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Misterio y sospecha: la muerte y los récords de Flo-Jo... 25 años después

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
08/10/2023

El 21 de septiembre de 1998, Florence Delorez Griffith-Joyner (21.12.1959, 1,70 de altura, Los Ángeles) murió mientras dormía en su casa de Canyon Crest, Mission Viejo, California, en edad de 38 años y 9 meses cumplidos. La muerte inesperada de la plusmarquista mundial -lo sigue siendo a día de hoy- de 100 y 200 metros lisos fue investigada por las oficinas del 'Sheriff' y del forense de Orange County. Al día siguiente, 22 de septiembre, se anunció que la causa de la muerte de la llamada 'Flo-Jo', acrónimo del nombre y apellidos de la  (ex) atleta fue la asfixia surgida a partir de un grave ataque de epilepsia sufrido en pleno sueño. La familia reveló que Griffith-Joyner había sufrido varios ataques epilépticos en 1990, 93 y 94.

Se descubrió al público que Florence Griffith-Joyner tenía un 'hemangioma cavernoso', una anomalía cerebral vascular congénita, inflamación de los capilares del 'seno cavernoso' (área hueca detrás de los ojos), que la hacía propensa a sufrir convulsiones. Aunque otro de los síntomas del 'seno cavernoso' es 'parálisis o debilidad en las extremidades', algo en bastante franca contradicción con el organismo de 'Flo-Jo', quien pulverizó los récords mundiales de 100 y 200 metros entre julio y septiembre de 1988... y que entre 16 y 17 de julio de 1988, en los 'Trials' olímpicos de Indianapolis había sido capaz de registrar ¡¡los tres mejores tiempos de la historia en 100 metros!!: 10.49, plusmarca mundial hasta hoy, 10.70 y 10.61. 

Este último 'crono' de 10.61 sólo ha sido mejorado hoy -ambas veces, en 2021- por las jamaicanas Thompson-Herah (10.54) y Fraser-Pryce (10.60), segunda y tercera mujer de la historia en 100, respectivamente. Por ejemplo, y claramente dopada, Marion Jones 'sólo' llegó hasta 10.65 y 21.62, en 100 y 200 metros, en 1998. Ahora regresaremos sobre esos 10.49 de 'Flo-Jo' en 100 metros, entre las rachas de viento del verano de 1988, en la pista ultrarrápida del 'Michael A. Carroll Track & Soccer Stadium' de la Universidad de Indiana, en Indianapolis...   

Griffith murió casada con Alfredrick, 'Al' Joyner, campeón olímpico de triple salto en los Juegos de 1984 y hermano de Jackie Joyner-Kersee, 'JJK', ganadora de seis medallas de oro entre Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales en heptatlón y salto de longitud (aquí, 'JJK' voló hasta 7.49 metros, segunda marca mundial de la historia)... además de otras tres medallas olímpicas de plata y bronce. Todo, hasta 1996. 

Entre 1980 y 1985, Jackie, de 1,78 de altura, también había sido (buena) jugadora de baloncesto con el equipo de UCLA, la célebre Universidad de California en Los Ángeles, 'campus' de Westwood. El 'Kersee' que adorna el apellido 'Joyner' de Jackie es el apellido de su esposo Bob, 'Bobby' Kersee, el renombrado -y también misterioso- entrenador de los grandes éxitos de Florence Griffith-Joyner. Todos ellos, Florence, Al, Jackie, Bobby, la legendaria vallista Gail Devers... formaron lo que se llamó en el atletismo estadounidense de los años 80 el llamado 'Clan de UCLA'. 

Florence Griffith-Joyner, de acuerdo al abogado de la familia (Griffith murió casada con Al Joyner, campeón olímpico de triple salto en los Juegos de 1984, había sufrido una primera convulsión tónico-clónica -en otras palabras, epilepsia- en 1990 y había sido tratada por otras convulsiones en 1993 y 1994. Según la oficina del forense de Mission Viejo, las únicas drogas en el organismo de 'Flo-Jo' cuando murió eran pequeñas cantidades de dos medicamentos comunes y de venta libre, paracetamol y el antihistamínico 'Benadryl'. 

Pero nada de esto despeja el misterio y el 'shock' de una muerte sorprendente, muy poco después de que la propia plusmarquista mundial de 100 y 200 metros hubiese anunciado en 1996 su propósito de retornar a las pistas -que había abandonado en 1988-, con idea de perseguir el fabuloso récord universal de la alemana (del Este) Marita Koch en 400 metros lisos: 47.60, logrado en 1985. Una tendinitis en las dos rodillas frustró el plan de Florence para acudir a los 'Trials' olímpicos de 1996, en Atlanta (con 36 años, de paso para 37)... y la campeona ya no se lo volvió a plantear.

GÉNESIS.- Paso por paso. Como ya hemos dicho, 'Flo-Jo' aún conserva a día de hoy -aunque los márgenes se vayan estrechando- las plusmarcas mundiales de 100 y 200 metros, con marcas absolutamente siderales (de otra generación, ciertamente) para el verano de 1988, cuando se consiguieron... y que estallaron -todas juntas- en 1988, al borde del 29º cumpleaños de Florence. Todo, después de una carrera atlética poco explosiva hasta ese mismo 1988. 

Cuando Griffith-Joyner, con su estilo relampagueante, sus uñas larguísimas y afiladas más maquillaje 'flashy' de brillo y sus 'bodies' elásticos de una sola pierna... reventó los récords mundiales de velocidad, su único logro relevante en el atletismo de alta competición era la plata olímpica en 200 metros en los Juegos de Los Ángeles, en 1984, con unos 'modestos' 22.04 (oro para Valerie Brisco-Hooks, otra pupila de Bob Kersee; 21.81)... y en ausencia, por boicot, de las atletas soviéticas y las temibles 'valquirias' de Alemania del Este, con Marita Koch al frente. 

Tan poco se veía Griffith como gran campeona... que tras la medalla de plata de L. A./1984 comenzó a trabajar como cajera en una oficina bancaria, además de diseñadora de moda 'por libre'. Había competido completamente enfundada en un 'mono' o 'buzo' de lycra, algo insólito para la época. Su madre (también 'Florence Griffith') había sido costurera en el poco recomendable barrio marginal de Watts. El padre, electricista. Eran... nada menos que 11 hermanos en la familia Griffith, del electricista y la costurera.

Entre 1984 y 1987, 'Flo-Jo' entrenó bastante poco -siempre a las órdenes del pintoresco Bobby Kersee, que la dirigía desde la California State University, en Northridge, junto a otra campeona olímpica, Jeanette Bolden-... y ya no compitió en los Campeonatos Nacionales USA de 1985 y 1986. Pero todo cambió cuando en la primavera de 1987 se casó con el saltador de triple Al Joyner; a quien también entrenaba un Kersee en la plenitud de sus hipnóticos poderes. En abril de 1987, la nueva 'Mrs. Joyner' decidió volver al atletismo 'con todo', se clasificó para el Campeonato Mundial de Roma de ese 1987, y en el 'Stadio Olimpico' romano firmó la plata en 200 metros tras la 'valquiria' germano-oriental Silke Gladisch, con su mejor marca de siempre: 21.96 (Gladisch, 21.74). 'Track&Field News' colocó a 'Flo-Jo' como la segunda atleta mundial de 1987 en el doble hectómetro...

RÉCORDS DE OTRA GENERACIÓN.- Al fin, ya en la preparación de la temporada de 1988, que se enfilaba inevitablemente a los Juegos Olímpicos de Seúl (previa aduana en los 'Trials' clasificatorios de Indianapolis), Griffith-Joyner repartió el trabajo de entrenamiento de una manera muy especial, siempre en el Drake Stadium de UCLA: tres días de la semana con Kersee... y otros tres bajo órdenes directas de su marido, Al Joyner... pupilo directo del propio Kersee. 

En Colonia y ya en la primavera de 1988, Florence firmó 10.96 segundos en 100 metros, marca personal, pero ni entre las 40 mejores de todos los tiempos. Y voló a otra plusmarca personal, 10.89, en los 100 metros de San Diego, el 25.6.1988, pero la misma Evelyn Ashford tenía hasta tres marcas mejores que esos 10.89. Una semana antes de los 'Trials' de 1988, en Santa Mónica, Griffith-Joyner no pasó de 10.99.

Pero todo estalló de golpe en la primera carrera de los cuartos de final de los 'Trials' de aquel julio de 1988, en el 'Michael A. Carroll Track & Soccer Stadium', reducto de los 'Hoosiers' de 'Indiana University'. Allí, el sábado 16.7.1988, Flo-Jo fue un relámpago fulminante, como un ascua cronometrado en 10.49 sobre la recta de 100 metros... que carbonizó por 0,27 segundos el récord mundial del hectómetro, los 10.76 de Evelyn Ashford. 

Con ese registro, más los de semifinales y final (10.70, 10.61; este último. con 1,2 de aire a favor), Griffith Joyner establecía los tres tiempos más rápidos de siempre para una mujer en 100 metros. "Simplemente, está a otro nivel", zanjó Ashford, segunda en la final del hectómetro, con buena marca de 10.81, mejor que los 10.91 de Gwen Torrence, tercera. Florence, la hija de la costurera de Watts, también impuso nuevo récord de EE UU en 200 metros, que dominó en 21.85, pero con 21.77 en series; el récord mundial de aquellos mismos momentos estaba en 21.71 para las dos grandes estrellas de la República Democrática de Alemania: Marita Koch y Heike Drechsler-Daute.

Este récord de 10.49 en 100 metros fue, con diferencia, la mayor mejora en una plusmarca mundial desde la llegada del cronometraje electrónico... y sigue en pie. Se planteó -y se plantea- la posibilidad de un fallo técnico con el anemómetro de Indianapolis, que marcaba 0,0 metros por segundo (m/s) de viento a favor, lectura que no concordaba con las condiciones de viento del día; en el pasillo de triple salto, en paralelo a la recta de 100 metros, Willie Banks saltó 18,20, con 5,2 de aire a favor, casi simultáneamente a la final de 100 metros femeninos; idéntica velocidad del viento de cola que tuvo Carl Lewis para sus 9.78 en la final de 100 metros. 

Desde entonces, todos los estudios científicos encargados por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, 'World Athletics'), más organizaciones independientes, han determinado que en el momento de los 10.49 de Florence se daba un viento de cola ilegal de entre 5 m/s y 7 m/s. La IAAF no ha anulado el resultado ni el récord, pero desde 1997 el Anuario Internacional de Atletismo de la Asociación de Estadísticos de Atletismo ha catalogado los 10.49 como "probablemente, un tiempo fuertemente asistido por el viento, aunque reconocido como récord mundial".

A finales de julio de 1988, entre Indianapolis y Seúl y con todos los rumores disparándose, Griffith-Joyner dejó 'oficialmente' de entrenarse con Kersee diciendo que quería 'atención más personalizada'. A la 'ruptura' formal colaboró su descontento por la falta de 'sponsors' (por su explosión 'retardada', Griffith no tenía patrocinios ni siquiera de equipamiento o material, aunque corría con zapatilla de clavos 'Adidas'). 

Además de entrenador, Bob Kersee era el mánager de los atletas que entrenaba, a los que exigía que también utilizaran sus servicios de gestión. Al firmar 'Flo-Jo' con el agente Gordon Baskin, Kersee se echó a un lado y Florence abandonó las acaloradas pistas de UCLA para largarse a la Universidad de California en Irvine, con su esposo Al como entrenador a tiempo completo. Pero, por su parte, Al Joyner seguía entrenándose con Kersee...

Al llegar los Juegos de Seúl -ya sin Marita Koch, retirada-, el mundo de la velocidad femenina asumió la rendición más completa ante 'Flo-Jo', que conquistó el oro en 100 metros con 10.54 no oficiales, 'ventosos' (+3,0), con Evelyn Ashford a un mundo, en 10.83 y Drechsler tercera, en 10.85. Esos 10.54 de la final de Seúl son otra marca que desde entonces, ni con viento ni sin él, sólo ha podido igualar Elaine Thompson (con viento legal en este caso, +0,9). En la primera semifinal olímpica de 200 metros, el 28.9.1988, Griffith-Joyner ya arrebató el récord mundial a Koch, con 21.56, para en la final del día siguiente, 29-S destrozar este nuevo récord -es la imagen de este texto- por 0,22 segundos, con tiempo final de 21,34 segundos, muy por delante de los 21.72 de Grace Jackson (Jamaica), segunda y plata. 

Al igual que el récord de 100 metros de Indianapolis, esta fenomenal plusmarca de Florence en Seúl sigue en lo más alto de la tabla IAAF, también bajo la escolta -cada vez más próxima- de dos jamaicanas: la campeona mundial en Budapest, Shericka Jackson (21.41) y la ya citada Elaine Thompson-Herah: 21.53.

Pero la grandeza de Flo-Jo no era simplemente la súpervelocidad que cinceló su leyenda. También estaba el 'fashion style'. Vestía con esos 'bodies' o 'monos' en una sola pierna (y la otra, libre), más accesorios de encaje cuando otras atletas todavía iban con pantaloncitos cortos encima de las zapatillas de clavos. Se maquillaba, creció espectacularmente en imagen y 'marketing'. Fusionó atletismo y 'glamour' como ninguna otra mujer. El entrenador John Smith, que pronto formaría su propio 'clan de UCLA' declaró sobre Florence Griffith-Joyner: "En 1988 tenía los trajes, las uñas y el nombre, y estaba en la mejor forma de su vida. De repente, había 'atrapado' cualquier cosa. Era algo muy bello de ver". 

El relámpago deslumbrante se apagó... casi de repente. En el mismo Seúl, Griffith-Joyner sumó otro oro con el relevo estadounidense 4×100 (41.98) y se colgó la plata en 4x400, con récord de América, 3:15.51... por detrás del cuarteto de la URSS con un imponente récord mundial que llega hasta hoy, 3:15.17. Era el primer 4×400 en competición internacional de Griffith-Joyner, que corrió la última posta para los Estados Unidos. 

Florence dejó Seúl cantando constantemente en público la letra de 'The Star-Spangled Banner', el himno de Estados Unidos; al cuello se colgaba tres medallas olímpicas de oro y una de plata, cifra sólo mejorada entonces cualitativamente por la neerlandesa Fanny Blankers-Koen y sus cuatro medallas de oro en los Juegos de Londres-1948.

En febrero de 1989, Griffith-Joyner ya dedicaba su tiempo primariamente a los 'sponsors' -que, ahora sí, acudían a puñados, inclusive desde Extremo Oriente, Japón, Corea, incluso las muñecas 'Barbie'... y anunció oficialmente su retirada del atletismo. "Tengo muchas oportunidades de negocio fuera de las pistas", declaró. Sólo un mes después fue seleccionada como la ganadora del Premio James E. Sullivan de 1988 como la mejor atleta 'amateur' de los Estados Unidos.

¿QUÉ SUCEDIÓ?: ROBINSON.- Tras Indianapolis y Seúl, Griffith-Joyner se convirtió en recurrente 'objeto de sospecha'. Ya en el mismo Seúl, atletas como el mediofondista brasileño Joaquim Cruz Carvalho (oro olímpico en 800 en Los Ángeles, más plata en Seúl, en la misma distancia) y nada menos Ben Johnson -que algo sabía de 'doping'...- expresaron su incredulidad ante las mejoras de Griffith Joyner en apariencia física y registros... y en plazos tan breves. En 1988, Flo-Jo había mejorado su mejor marca en 100 metros en ¡¡47 centésimas!!. Además, el aspecto físico que Griffith-Joyner ofrecía era como el de una escultura tallada en ébano o caoba.

En 200 metros, Florence había saltado de los 21.96 segundos de 1987 al 'marcón' de 21.34 para el oro de Seúl: 62 centésimas menos en un año. Griffith-Joyner atribuyó el cambio físico a 'nuevos programas de salud y a una vida más sana, con muchos más vegetales en las comidas'. 

Cuando Al Joyner reemplazó a Bob Kersee como 'entrenador oficial', en el verano de 1988, Alfredrick, 'Al, el campeón de triple salto, cambió el programa de entrenamiento de su mujer para incluir más ejercicios de entrenamiento de fuerza para la parte inferior del cuerpo, cosas como sentadillas y arrancadas explosivas con cargas potentes. 

En los 'Días de Halcón' del verano de 1988, rumbo a los 'Trials' de Indianapolis y de paso para Seúl, Al Joyner enseñaba a Florence a correr 'relajada'. Le regalaba libros de motivación y escribía 'Gold Medal', 'Medalla de Oro', en las paredes de casa. Al se levantaba a las 04:00 de la madrugada para entrenar a su esposa... hasta que un día, Flo-Jo derrotó a Al-Jo, campeón olímpico de triple salto en 1984, en series de 'sprints' sobre 60 metros. Los dos, a tope: "No woman will beat you -- you'll run a 10.5". 'Ninguna mujer va a ganarte, vas a hacer un 10.5 en 100 metros", dijo Al Joyner a Mrs. Griffith-Joyner, que respondió: "Al, have you lost your mind? If I run that fast, they'll dissect me." ('Al, ¿has perdido la cabeza? Si corro así de rápido, me van a diseccionar viva". No estaba mintiendo, no.

En unas declaraciones de 1989 al magacin alemán 'Stern', en un reportaje por el que supuestamente recibió 25.000 dólares ('El Material del que están hechas las medallas'), el cuatrocentista Darrell Robinson, ex compañero de equipo de entrenamiento de Griffith Joyner con Bob Kersee, afirmó que en 1988 vendió a Florence Griffith-Joyner 10 ml. de hormona del crecimiento (la indetectable 'somatropina'): por 2.000 dólares, abonados presuntamente por Flo-Jo (según Robinson) en 20 billetes de 100 dólares. Robinson también afirmaba que Florence le dijo personalmente: "si quieres ganar un millón de dólares, has de que invertir algunos miles". 

Robinson agregó en 'Stern' haber recibido esteroides de las propias manos de Bob Kersee y dijo que vio a Carl Lewis inyectarse drogas que creía que eran testosterona e incluso usar las píldoras azules del prohibidísimo anabolizante 'Dianabol', el que se usaba en Alemania del Este. Todo, con la participación de Tom Tellez, 'coach' de Lewis en la Universidad de Houston ('Cougars'). También acusó a otros atletas olímpicos estadounidenses: Kim Gallagher, Stanley Floyd...

Robinson nunca proporcionó prueba alguna de sus acusaciones, fue rechazado por la comunidad atlética, fue demandado por Griffith-Joyner (via Gordon Baskin). Florence llamó a Darrell... 'incansable embustero y lunático; no puedo esperar a poder echármelo la cara, jamás le pedí absolutamente nada'. El escándalo provocó el final prematuro de la carrera atlética de Robinson, de quien se informó de un intento de suicidio. 

La despedida de la competición de Griffith-Joyner tras los Juegos Olímpicos de 1988 también se remarcó que llegaba 'un año antes de la introducción de los controles antidoping por sorpresa', en 1989. Pero Florence, 'Florencia'... había superado con 'cero resultados' de control positivo todas las pruebas a que fue sometida durante su vida competitiva. 

Después de la muerte de la campeona, en 1998, el príncipe Alexandre de Merode, presidente de la Comisión Médica del Comité Internacional Olímpico (CIO), reveló en 'The New York Times' que Griffith-Joyner había sido seleccionada constantemente para las pruebas de control 'más rigurosas y adicionales' durante los Juegos Olímpicos de 1988; esto, después de todos los rumores. 

De Merode dijo al 'N. Y.Times' que el químico alemán Manfred Donike (fallecido de infarto en 1995), exciclista profesional y Director del Laboratorio Olímpico de Seúl, máximo experto mundial 'antidoping' en esos días, no logró descubrir sustancia prohibida alguna durante esas pruebas... lo que sí se consiguió hacer con el estanozolol de Ben Johnson, en el propio Seúl, tras la finalísima masculina de 100 metros. Según De Merode, 'Hicimos a Griffith todos los análisis posibles e imaginables. Nunca encontramos nada. No debería darse la más mínima sospecha".

KERSEE Y ALLYSON.- Mientras, Bob Kersee (que había nacido en Panamá, en la 'Canal Zone') siguió su fascinante, hipnótica carrera. Después del matrimonio Joyner-Griffith, Kersee dirigió los pasos de la 'supervelocista' californiana Allyson Felix, ganadora de 30 medallas entre 2004-2022 entre Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales de la IAAF al aire libre. En los comienzos de su carrera, tras romper en 2004 con el 'coach' Pat Connolly (que había guiado en 1983 a Evelyn Ashford al récord mundial de 100 metros), Felix estuvo a punto de ingresar en el grupo 'maldito' de Trevor Graham, que incluía a Tim Montgomery, Justin Gatlin y... Marion Jones, todos ellos suspendidos o castigados por doparse o incluso (Montgomery) por delitos mayores.

Pero la intuición de Paul Felix, padre de Allyson y eminente predicador evangélico ("no me importa que me etiqueten como una de las partes del éxito de Allyson, aunque tuve la suerte de ser escuchado al fin para irnos a un entrenador limpio"...), llevó a Allyson a las manos de Kersee. 

Cuando se le cuestionó por todo lo morboso que había rodeado a Florence Griffith-Joyner, la respuesta de Bob Kersee fue típica, y así la recogió 'The Guardian': "La crisis del 'doping' es algo sacado de quicio por los medios, una, dos, tres situaciones, todo el mundo se asusta y eso es ridículo;  lo único que yo pido a mis atletas son resultados positivos, con historias positivas. Mientras se controle a todos los atletas tanto como a los míos, no tengo ningún problema. He sido bendecido por Dios para darme la oportunidad de trabajar con Allyson, que me recuerda un poco a Wilma Rudolph (campeona olímpica de 100 y 200 metros en 1960, en Roma); cuando las piernas se ponían en acción, Wilma era como una gacela. Allyson es una moderna Wilma Rudolph cuando sus piernas se ponen en marcha".

Bajo el calor tremendo de Westwood, a 800 metros de las mansiones de Bel Air y en torno a 30 grados ambientales, Kersee sigue trabajando en el Drake Stadium de UCLA, Westwood (allí mismo donde dirigió a Florence Griffith, Gail Devers, a su esposa Jackie Joyner, a Valerie Brisco...), con los integrantes de lo que él ahora llama 'Formula Kersee”. Aquí se incluyen medallistas olímpicos como Sydney McLaughlin-Levrone, Athing Mu (la corredora de 800 actualmente más cercana al estratosférico récord de Kratochvilova, con 1:54.97 el pasado 17 de este mismo septiembre, en Eugene), Keni Harrison, Jenna Prandini, Morolake Akinosun...

Pocas cosas se sustraen al avezado ojo de halcón de un Kersee que ya a mediados de los años 80 conocía de sobra lo que eran las piernas 'de gacela' de Wilma Rudolph, además de la indetectable, imbatible somatropina (HGH, 'Hormona del Crecimiento Humano')... y también, la 'eritropoietina', la EPO que escapaba a los controles hasta los Juegos Olímpicos de Sydney, en 2000. La EPO, que hace la sangre tan pesada... que provoca súbitos incidentes vasculares, especialmente... en el sueño. 

La Federación de Atletismo de Estados Unidos, USATF, ha concedido a Bob Kersee el premio de 2023 al 'Entrenador-Leyenda del Año'. Kersee lo recogerá en Indianapolis, sede de la USATF, allí mismo donde Florence Griffith-Joyner estableció hace 35 años un fabuloso récord mundial de 100 metros, adelantado a su tiempo quizá en varias generaciones. 

'The Shining Light', la 'Luz Brillante' del resplandor o relámpago de Florence Griffith Joyner se extinguió hace 25 años. 'Flo-Jo' murió joven. Desapareció... en las profundidades del sueño, dejando tras sí a una niña de siete años y a un marido, Al, cuya propia madre murió a los 37 años. 

'Flo-Jo', Florence Griffith-Joyner, corría tan rápido, tan hermosamente como un resplandeciente ascua de luz. Y ahora quizá sea mejor recordar sólo eso, 'The Shining Light'... y dejar que los susurros se callen. Y que Bobby Kersee recoja su premio.