Cuarenta a�os del �cambio� de Felipe Gonz�lez que consolid� la democracia

Cuarenta a�os del �cambio� de Felipe Gonz�lez que consolid� la democracia

ESPA�A

Felipe Gonz�lez saluda desde uno de los balcones del hotel Palace, con Alfonso Guerra al fondo, tras conseguir el triunfo en las elecciones de 1982
Felipe Gonz�lez saluda desde uno de los balcones del hotel Palace, con Alfonso Guerra al fondo, tras conseguir el triunfo en las elecciones de 1982 EFE

El PSOE logr� una victoria aplastante el 28-O con un programa moderado

23 oct 2022 . Actualizado a las 14:32 h.

Eran las dos y treinta y ocho minutos de la madrugada del 29 de octubre de 1982. A los gritos de ��presidente, presidente!�, Felipe Gonz�lez M�rquez, de 40 a�os, secretario general del PSOE, hace su entrada en los salones del hotel Palace de Madrid. Con semblante serio y contenido, voz firme y serena, se dirige a los espa�oles: �A estas alturas de la noche, de acuerdo con los datos que se han dado a conocer, est� claro que el Partido Socialista Obrero Espa�ol ha obtenido el respaldo mayoritario del pueblo espa�ol�. Su rostro refleja la responsabilidad de lo que se viene encima.

Era un triunfo anunciado, pero m�s contundente de lo que se preve�a: m�s de 10 millones de votos (48 %), mayor�a absoluta con 202 esca�os, el 80 % de participaci�n. Algo m�s de dos horas antes, el vicesecretario general, Alfonso Guerra, hab�a clavado el resultado. Gonz�lez y su n�mero dos dejaron para la posteridad la imagen saludando desde el balc�n del Palace.

Tsunami electoral

El tsunami electoral fue consecuencia directa del derrumbamiento, incluso mayor de lo esperado, de la UCD, consumida por las cainitas luchas internas, que hab�an provocado la marcha de Adolfo Su�rez. Queda reducido a 12 esca�os con Landelino Lavilla como cabeza de cartel. Ni siquiera el presidente Leopoldo Calvo-Sotelo logra asiento parlamentario. El PCE de Santiago Carrillo conserva solo cuatro, lo que llev� a la dimisi�n al l�der comunista un mes despu�s. Coalici�n Popular, liderada por Manuel Fraga, que pregonaba la �mayor�a natural�, se convierte en la segunda fuerza con 106 esca�os. El partido que hab�a creado Su�rez, CDS, se hace con dos diputados. El sistema de partidos de 1977 y 1979, un bipartidismo imperfecto, salta por los aires.

Cierre de la transici�n

Esta alternancia de poder supon�a la prueba de fuego para la joven democracia y cerraba la transici�n pol�tica, ya que la institucional y legislativa se hab�a culminado con la aprobaci�n de la Constituci�n de 1978. La izquierda volv�a a gobernar por primera vez desde la Guerra Civil, tras treinta y seis a�os de dictadura y siete de Transici�n, pero ahora lo hac�a con mayor�a absoluta, sin necesidad de pactar ni con partidos revolucionarios a su izquierda ni con liberales a la derecha. Y sin las profundas divisiones de los a�os treinta, con un partido unido en torno a un l�der indiscutible y carism�tico que conectaba con la nueva Espa�a democr�tica, que se hab�a construido la aureola de �hombre preparado, de Estado, hombre del rey�, como dec�a el semanario Cambio 16. Y que se convirti� en el primer presidente socialista de la historia de Espa�a salido directamente de unas elecciones.

Socialdem�crata moderado

�Iban a aceptar los militares que gobernara la izquierda? A primeros de octubre se descubri� la preparaci�n de un golpe de Estado, que se producir�a la v�spera de la votaci�n e iba a ser m�s sangriento que el del 23F, que preve�a bombardear o tomar por asalto los palacios de la Zarzuela y la Moncloa, entre otros centros de poder, declarar el estado de guerra y derrocar al rey. El peligro de involuci�n subsist�a, aunque las Fuerzas Armadas, en su conjunto, asumieron el cambio disciplinadamente.

El Gonz�lez que logr� ganar de forma aplastante en las urnas hab�a cambiado: ya no era el �Isidoro� de los tiempos de la clandestinidad, sino el que hab�a abjurado del marxismo en el congreso de 1979, convirti�ndose en un socialdem�crata moderado y responsable a la europea, con vocaci�n reformista y modernizadora, exento de veleidades revolucionarias.

Amenazas golpistas y terrorista

El que iba a ser presidente del Gobierno desgran� sus prioridades durante una maratoniana y multitudinaria campa�a electoral, que hizo en autob�s, bajo el lema de Por el cambio. Y eran la modernizaci�n de Espa�a, la consolidaci�n de la democracia, amenazada por la involuci�n y el terrorismo, la apertura a Europa, la superaci�n de la crisis econ�mica y la construcci�n del estado de las autonom�as. Estos objetivos conectaban con lo que quer�a una mayor�a de los espa�oles, lo que hizo que optaran por el PSOE votantes que se situaban a su izquierda y a su derecha.

Crisis econ�mica

El escenario econ�mico al que deb�a hacer frente el nuevo Gobierno de �j�venes nacionalistas espa�oles� (como lo defini� el semanario estadounidense Time), que se inicia con la crisis del petr�leo de 1979 y que se arrastra en los primeros 80, es muy preocupante: la inflaci�n en el 14 %, el paro en el 16,5 %, una econom�a que crece solo al 0,5 % en los tres �ltimos a�os, d�ficit del 5,6 % del PIB y un gasto p�blico en aumento para atender a las prestaciones por desempleo y las pensiones.

Un plebiscito sobre un partido reconvertido ideol�gicamente

�Los socialistas, a medida que se acercaba el 28 de octubre, extremaron la moderaci�n y los mensajes tranquilizadores: por supuesto, no se proceder�a a m�s nacionalizaci�n que la red de alta tensi�n; la ense�anza privada seguir�a recibiendo subvenciones; el Gobierno respaldar�a a los poderes financieros y proteger�a la econom�a de mercado; las peque�as y medianas empresas tendr�an en el Ejecutivo su m�ximo valedor�. As� relata el historiador Santos Juli� en Los socialistas en la pol�tica espa�ola lo que algunos autores denominan reconversi�n ideol�gica del PSOE, que result� absolutamente decisiva para atraer el voto centrista. Felipe Gonz�lez lo resumi� cuando se le pregunt� en qu� consist�a el cambio que preconizaba: �Que Espa�a funcione�. Ni m�s ni menos. Los llamados poderes f�cticos, como la banca, la Iglesia, o el Ej�rcito, nada deb�an temer de un Gobierno socialista.

Como escribe el historiador brit�nico Paul Preston en El triunfo de la democracia en Espa�a: 1969-1982, con las elecciones del 82 �la Transici�n concluy�. El cambio real pudo comenzar�.

Plebiscito

En su reci�n aparecido libro Por el cambio (Deusto), Ignacio Varela, que particip� en la campa�a de las elecciones del 82, se�ala que �no son comparables con ninguna o de nuestra historia democr�tica�, porque �no se trat� propiamente de una elecci�n para elegir un gobierno entre opciones diversas, sino de un plebiscito para medir qu� volumen de apoyo social reun�a la �nica fuerza pol�tica que estaba objetivamente en condiciones de hacerse cargo de la gobernaci�n del pa�s�. Varela revela que, tras conocerse el proyecto golpista para impedir la llegada al poder del PSOE, �en esas semanas de entusiasmo ciudadano se pas� mucho miedo en el Gobierno y en las sedes de los partidos�.

Tambi�n destaca que el programa electoral conten�a dos �compromisos malditos que nos amargaron la vida en el Gobierno�: el de celebrar un referendo sobre la permanencia en la Alianza Atl�ntica (OTAN, de entrada no) y la promesa de crear 800.000 empleos. El primero, revela, fue decisi�n de Felipe Gonz�lez; el segundo, de Alfonso Guerra.

El l�der del PSOE reuni� a 400.000 personas en la Ciudad Universitaria

El cierre de la campa�a electoral en Madrid apunt� por d�nde iban a ir los resultados. Fraga congreg� a 60.000 personas en la plaza Mayor, con la Orquesta Topolino amenizando el acto; los comunistas, con intervenciones de Carrillo y Pasionaria, optaron por la plaza de las Ventas, con actuaciones de Mercedes Sosa y Caco Senante y la asistencia de 20.000; UCD la acababa en un cine, con 1.500 y sin actuaciones musicales. Felipe Gonz�lez, convertido en una suerte de estrella del rock pol�tica, reuni� a 400.000 personas en un mitin-fiesta en la Ciudad Universitaria, el m�s multitudinario de la democracia, con actuaciones de Paco Ib��ez, Georges Moustaki (que interpretaron A cabalgar), Joan Manuel Serrat (Para la libertad y Hoy puede ser un gran d�a) y la apoteosis final de Miguel R�os con su Himno a la alegr�a. El mensaje final de Gonz�lez, vestido con traje gris, fue este: �El futuro es de la mayor�a que quiere el cambio. Adelante. Conquistemos el futuro en paz. Conquist�moslo en libertad. Adelante y a ganar. Espa�a y el futuro es nuestro�.�