Herrera

El clasicómano

Misterios y exageraciones en la azarosa biografía del genial HH, muerto hace 25 años

Argentine soccer coach Helenio Herrera with his third wife the journalist Fiona Gandolfi, 1980, Madrid, Castilla La Mancha, Spain. (Photo by Gianni Ferrari/Cover/Getty Images).

Tres amores.Helenio Herrera y su tercera esposa, la italiana Fiora Gandolfi, en Madrid en 1980

Gianni Ferrari / Getty

Se cumplen 25 años de la muerte de Helenio Herrera (Buenos Aires 1910-Venecia 1997), el cuarto mejor entrenador de todos los tiempos para World Soccer (2013), el séptimo para France Football (2019). De sus éxitos en las ligas española e italiana, de sus victorias en la Copa de Europa, de su capacidad motivadora, sus frases geniales y sus innovaciones tácticas se ha escrito casi todo. Pero se mantienen enigmas en torno a su vida, sus tres matrimonios, sus ocho hijos y la prodigiosa habilidad para reinventar a conveniencia una biografía.

Helenio Herrera Gavilán nació en el barrio bonaerense de Palermo y quedó inscrito en el registro el 10 de abril de 1910, fecha que años más tarde modificó para rejuvenecer seis años y alargar su carrera futbolística.

Tres matrimonios y ocho hijos para un personaje irrepetible que engañó incluso con su fecha de nacimiento

Los padres de Helenio eran malagueños, de Estepona y Gaucín, y habían emigrado en la cubierta de un barco en busca de un futuro mejor. Tuvieron tres hijos en España, todos muertos siendo niños, y luego nacieron Aurora y Helenio, ya en Argentina. El padre, anarquista, fue quien decidió el peculiar nombre del futuro HH. “No hay otro Helenio en el mundo más que yo”, explicaba con orgullo. “Es original y ayuda a destacar”. El pequeño Helenio, además, nunca fue bautizado.

La familia se trasladó a Marruecos cuando él tenía 3 o 4 años. Contrajo la difteria y salvó la vida casi de milagro. Allí entró a formar parte de su primer equipo de fútbol de entidad: el Racing de Casablanca y aprovechó para formarse en la Escuela Industrial. Así, cuando le llegaron ofertas para jugar en Francia las compaginó con otros trabajos. Después de vender puerta a puerta clavando el zapato para que no se la cerraran en la cara y de pasar por la Citroën, se estabilizó como técnico en fibra de vidrio para aislantes de la construcción de edificios. El fútbol era amateur y él, un defensa que ordenaba al equipo, siempre cobró en negro. “Si los clubs venden entradas, ¡cómo no vamos a cobrar los futbolistas”, justificó. Pasó por el Stade Français, el Charleville, el Excelsior de Roubaix y el Red Star parisino, entre otros clubs menores. Aseguraba haber ganado un par de veces la Liga y una la Copa. Y que había sido dos veces internacional. Lo cierto es que era el capitán del Charleville que llegó a la final de Copa de 1936 y también fue subcampeón con el Red Star, en 1941. Al año siguiente sí la ganó, con este mismo equipo. Ya nacionalizado, estuvo convocado para jugar con Francia contra Inglaterra y Bélgica, pero no llegó a alinearse. Con el tiempo solía viajar con tres pasaportes en el bolsillo (español, argentino y francés) y utilizaba el que más le convenía según las circunstancias.

RECORREN EL CAMPO ACLAMADOS POR SUS SEGUIDORE HELENIO HERRERA, SEGARRA, RODRI, VILLAVERDE, OLIVELLA...#@#BARCELONA VARIOS DEPORTES - FUTBOL  (EQUIPO)

Olivella, Segarra i Rodri, en primer término, con Helenio Herrera en la celebración de la Liga en el Camp Nou 

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Colgó las botas en 1945, con sólo 29 años en teoría, pero en realidad eran ya 35. Y empezó a entrenar. Tuvo éxito rápidamente en el Stade Français, con el apoyo de un goleador marroquí, Larbi ben Barek, al que años más tarde fichó para el Atlético de Madrid. Y su carrera triunfal en los banquillos ya no tuvo freno. Todavía en 1980 y 1981, con 64 años teóricos (70 reales) fue reclamado por Núñez para enderezar el rumbo del Barcelona.

Paralelamente, la vida sentimental de HH fue una montaña rusa. En 1937 su madre le obligó a contraer matrimonio en Marruecos con Lucienne Leonard, que estaba embarazada de varios meses. Tuvo sus cuatro primeros hijos: Francis, Elena, Linda y Daniela. En 1952 se unió sentimentalmente a una asturiana, María Dolores Morilla, que en una entrevista de cuando ambos vivían en Milán explicaba: “Estoy casada con un balón”.

Solía viajar con tres pasaportes en el bolsillo y utilizaba el que más le convenía

El matrimonio no se formalizó porque ambos ya estaban casados. Herrera tuvo otros dos hijos: rápidamente llegó Helenito y en 1957, Rocío. Además, Herrera se había hecho cargo de los hijos de su hermana fallecida y apadrinó a Gonzalo Suárez, hijo de Dolores y futuro cineasta de fama además de periodista de estilo rompedor con el seudónimo Martín Girard.

Finalmente, ya en el Roma, conoció a la periodista Fiora Gandolfi (“me empezó a hablar en francés y caí enamorada”, explicó). Tras obtener el divorcio de su primera esposa se casaron por poderes en Ciudad Juárez (México) en agosto de 1972. Los rumores de su relación se confirmaron cuando Dolores Morilla hizo las maletas y abandonó Roma mientras Gandolfi, ya embarazada, anunciaba el nacimiento de un hijo para pocos meses después. “Engañé a los paparazzi, les dije que sería en Londres pero lo tuve en París”, dijo Gandolfi. Así llegó el séptimo descendiente, Helios (otro HH) y todavía un octavo, Luna, una niña adoptada por la pareja de nuevo con un origen confuso. Según se explicó, HH recogió a la niña abandonada y enferma en un banco de la plaza del Pi de Barcelona.

Vendió puerta a puerta, trabajó en la Citroën y fue técnico en aislantes de edificios antes de triunfar como entrenador

Tras la muerte de Herrera Gandolfi, revisando papeles y fotografías, descubrió que había alterado su nacimiento real. Tuvo además una dura batalla para conseguir que los restos mortales de su marido reposaran donde y cómo él había pedido, en el cementerio veneciano de San Michele, escoltados por una reproducción de la Copa de Europa y la relación de sus clubs. Gandolfi buscó ayuda, primero en la RAI y luego directamente en la reina Isabel II, ante la negativa que obtuvo cuando quiso enterrar “a un futbolista y además no bautizado” en la zona anglicana del recinto. “¿El país que inventó el fútbol no acepta a un mago del fútbol?”, le escribió a mano a la reina, cabeza de la Iglesia anglicana, para que intercediera. Y lo hizo. En la lápida Gandolfi respetó la versión de HH: nacido en 1916.

“Cuando quería concentrarse se iba a andar solo, buscando el cielo, el agua, la tierra, el aire... porque el fuego era él” (Fiora Gandolfi).

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