�Qui�n le hubiera dicho a Amador Bernab�u que su nieto jugar�a en el Bar�a capaz de ganar dos copas de Europa en cinco a�os? Bernab�u, quien fuera vicepresidente del club y delegado de la Real Academia Espa�ola de F�tbol, es el abuelo de Gerard Piqu� (28), que fue socio del Bar�a nada m�s nacer. Fue Bernab�u quien sac� su carn�, como hizo despu�s con los hijos de Piqu�: Milan y Sasha. Piqu� creci� mimado, entre algodones, en una familia muy unida, tradicional, adinerada. Un chico con la vida solucionada que encima ha cumplido su sue�o. No es de extra�ar, pues, que el central haya declarado en alguna ocasi�n que le gustar�a llegar a presidir el club de sus amores. Nada de entrenarlo: presidirlo.
Un destino que no le ser�a ajeno, pero que le queda todav�a lejos. A sus 28 a�os, Piqu� sigue siendo una de las piezas importantes de su equipo, pese a sus crisis, que la prensa deportiva ha atribuido a su vida personal. El azulgrana intenta pasar desapercibido, dice, hacer vida normal, dice, pero no lo consigue. Emparejado con Shakira desde 2010, tienen dos hijos y viven en Esplugues de Llobregat desde hace un par de a�os.
La pareja es conocida entre los paparazzi por su mal humor y sus intentos de no ser 'cazados'. Uno de los fotoperiodistas del 'cuore' con m�s experiencia en Barcelona siempre suele comentar las dificultades que se encuentra cuando tiene que seguir a la pareja. "Me conocen desde hace a�os y si me los cruzo ni siquiera me saludan", comenta (prefiere no ser citado por razones profesionales). Y esos gestos de desd�n son los que dedican a veces en otras situaciones.
Hace un par de meses, en la cafeter�a de El Fornet, de plaza Bonanova, una pareja tomaba algo mientras intentaba que su hijo se bebiera un zumo de naranja. Algunos se dieron cuenta de que, pese a intentar ofrecer la imagen de familia normal, la pareja en cuesti�n eran Shakira y Gerard Piqu�, con Milan y el hermano de la cantante. El peque�o lloraba porque no quer�a tomarse el zumo. En la mesa contigua estaba sentada Blanca con sus hijos y trato de tranquilizar a Milan con unas palabras cari�osas. "A Piqu� no le hizo mucha gracia que me dirigiera a su hijo", recuerda esta madre de dos ni�os que dudaban en pedirle un aut�grafo al futbolista, algo de lo que desistieron al ver su reacci�n. No hizo nada especial, pero el gesto y la mirada disuadieron a los que all� estaban.
Con los suyos, Piqu� es un tipo cercano y amable pero no soporta la fama. Con todo, suele comportarse como una verdadera 'celebrity'. Lo recuerda una azafata de vuelo que tuvo, dice, la "mala suerte" de cruzarse con el futbolista en un viaje. Tiraba las c�scaras de pipa al suelo, se negaba a abrocharse el cintur�n y no mostr� respeto alguno por la tripulaci�n. El recuerdo de esta joven (tampoco quiere dar su nombre) es todo menos amable.
Con sus compa�eros es divertido y bromista, aunque nadie en Can Bar�a lo define como un integrador en el equipo. LOC ha hablado con un hist�rico del club (prefiere quedar en el anonimato) y al preguntarle por sus �ltimas 'boutades', s�lo ha obtenido unas carcajadas por respuesta. Piqu� es famoso por hacer 'travesuras' en las ruedas de prensa, donde lleg� a lanzar una bomba f�tida, algo que parece que le hace gracia: hizo lo mismo en un vuelo con el equipo.
Piqu� pasea con la red de la porter�a celebrando la Champions. AFP
Hijo de Joan Piqu�, abogado, y Montserrat Bernab�u, jefa de la Unidad de Da�o Cerebral del prestigioso Instituto Guttman, el central azulgrana ha creado sus propios negocios. Adem�s de un restaurante en el que participa como socio y que acaba de ser inaugurado, es el propietario de una empresa de juegos en internet que cuenta con un capital social de m�s de cinco millones de euros.
Aficionado al p�quer, no duda en apostar grandes cantidades de dinero en torneos internacionales. Tiene la vida solucionada econ�micamente, as� como su descendencia, puesto que la madre de sus hijos es una de las personas m�s influyentes del planeta. Ser� por eso que muchos le r�en las gracias y pocos se sorprendieron al ver que mientras sus compa�eros celebraban enloquecidos el triunfo del s�bado en Berl�n, �l se dedicaba a cortar minuciosamente la red de la porter�a contraria (lo hace cuando hay una victoria) para llev�rsela de recuerdo. Ajeno a las cr�ticas y a las buenas maneras (su discusi�n con un Guardia Urbano lo llev� a los tribunales), Gerard Piqu�, aquel ni�o mimado, vive la vida a su manera.
