Maxi Rodríguez llegó ayer tranquilo al Ayuntamiento. "Estoy como los futbolistas, tengo buenas sensaciones", acertó a decir, mientras subía los escalones, rumbo al balcón municipal. Y no se equivocó el dramaturgo. Su pregón descorchó por todo lo alto la Semana Grande al estilo prepandémico. O sea, como fue toda la vida con la plaza Mayor llena, actuaciones folclóricas para empezar y el "Gijón del Alma" para rematar. El pregón de Rodríguez cabe en cuatro folios, pero tocó todos los palos. Desde su infancia en Ujo, el "cascayu de quita y pon", el recuerdo al padre Fueyo, el Sporting, el intercambiador, los barrios y las parroquias, la gastronomía, la folixa, y hasta la fina y elegante crítica política con una mención a la huella de carbono "y al ok en el Whatsapp que la señora alcaldesa no nos va a dejar ni poner".
Llegó de vaqueros y camisa, con boina y con una pequeña corneta, que tocó al final de la intervención el colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. Fue recibido en el salón de recepciones del Ayuntamiento por la alcaldesa, Ana González, y los portavoces de todos los partidos. "No os vayáis a poner nerviosos", les dijo el protagonista, demostrando que llegaba con el sentido del humor bien afilado. Su responsabilidad era enorme porque debido a la pandemia hacía dos años que nadie se subía a, como dijo él mismo, "un sitio tan pequeño y a la vez el más grande al que puede aspirar un gijonés", en referencia al balcón municipal. En 2020, primer verano del covid, no hubo Semana Grande y en el 2021 el pregón lo dio el tenista Pablo Carreño de forma telemática. La última en hacerlo a la vieja usanza fue en el 2019 la patinadora Sheila Posada. Mucho ha llovido desde entonces.
Maxi Rodríguez comenzó con un chiste. "Por aquí pasaron campeones del mundo y hoy por fin un pregonero de lujo... si del Ujo juvenil, que es hasta donde llegó mi gloria deportiva", arrancó. Recordó sus viajes de infancia a Gijón. "Con tres añiños tuve mi primer curro: una especie de Plan Piles, luchando a rastrillo limpio contra las olas. Y sin asegurar", siguió, provocando las primeras sonrisas. Habló de teatro. Se acordó de la Sala Quiquilimón, de compañías como "La Máscara" y "Gesto" y pidió un fuerte aplauso para su gremio. "Permitidme ser la voz de los figurantes, los que montan escenarios mientras otros se llevan la fama efímera", dijo. "Los magos, las bailarinas y los payasos de hospital son también, con todo el respeto, trabajadores de la salud, de la salud mental. Nos convencen de que la risa mata al miedo", exclamó.
No se olvidó de la fiesta. Pidió disfrutar al máximo de la Semana Grande. «Si trabayar da sus frutos, que trabayen los árboles», clamó, para risa generalizada del ágora. «Y si te llaman vago, tira la corbata y diles que ya estás en modo de ahorro energético, tomando los cacharros sin hielo», prosiguió. Pidió olvidarse de la crisis y de que «pagaremos los precios del año que viene con los sueldos del año pasado». Se acordó del añorado hostelero Floro Gordillo y de su sempiterna frase «Gijón se mueve». «La que nos esperaba con el tema de la movilidad, que si no me bajes los humos, que si la etiquetina medioambiental... ¡una tregua os pido!», indicó, en referencia a los políticos.
Tiró de gijonesismo. «Xixón puede parecer una ciudad que se quiere poco, que no damos ni dos pases seguidos y que lo nuestro es la broca y el lío. Menos mal que aquí los de fuera no existen, porque dejan de serlo nada más llegar. El carácter hospitalario es lo mejor de nuestra ciudad. Eso es de primero de Xixonomía», recordó en pregonero, en referencia a la campaña promocional de este verano. Rodríguez recordó que la Semana Grande no solo está en el Centro, también en los barrios y la zona rural, alabó la gastronomía y pidió «ahogar la crisis en sidra. Os pido a todos y todas que gocéis a tope. Pero ni una agresión machista, por favor», reclamó.
Se acordó, claro está, del Sporting, de la Mareona, que «es una afición de Champions» y del ansiado ascenso a Primera. También del Grupo Orlegi. «Con ellos vamos a latir juntos hasta el cielo. Seguro que el padre Fueyo está cantando rancheras y habrá sacado el tequila para brindar con Quini, Castro, Alejo, Preciado y todos los nuestros», clamó sacando el mayor aplauso de la noche.
Finalizó con un ensordecedor puxa Gijón, puxa Sporting y puxa Asturies», respaldado por toda la plaza. Como si estuviera puesto en el guión, nada más apagarse el último aplauso se puso a llover. Pero ni poniéndosele las cosas cuesta arriba deja de encandilar Víctor de Cimadevilla, que fue el encargado de cerrar la cita con el «Gijón del Alma». El pregón de Maxi Rodríguez dejó un grato sabor de boca. «Metió mucha ironía y cosas del día a día. Se lo curró mucho», afirmaron varios gijoneses. A los políticos, resguardados en el Ayuntamiento, también les prestó. Maxi hasta dedicó su libro «Lear o el deporte rey» a un concejal. Y es que como dijo en su pregón, en la Semana Grande quedan aparcados los malos rollos.