Revista Electrónica Leer, Escribir y Descubrir, 2021, VOL. 1. NÚM 9, pp. 38-56 (ISSN: 2309-0006)
MÁS ALLÁ DE LA ALFABETIZACIÓN ACADÉMICA: LAS
FUNCIONES DE LA ESCRITURA EN EDUCACIÓN SUPERIOR
BEYOND ACADEMIC LITERACY: THE FUNCTIONS OF WRITING IN HIGHER EDUCATION
Federico Navarro32
Resumen
La escritura puede parecer tan natural como la oralidad, adquirida con facilidad por cualquier niño o niña en
cualquier cultura. Pero esto no es así: la escritura es una tecnología reciente en la historia de la humanidad,
restringida a un conjunto pequeño de lenguas, que se desarrolla mediante instrucción formal a lo largo de
mucho tiempo, y que hasta hace poco era el privilegio de las elites. Hoy, en cambio, la sociedad del conocimiento está atravesada por todo tipo de escrituras y para actuar se necesita, ante todo, ser un escritor
experto. En particular, la escritura académica es una tecnología compleja de comunicación mediata que
interviene en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, de comunicación y de evaluación, en entornos
universitarios. Con la expansión del sistema de educación superior en Latinoamérica, la cuestión de qué
escritura enseñar y cómo hacerlo se ha vuelto urgente. Por este motivo, ciertos conceptos como alfabetización académica en Hispanoamérica o letramentos acadêmicos en Brasil se han instalado en los últimos
15 años. Las diferentes tradiciones teóricas y propuestas de enseñanza han puesto el foco en algunas
funciones de la escritura académica, pero sin ofrecer una visión integrada más acorde a su complejidad.
La escritura tiene una función epistémica, creando y transformando conocimientos disciplinares; una
función retórica, comunicando según patrones discursivos también disciplinares; una función habilitante,
evaluando los desempeños y validando, o no, las trayectorias estudiantiles; una función crítica, favoreciendo la agencia y el posicionamiento propio de los estudiantes; y una función expresiva, construyendo
identidades, vinculándose con escrituras vernáculas y proponiendo miradas creativas sobre la realidad.
Estas cinco funciones establecen relaciones complejas entre sí, a veces antagónicas, pero cualquier
propuesta de enseñanza de la escritura académica en educación superior debe poder hacerse cargo de
todas ellas.
Palabras clave: Enseñanza en educación superior. Práctica situada. Discursos. Géneros
32) Académico de la Universidad de O’Higgins, Rancagua, Chile.
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Leer, Escribir y Descubrir
Escritura como tecnología
Hoy resulta natural escribir un email, subrayar un
libro, leer un periódico y chatear por redes sociales,
en ocasiones al mismo tiempo. La capacidad y la
práctica de leer y escribir parece algo espontáneo,
omnipresente, transversal, propio del ser humano,
sin importar la extracción social, cultural o
geográfica. Según Olson:
Abstract
Writing can seem as natural as orality, easily
acquired by any child in any culture. But this is
not the case: writing is a recent technology in the
history of mankind, restricted to a small set of
languages, developed through formal instruction
over a long time, and which until recently was the
privilege of elites. Today, however, the knowledge
society is traversed by all kinds of writings and to
act you need, above all, to be an expert writer. In
particular, academic writing is a complex mediated
communication technology that intervenes
in teaching and learning, communication and
assessment processes in university settings. With
the expansion of the higher education system
in Latin America, the question of what writing to
teach and how to do it has become urgent. For
this reason, certain concepts such as alfabetización académica in Spanish America or letramentos
acadêmicos in Brazil have been installed in the
last 15 years. The different theoretical traditions
and teaching proposals have focused on some
functions of academic writing, but without offering
an integrated vision more in line with its complexity.
Writing has an epistemic function, creating and
transforming disciplinary knowledge; a rhetorical
function, communicating according to discursive
patterns that are also disciplinary; an enabling role,
evaluating performance and validating, or not,
student trajectories; a critical function, favoring the
agency and the students' own positioning; and an
expressive function, building identities, linking with
vernacular writings and proposing creative views
on reality. These five functions establish complex
relationships with each other, sometimes antagonistic, but any proposal for teaching academic
writing in higher education must be able to take
care of all of them.
Es indudable que una de las principales
características de las sociedades modernas
es la ubicuidad de la escritura. Casi ningún
acontecimiento significativo, desde la declaración de una guerra hasta un simple saludo
de cumpleaños, se produce sin una apropiada
documentación escrita (Olson, 1998, p. 21).
Sin embargo, la escritura no puede confundirse
con un atributo biológico o natural, como el habla,
la visión, el sentido del equilibrio o el pensamiento
abstracto. Por el contrario, la escritura es una
tecnología reciente para construir conocimiento
y para comunicarse en sociedad, es decir, una
tecnología epistémica y semiótica. Los registros
escritos más antiguos apenas superan los cinco
mil años de antigüedad, es decir, unas 260 generaciones atrás, mucho menos que la historia de la
humanidad. Además, la escritura siempre ha sido
una tecnología escasa. Las primeras escrituras
se desarrollaron, de forma independiente, en tres
regiones: en Mesopotamia en el año 3200 AC, en
China en el año 1250 AC y en Mesoamérica en el
año 650 AC (Schmandt-Besserat & Erard, 2008). Su
aparición se vinculó a ciertos accidentes, oportunidades y condicionantes históricos, como el cambio
de las prácticas económicas de la caza y la recolección a las prácticas agrícolas de trabajo de la tierra
(Halliday, 2017c); la escritura aparece en grandes
organizaciones humanas, con conocimientos
avanzados de producción y almacenamiento de
alimentos (Landaburu, 1998). En la actualidad, la
escritura sigue siendo una tecnología presente
en solo una parte de las lenguas humanas. De las
7099 lenguas independientes, es decir, ininteligibles unas de otras, que se hablan hoy en día en
el mundo, solo 3866 tienen algún tipo de sistema
Keywords: Teaching in higher education. Situated
practice. Discourses. Genres
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
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Leer, Escribir y Descubrir
de escritura, aunque eso no significa que los
hablantes estén alfabetizados y efectivamente lo
usen (Simons & Fennig, 2017)33�
cualquier texto, lo cual presenta ventajas para su
uso y enseñanza, aunque no en todas las lenguas
(Olson, 1998), ya que los sistemas de escritura se
vinculan con cada estructura lingüística particular
(Halliday, 2017b). La economía del alfabeto fue una
de las condiciones de posibilidad de la imprenta
de Guttemberg y su sistema de letras móviles,
imposible con otros sistemas de escritura con más
elementos (Gabrial, 2008).
La invención de la escritura significó un avance
tecnológico sustancial. Se trata de la posibilidad
de registrar y comunicar creencias, experiencias,
perspectivas, solicitudes y hechos históricos,
políticos y administrativos en un soporte duradero,
autónomo, atesorable, transportable y decodificable por un lector en otro espacio y tiempo. La
primera escritura en la Mesopotamia se originó
en el paso de un sistema de registro en el que se
utilizaban piezas con la forma y características de
cada uno de los bienes poseídos o adeudados
(como una jarra de aceite o una oveja), a su inscripción, más económica y simple, en una tabla de
arcilla con numerales y fonogramas (signos que
representan sonidos), diseñados mediante una
aguja, que correspondían al nombre de la persona
interesada (Schmandt-Besserat & Erard, 2008).
La propia historia del desarrollo y masificación de
la escritura está indeleblemente vinculada a los
desarrollos tecnológicos que la materializan, ya
que los primeros materiales e instrumentos para
escribir eran caros, escasos y difíciles de utilizar.
El papiro, por ejemplo, significó un importante
avance respecto de las tablillas de arcilla con el fin
de almacenar, transportar y expandir la escritura,
pero luego fue reemplazado por el pergamino, que
era más resistente y reutilizable, y que, al poder ser
escrito de ambos lados, anticipó el libro (Gabrial,
2008).
La escritura como tecnología escasa también
es identificable hacia dentro de las sociedades y
culturas que la utilizan. Históricamente, hasta la
invención de la imprenta, la escritura estaba restringida principalmente al ámbito religioso (clero) y,
en menor medida, al ámbito legislativo-administrativo y contable (Landaburu, 1998). Pero incluso
luego del Renacimiento y hasta el siglo XX, solo
una pequeña elite ilustrada y privilegiada podía
comprender o producir la escritura, mientras que la
inmensa mayoría de la humanidad era analfabeta.
Este panorama ha cambiado drásticamente en
las últimas décadas. Según cifras de UNESCO, a
mediados del siglo XX, el 43-45% de los adultos
en el mundo eran analfabetos (40-44% en México,
Centroamérica y Sudamérica) (UNESCO, 1957).
Para el año 2014, esta cifra se había reducido al 15%
en el mundo y al 7% en Latinoamérica y el Caribe
(UNESCO, 2016). Por este motivo, puede afirmarse
que nunca antes en la historia de la humanidad se
leyó y escribió tanto y en tantas lenguas como en
el día de hoy.
Escritura como práctica situada
Como tecnología, la escritura es un sistema de
marcas gráficas que representa las unidades
de una lengua (Schmandt-Besserat & Erard,
2008). Estas unidades representadas pueden
ser fonemas, sílabas, morfemas o palabras,
en diferentes combinaciones. En particular el
alfabeto, inventado alrededor del año 1700 antes
de Cristo en la zona donde actualmente se ubica el
Líbano (Schmandt-Besserat & Erard, 2008), es un
sistema de escritura revolucionario, porque con su
correspondencia con fonemas ofrece un conjunto
acotado de menos de 30 signos para construir
Sin embargo, estos avances en la alfabetización
inicial o funcional no son suficientes para las
demandas y necesidades actuales de la sociedad
del conocimiento. Como explica Olson:
La cultura escrita en Occidente no es solo
aprender el abecedario; es aprender a usar
los recursos de la escritura para un conjunto
culturalmente definido de tareas y procedimientos (Olson, 1998, p. 65).
33) Consultado en ethnologue.com (16/11/17).
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
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Leer, Escribir y Descubrir
La escritura, entonces, no es una competencia
genérica, "blanda", simple y transversal, aprendida
de una vez y para siempre en la educación básica,
sino que hay muchas escrituras: la escritura
creativa literaria de una novela histórica, la
escritura informal inmediata con devolución en
línea de sus lectores de un tweet, la escritura
íntima sin interlocutor externo explícito del diario
personal, la escritura científica experta despersonalizada del informe de laboratorio. De esta
forma, la escritura siempre es una práctica situada
(Barton & Hamilton, 2000): en cierto marco social,
histórico y cultural; en una situación comunicativa
específica; para intentar cumplir determinados
propósitos; desde ciertos emisores y para ciertos
interlocutores; sobre ciertos temas y mediante
ciertos patrones discursivos y léxico-gramaticales;
y a través de ciertos géneros discursivos/textuales
(Navarro, 2019), concepto clave que interrelaciona
todos los elementos previos.
(p. 167). Además, tal como lo atestigua un conjunto
creciente de investigaciones especializadas, la
escritura es central para la participación ciudadana
en la construcción del conocimiento social, en la
discusión política y en la toma de decisiones en la
esfera pública (Starke-Meyerring & Paré, 2011, p. 2;
traducción propia).
De esta manera, en la actualidad se espera que
los ciudadanos sean escritores y que sus escritos
tomen en cuenta, para adecuarse o para confrontar,
expectativas diversas en distintos contextos administrativos, educativos y profesionales, públicos y
personales. Para actuar en sociedad se necesita,
hoy en día, ser un escritor experto, un escritor
que además nunca termina de aprender a serlo
(Bazerman, 2013). Escribir con experticia requiere
utilizar varias de las llamadas competencias del s.
XXI, como el pensamiento crítico, la comunicación
efectiva, la argumentación, el uso y evaluación de
información y fuentes, la resolución de problemas,
la colaboración, el aprender a aprender, la autogestión y la creatividad (Pellegrino & Hilton,
2012); estas competencias permiten comprender,
adecuarse, cumplir propósitos y transferir conocimientos y habilidades a situaciones nuevas y
dinámicas (Kreber, 2009). Por eso, formar escritores
avanzados es cada vez menos la enseñanza de
contenidos de lenguaje estáticos, desagentivados y descontextualizados (la estructura del
ensayo o los tipos de conectores) y cada vez más
la enseñanza de competencias situadas, significativas y transferibles a contextos nuevos y flexibles:
cómo se organiza el espacio social, qué posición
se ocupa, a quién se le escribe, para qué, dónde
buscar un ejemplar típico, qué pasos se pueden
seguir, qué aspectos revisar en el escrito, cuáles
son los errores más frecuentes.
En contraste, las primeras escrituras de Mesopotamia se usaban para funciones muy particulares
y semióticamente limitadas, como inventariar un
patrimonio o registrar una deuda. Es decir, en el
comienzo de la escritura, cada signo escrito correspondía a una posesión o a un bien adeudado, y por
lo tanto la función de la escritura era puramente
económica; esta función se ampliaría con el tiempo
a otras, como la creación poética, el recuento
histórico o el homenaje funerario. Los inicios de
la escritura en diferentes contextos geográficos,
históricos y culturales permiten reconocer que
la producción escrita puede cumplir funciones
diferentes, relevantes para esos contextos.
La complejidad y diversidad intrínseca de la
escritura actual se ha multiplicado con las prácticas
letradas complejas propias de la sociedad de la
información, la comunicación y el conocimiento:
Escritura como forma de pensamiento
Según Halliday, la escritura implica una semiótica
reciente, evolucionada, que pone en juego nuevas
formas de expresión, nuevas formas de conocimiento y nuevas formas de aprendizaje institucionalizado respecto de la comunicación oral y
el aprendizaje en el seno de la familia y el hogar.
La escritura se ha vuelto un importante medio de
producción y como tal conforma un componente
vital de la infraestructura epistemológica de las
organizaciones y sociedades con uso intensivo
del conocimiento. En palabras de Brandt (2005),
la escritura se ha tornado un “bien muy preciado”
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
41
Leer, Escribir y Descubrir
Si la escritura es una semiótica evolucionada y
compleja, una tecnología reciente que implica una
forma abstracta de vincularse con el mundo y el
conocimiento, entonces su aprendizaje no puede
ser natural, espontáneo y universal, mediante
estímulos aislados y accidentales, como la
oralidad. Por el contrario, la escritura se aprende
sobre todo en entornos educativos institucionalizados, extensos en el tiempo, y está indisolublemente asociada a estos, si bien existen numerosas
instancias no formales de aprendizaje y práctica
de la escritura entendida en sentido amplio. De
esta manera, la escritura posee una centralidad y
ubicuidad en las trayectorias de formación dentro
del sistema educativo. Como afirman Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls, "todo el currículo
educativo se basa en aprender a operar con
sistemas de representación de la realidad, principalmente escritos" (p. 79). El proceso de aprendizaje es diferente según el tipo y complejidad del
sistema de escritura del que se trate y, así, no toma
el mismo tiempo y esfuerzo aprender a escribir en
español y en japonés, aunque sí toma el mismo
tiempo y esfuerzo adquirir la lengua oral, española
o japonesa.
Escribir, en contraste con comunicarse oralmente,
implica un cambio en la concepción de la realidad:
"la escritura [...] coloca en primer plano el aspecto
sinóptico, la realidad como objeto, en lugar del
aspecto dinámico de la realidad como proceso,
como ocurre en la lengua hablada" (Halliday,
2017a, p. 238-9). Así, la escritura tiene un impacto
cognitivo y cultural en los grupos sociales al
permitir formas nuevas de abstracción, acumulación, conservación, demostración y transmisión de
conocimiento. Por este motivo, la escritura posee
un marcado prestigio social (y, consecuentemente,
un mayor valor de verdad asociado) frente a la
oralidad, algo especialmente cierto en los ámbitos
educativos, científicos y técnicos occidentales34
(Calsamiglia Blancafort & Tusón Valls, 1999). Desde
la perspectiva de Olson, la potencia de la escritura
como tecnología no radica tanto en su capacidad
de registrar y reproducir, sino más bien en su
capacidad de transformar el conocimiento:
La magia de la escritura proviene no tanto del
hecho de que sirva como nuevo dispositivo
mnemónico, como ayuda para la memoria, sino
más bien de su importante función epistémica. La
escritura no solo nos ayuda a recordar lo pensado
y lo dicho: también nos invita a ver lo pensado y lo
dicho de una manera diferente (Olson, 1998, p. 16;
traducción modificada).
Escritura como práctica multidimensional
La escritura, como tecnología epistémica y
semiótica compleja, integra múltiples niveles
simultáneos e interdependientes. Si bien es
frecuente que se asocie la escritura a la caligrafía,
la ortografía o el formato, estos elementos constituyen meramente las marcas más evidentes de un
proceso (escribir) y un producto (el texto) que
involucra también dimensiones léxicas, gramaticales, semánticas, discursivas, multimodales,
tecnológicas, situacionales, retóricas, sociohistóricas y psicológicas. La escritura materializa
complejos procesos de reflexión, vínculos con
lecturas previas, planificación, organización en una
estructura de funciones, lazos cohesivos y
temáticos entre partes del texto, construcción de
autoría y autoridad, etc. A su vez, la escritura pone
Esta nueva perspectiva abstracta y transformadora
de la realidad se manifiesta de forma lingüística:
el texto escrito es un objeto (semi) estático, y la
gramática de la escritura construye procesos
y propiedades no como verbos y adjetivos (su
manifestación congruente) sino objetivizados
como sustantivos (su manifestación metafórica).
De esta manera, “la temperatura del mar se ha
incrementado” se convierte en “el incremento en la
temperatura del mar”. Esta metáfora gramatical es
también la puerta de acceso, según Halliday, a una
forma de construcción de conocimiento abstracto,
elaborado, propio de los ámbitos educativos, científicos y técnicos (Halliday, 2004).
34) Este prestigio no siempre fue tal. Platón, en sus escritos dialogados, planteó las limitaciones del carácter monológico de la escritura; algunos
pensadores de la Ilustración europea del s. XVIII creían que los pueblos sin escritura estaban más cerca de la verdad, asociada a la naturaleza y a
lo primigenio (Landaburu, 1998); Saussure, Halliday o Bloomfield, entre otros lingüistas del s. XX, reivindicaron la centralidad de la oralidad para el
estudio del lenguaje natural.
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
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Leer, Escribir y Descubrir
de referencias exofóricas (vinculadas al contexto
inmediato material de producción, muy frecuentes
en la oralidad) y la alta frecuencia de recursos
metadiscursivos interaccionales como mitigadores y refuerzos (Hyland, 2005) para negociar
posiciones y anticipar objeciones de los lectores;
en la oralidad, estos ajustes se pueden dar en
tiempo real en función de las reacciones del
interlocutor y utilizando elementos no verbales:
vocalizaciones, elementos cinésicos y elementos
proxémicos.
en juego la valoración, identidad e ideología de los
escritores y muestra trazos de los contextos
sociales, históricos y culturales en los que se
manifiesta. La siguiente tabla presenta algunas de
estas dimensiones, que necesariamente se corresponden con funciones diversas, como se muestra
más adelante:
Tabla 1. Algunas dimensiones de la escritura
Dimensiones
de la escritura
Ejemplos
Mecánica
caligrafía, grafomotricidad
Normativa
ortografía, puntuación, corrección
idiomática
Léxica
campos léxicos, términos técnicos
Gramatical
morfología, sintaxis, concordancia,
subordinación, metáfora gramatical
Discursiva y
semántica
intertextualidad, desarrollo temático,
cohesión, estructura retórica,
metadiscurso, voz autoral
Multimodal
imágenes, formato, tipos de fuente
Tecnológica
procesador de texto, gestores
bibliográficos
Situacional y
retórica
propósitos, adecuación a
situaciones y destinatarios, géneros
discursivos
Social e histórica
Psicológica y
afectiva
Estas distinciones entre oralidad y escritura, si bien
orientan la discusión al identificar rasgos prototípicos de uno y otro modo, sin dudas resultan
esquemáticas y simplificadoras, en particular en
la actualidad. Las tecnologías de la información y
la comunicación y su uso masivo han impulsado
formas híbridas de oralidad escrita o de escritura
oral, en las que la escritura es dinámica e interactiva, con elementos léxicos de la oralidad y referencias exofóricas difíciles de comprender fuera
de la situación comunicativa inmediata. A su vez,
los textos son cada más dinámicos y multimodales, incluso en los ámbitos más conservadores
de la academia y la ciencia, y combinan modos
diversos e hipervínculos directos a otros textos. Así,
los textos en la actualidad se entienden como una
entidad semiótica multimodal (Kress, 2012) que
puede integrar gestos, oralidad, imágenes (fijas y
móviles), escritura, música y elementos tridimensionales.
género, identidad, ideología,
relaciones de poder
expresión, valoración, aceptación,
inclusión.
La escritura prototípicamente se caracteriza por
la comunicación in absentia, esto es, por una interacción diferida con desplazamiento temporal
y espacial del escritor o escritores y el lector o
lectores (Calsamiglia Blancafort & Tusón Valls,
1999; Castelló, 2007). Por este motivo, el texto
escrito debe ser en buena medida autosuficiente,
es decir, contener los elementos necesarios para
ser comprendido a pesar de este desplazamiento
temporo-espacial y para orientar las lecturas
posibles de sus lectores, al menos de los lectores
anticipados textualmente. Esta necesidad del
texto escrito también se manifiesta lingüísticamente, por ejemplo a través de la alta frecuencia
de elementos léxicos formales, la baja frecuencia
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
Escritura en educación superior
Desde un punto de vista contextual, la escritura
académica podría definirse como aquella que se
produce en el ámbito formativo de la educación
superior. Se trata de una tecnología semiótica
compleja de construcción de conocimiento y
de comunicación mediata que interviene en los
procesos de enseñanza y de aprendizaje, de
comunicación y de evaluación, en instituciones
terciarias y universitarias. Definida de esta manera,
la escritura académica se encuadra en el sistema
de actividad (Bazerman, 2012) de formación
académica y en las culturas disciplinares (Hyland,
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Leer, Escribir y Descubrir
Figura 1. Ámbitos y trayectorias de las escrituras académicas (elaboración propia)
a través del currículum
a través
de las
asignaturas
áreas
carreras
a través
de la
formación
disciplinas
subdisciplinas
2004), que incluyen diversos actores (estudiantes,
profesores, funcionarios, personal administrativo) y
múltiples propósitos y actividades. Sin embargo, el
foco de esta definición está en la educación superior
como espacio de formación y en la escritura estudiantil como conjunto de producciones híbridas,
en transición, objeto de enseñanzas y aprendizajes
disciplinares. De esta manera, puede afirmarse
que la escritura académica tiene una triple
presencia en el ámbito de la educación superior: a
través del currículum, en las diferentes asignaturas
y carreras; a través de las etapas formativas, en el
ingreso, transición y egreso de la universidad y los
estudios terciarios; y a través del desarrollo de las
asignaturas, en instancias de estudio, producción
creativa y control de aprendizajes (Bazerman et
al., 2016). En la figura 1, se sintetizan las diversidades de ámbitos y trayectorias que atraviesan las
escrituras académicas.
a través
de las
asignaturas
identificarse la escritura característica de una
carrera, como biología o ingeniería eléctrica. Sin
embargo, como las carreras son espacios multidisciplinarios, corresponde también identificar
diferentes disciplinas dentro de las carreras, y por
tanto puede distinguirse dentro de la misma carrera
de, por ejemplo, Licenciatura en Sociología, entre
el profesor a cargo de la asignatura Sociología, la
profesora a cargo de la asignatura Antropología y
la profesora a cargo de la asignatura Filosofía: es
posible que el primero favorezca datos cuantitativos o mixtos y discusión de fuentes expertas, la
segunda valore el punto de vista informado y las
observaciones participantes del estudiante, y la
tercera la deconstrucción de argumentos teóricos
en fuentes clásicas y posición de lectura original
del estudiante. La clasificación de las áreas,
carreras y disciplinas es compleja y opaca, y no
solo obedece a cuestiones epistemológicas, sino
también históricas, geográficas, políticas, entre
otras (ver Kreber, 2009, para una distinción entre
disciplinas, temas y asignaturas). Martin, Maton
& Matruglio (2010), por ejemplo, proponen una
clasificación de las formas de construir conocimiento, y las correspondientes formas de usar el
lenguaje, en diferentes áreas y disciplinas, como
se ve a continuación. Nótese cómo la lingüística y
los estudios literarios, tradicionalmente unidos en
una misma carrera en Latinoamérica, se ubican en
extremos opuestos epistemológicamente:
Es evidente que las humanidades como área
comparten ciertos presupuestos y marcos epistemológicos (por ejemplo, la visión crítica o la exploración de la subjetividad) y formas de escritura
(por ejemplo, el ensayo), frente a los presupuestos
y marcos epistemológicos en ciencias naturales
(por ejemplo, el uso de datos empíricos mediante
procedimientos experimentales replicables) y
sus correspondientes géneros discursivos (por
ejemplo, el informe de laboratorio). A su vez, puede
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
a través
de las
asignaturas
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Leer, Escribir y Descubrir
Figura 2. Formas de construir conocimiento según áreas y disciplinas (Martin,
Maton & Matruglio, 2010; traducción propia)
estructura
jerarquica de
conocimiento
física
biología
ciencia
estructura
horizontal de
conocimiento
lingüistica
sociología
ciencias
sociales
Pero esto no es suficiente, porque las disciplinas
incluyen subdisciplinas y tradiciones epistemológicamente distantes, y por ejemplo la psicolingüística incluirá evidencias empíricas experimentales
recolectadas colectivamente y publicadas en
artículos en inglés en psicolingüística, en contraste
con evidencias históricas documentales recolectadas individualmente y publicadas en un libro en
español en historiografía lingüística.
historia
estudios literarios
humanidades
conocidos como géneros epistémicos o géneros
estudiantiles (Thaiss & Zawacki, 2006). Los
géneros expertos son escritos por científicos y
profesionales con experiencia, son leídos por
pares con conocimientos presupuestos afines, y
buscan hacer y negociar aportes al conocimiento
científico consensuado o llevar a cabo acciones
sociales profesionales particulares, no vinculadas
necesariamente a la formación. Por estos motivos,
representan un desafío de lectura para los estudiantes, ya que estos no son los lectores presupuestos textualmente. En contraste, los géneros
de formación son escritos por estudiantes, son
leídos por miembros expertos, habilitados y con
más conocimientos, y tienen objetivos pedagógicos, formativos y evaluativos. Por estos motivos,
los géneros expertos y de formación presentan
similitudes discursivas, pero no son iguales ni
puede establecerse una correspondencia directa
entre ellos. En palabras de Camps:
Para entender mejor esta diversidad, es importante
tomar en cuenta los géneros discursivos que los
estudiantes deben leer y escribir en educación
superior, esto es, las clases de textos situados
más o menos estables orientados a fines sociales
y comunicativos y con ciertos rasgos estructurales, temáticos y discursivos (Navarro, 2019). En
medicina se escriben historias clínicas y epicrisis,
mientras que en ingeniería se escriben informes
de laboratorio y prácticas profesionales supervisadas; es más, aunque en casi todas las carreras
y disciplinas se escriban tesis, el nombre común
oculta todo tipo de variaciones en las expectativas
de escritura. Una complejidad añadida es que
muchos profesores solicitan géneros discursivos,
pero no enseñan qué tipo de escrito esperan, no lo
tienen muy claro, o sus expectativas no coinciden
con las de los estudiantes (Lillis, 2001).
La situación de aprendizaje no es coincidente
con la comunicación entre científicos de un
campo determinado del saber. La actividad
relacionada con una investigación cuya
finalidad es ser admitido en una comunidad
científica no es idéntica a la de elaborar
un informe de investigación cuando ya se
participa en ella (Camps, 2007, p. 10).
Además, es necesario distinguir entre géneros
expertos y géneros de formación, también
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
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Leer, Escribir y Descubrir
En el nivel microdiscursivo, las diferencias también
se multiplican: en las ciencias exactas y naturales,
por ejemplo, se cita poco y en general no importa
de qué manera las fuentes dicen lo que dicen, y
por eso se usa muy poco el discurso directo pero
se prefieren las normas de cita con superíndices,
mientras que en las ciencias humanas y sociales
es fundamental dar cuenta de las formas de
afirmar y construir argumentaciones de las fuentes
citadas y se necesitan normas de cita complejas
para dar cuenta de la bibliografía utilizada. Así,
incluso en los aspectos más específicos del
discurso, las diferentes formas de escritura en
la educación superior están intrínsecamente
vinculadas a formas de conceptualizar el mundo,
es decir, variables epistemológicas, y a formas de
vincularse con la comunidad de pares, es decir,
variables culturales. De esta manera, la escritura
académica es indisociable de las prácticas, conocimientos y epistemologías de las culturas disciplinarias donde se inscribe (Hyland, 2004).
lingüísticos de la época en la región, ni tampoco
en las prácticas letradas académicas según una
perspectiva situada más allá de su enseñanza.
El foco, en cambio, es cultural y pedagógico:
alfabetización académica se refiere al proceso
de enseñanza y aprendizaje mediante el cual un
estudiante de educación superior adquiere las
formas de comunicación, principalmente escritas,
propias de su carrera, su disciplina o subdisciplina
y su futuro campo de desempeño profesional.
Este proceso se entiende como una enculturación disciplinar que no se restringe a aspectos
lingüísticos, aunque tampoco puede prescindir
de ellos: entender y asimilar las formas de pensar
y actuar en los distintos ámbitos académicos
ayuda a escribir de ciertas formas esperadas en
esos entornos, de la misma manera que entender
y asimilar los géneros discursivos de los distintos
ámbitos académicos ayuda a pensar y actuar de
ciertas formas esperadas en esos espacios.
En su presentación del término, Carlino aclara,
a su vez, que es su traducción particular del
término inglés "literacy", el cual en su acepción
original "hace referencia a un conjunto de prácticas
letradas más amplias [...] todo lo relativo al leer,
escribir, estudiar y comunicarse por escrito, en
cualquier nivel" (p. 15). En 2013, una década más
tarde, Carlino reelabora el concepto, recuperando
casi sin modificación la definición inicial, pero con
un foco más explícito en la enseñanza: "proceso de
enseñanza que puede (o no) ponerse en marcha
para favorecer el acceso de los estudiantes a las
diferentes culturas escritas de las disciplinas"
(Carlino, 2013, p. 370; énfasis añadido).
Alfabetización académica
En los últimos años, las instituciones de educación
superior en Latinoamérica han comenzado
a poner en marcha iniciativas de enseñanza
para abordar esta complejidad de la escritura
académica y disciplinar. El concepto de alfabetización académica, en particular, se ha popularizado
en Hispanoamérica y ha permitido denominar
este nuevo campo de estudios e iniciativas
sobre la enseñanza de la escritura en educación
superior35. Paula Carlino propuso por primera vez
el concepto en 2002 y lo definió como "la función
social de la universidad de facilitar el ingreso en
las comunidades científicas y/o profesionales"
(Carlino, 2002, p. 3). En otro trabajo del mismo
año, Carlino especifica que se trata de "facilitar el
acceso a las culturas escritas correspondientes a
sus [las de las universidades] disciplinas" (Carlino,
2002B, p. 60; énfasis añadido). Como puede
apreciarse, ya en esta primera definición el foco
no está en el discurso académico como objeto
en sí, una temática prioritaria de los estudios
Hoy en día, la agenda educativa en la región
incluye la escritura académica como objeto válido
y necesario de enseñanza. Esto se debe, entre
otros factores, al fenómeno global de expansión
del sistema de educación superior y al ingreso
de grandes cantidades de estudiantes no tradicionales, en muchos casos primera generación
universitaria y con poca familiaridad con el capital
semiótico académico (Navarro, 2017). Como han
35) En Brasil, en cambio, predomina el concepto, diferente en su definición y alcances, de letramentos acadêmicos (cf. Motta-Roth et al., 2016).
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
46
Leer, Escribir y Descubrir
Si bien existen cambios en las políticas
educativas hacia una mayor expansión, y la
diversidad es retóricamente celebrada en la
Misión de las instituciones, la diversidad como
una dimensión fundamental de las prácticas
comunicativas en general es considerada
como algo problemático (Lillis & Scott, 2007, p.
8; traducción propia).
La "crisis de la escritura", es decir, el supuesto de
que los estudiantes actuales escriben peor que
estudiantes de años previos, es un error conceptual
e incluso un problema ideológico, porque implica
una concepción de la escritura como competencia simple, transversal, que no es objeto de
enseñanza en la universidad y que corresponde
solo a las elites sociales ilustradas y privilegiadas.
Sin embargo, esta concepción errada permite en
algunos casos que las instituciones dispongan
fondos, personal y recursos para impulsar iniciativas de (verdadera) alfabetización académica.
Archivo de imagen del Consejo Puebla de Lectura
demostrado diversas investigaciones desde la
antropología, la lingüística y la sociología de la
educación, las formas de escritura y comunicación
que son valoradas en entornos educativos formales
no se enseñan ni curricularizan (Schleppegrell,
2004) y, por lo tanto, las instituciones favorecen
a los estudiantes más tradicionales que las han
adquirido por sus propios medios o a través de sus
entornos educativos, familiares y sociales; es decir,
las instituciones educativas favorecen a aquellos
estudiantes ya de por sí privilegiados (Lillis, 2001).
En la era de la universidad masificada, pero todavía
poco inclusiva, la alfabetización académica busca
colaborar con la inclusión y la equidad educativas
y reemplazar, de alguna manera, el desafío que en
otra época significó la alfabetización inicial: formar
sujetos lectores y escritores (avanzados).
Ahora bien, algunas reflexiones teóricas e iniciativas de enseñanza basadas en la noción de alfabetización académica ponen el énfasis exclusivamente en la función epistémica de la escritura
de formación, es decir, en tanto instrumento para
aprender. A su vez, el propio enfoque escribir a
través del currículum, en el cual se inspira, ha
recibido críticas por no problematizar las formas
de comunicar y construir pensamiento que enseña
y reproduce (Russell, 2013). A esto se suma que
otras tradiciones de enseñanza de la escritura en
educación superior, de larga y fructífera tradición
en Latinoamérica, han puesto el énfasis o bien
en validar metodologías propias de los talleres
de escritura creativa y expresiva (ver por ejemplo
BAS, 2015); o bien en colocar en foco los saberes
lingüísticos y discursivos pero sin atender a su uso
situado (lo que Horner, 1999, llama "sesgo textual"
y Lea y Street, 2006, "modelo de aprendizaje de
competencias"); o bien en priorizar la formación
de graduados críticos respecto de las prácticas
de sus disciplinas y entornos, por ejemplo reflexionando sobre la historia de esas prácticas (Arnoux,
Di Stefano & Pereira, 2002).
Esta nueva configuración, más rica, masiva y
compleja, de la educación superior en Latinoamérica ha fomentado en algunos casos una narrativa
de supuesta crisis de la educación y de escritura
de los estudiantes, un fenómeno reaccionario
frente a procesos inclusivos en la universidad que
ha sido estudiado en otros contextos geográficos e
históricos (cf. Russell, 2002, para el contexto estadounidense). En términos de Lillis y Scott, quienes
estudian el sistema británico, las instituciones
de educación superior ocupan un lugar contradictorio de fomento de la inclusión de nuevos
perfiles de estudiantes y de expansión del acceso
a la universidad, pero de conservadurismo frente
a la diversidad discursiva y educativa que esta
inclusión trae consigo:
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
47
Leer, Escribir y Descubrir
Estos aspectos de la formación de un escritor
experto no son excluyentes, sino necesariamente
complementarios. Si la escritura académica es
una práctica compleja, diversa y situada, como se
señaló antes, entonces la alfabetización académica
es un proceso igual de complejo, diverso y situado
que las instituciones de educación superior deben
intencionar y monitorear. Se requiere entonces
un desarrollo teórico que habilite formas más
sofisticadas de entender qué significa enseñar y
aprender a escribir académicamente en educación
superior. La complejidad de la alfabetización
académica no se restringe al carácter situado,
epistemológica y culturalmente diverso, de la
escritura en las asignaturas, carreras y disciplinas.
La alfabetización académica es compleja porque
la escritura académica cumple diversas funciones
sociales, culturales, pedagógicas, comunicativas
y personales. Así como se necesita comprender
que la escritura integra dimensiones diversas,
desde la ortografía de superficie hasta la construcción subyacente de la identidad de los escritores,
de igual forma se necesita repensar la noción de
alfabetización académica a partir de las funciones
interdependientes y simultáneas que cumple la
escritura en educación superior.
de la escritura, ni de hacer un control de lectura
mediante respuestas de opción múltiple, aunque
estas actividades de baja demanda cognitiva son
frecuentes en la universidad. La escritura mediante
géneros discursivos de formación complejos,
situados, con propósitos e interlocutores específicos, con una estructura y un conjunto de rasgos
discursivos particulares, permite organizar, transformar, reconstruir, profundizar y aprehender conocimientos hasta hacerlos propios. Así, como señala
Russell, no existen evidencias de una correlación
general entre escribir más y aprender más, pero sí
entre escribir textos significativos y estimulantes y
un mayor desarrollo y aprendizaje personal, social,
práctico y académico, al menos desde las percepciones de los participantes (Russell, 2013) Las
investigaciones sobre la temática advierten que no
es posible medir el efecto de la escritura sobre el
aprendizaje si este se entiende de forma discreta e
inmediata; por el contrario, los efectos son de largo
plazo, en un desarrollo no lineal. El aprendizaje
de los géneros discursivos, con su tipologización
discursiva de ciertas formas repetidas, reconocidas y esperadas de interacción y acción social,
brinda una ruta de acceso, escrita y andamiada,
para el aprendizaje, una suerte de zona de
desarrollo próximo vygotskiana (Bazerman, 2009)
que fomenta ciertas formas de pensar, razonar,
nombrar e interpretar el mundo.
Funciones de la escritura académica de
formación
Esta forma de utilizar la escritura en el aula
intenciona y potencia su función epistémica y
corresponde a un enfoque denominado escribir
para aprender, esto es, incentivar en todas las
asignaturas las instancias de escritura significativa.
Escribir para aprender pone en crisis la dicotomía
forma y contenido y los plantea como elementos
indisociables. En términos de Rusell:
Función epistémica
A través de la escritura académica, los estudiantes
revisan, aprenden y transforman los contenidos
disciplinares y ejercitan e internalizan las competencias y prácticas del ámbito cultural y profesional en el que se insertan. Al escribir ensayos,
exámenes grupales, informes de prácticas profesionales, fichas bibliográficas, proyectos de investigación, entradas de blog de divulgación científica,
posters científicos u otros géneros, los estudiantes
construyen afirmaciones y posiciones, organizan
sus ideas, muestran sus aprendizajes, vinculan lo
que entendieron con otros contenidos y lecturas,
aportan sus miradas e interrogantes, y ajustan
afirmaciones a distintos interlocutores. No se trata
de reproducir o transmitir conocimientos a través
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
Ocuparse de la escritura no suplanta, por
tanto, la enseñanza de contenidos, sino que
es una forma de enseñar esos contenidos de
forma más efectiva, ya que los contenidos no
se entienden como algo que se coloca en la
mente de los estudiantes sino como recursos
para vincularse y comunicarse con el mundo
y con los demás -de forma más significativa,
48
Leer, Escribir y Descubrir
por lo general, a través de la escritura (Russell,
2013, p. 175; traducción propia).
Para esto, es importante tener una teoría del
lenguaje y de la lengua, de su organización en
estratos y de sus componentes sistemáticos.
Formar escritores incluye enseñar sobre la lengua
y el discurso, usar un metalenguaje para nombrar
sus elementos y desarrollar conciencia metalingüística para guiar la toma de decisiones del
escritor experto. En sentido complementario, no
basta con una teoría sobre la lengua: para enseñar
escritura, también se necesita contar con una
teoría específica de la enseñanza de la lengua:
Función retórica
En la universidad no solo se aprenden contenidos
disciplinares, sino también formas disciplinarmente específicas de comunicarse por escrito.
Cada disciplina y ámbito académico, entendidos
como culturas disciplinares, comparten y disputan
formas características de comunicación, que a su
vez se vinculan con las formas de construir conocimiento:
La enseñanza de cualquier tema o competencia involucra una enseñanza a través de
la lengua; pero la enseñanza de la lectura y
la escritura implica también una enseñanza
explícita sobre la lengua. Para enseñar lengua,
lectura y escritura de forma efectiva necesitamos un entendimiento sólido de cómo
funciona la lengua, además de un metalenguaje para hablar sobre ella con nuestros estudiantes” (Rose & Martin, 2012, p.18; traducción
propia).
Necesitamos entender la escritura académica
como prácticas sociales colectivas, y poner el
foco en los textos publicados en tanto la manifestación más concreta, pública y accesible de esas
prácticas. Estos textos son el alma de la academia
dado que las disciplinas validan sus conocimientos, establecen sus jerarquías y sistemas de
reconocimiento y mantienen su autoridad cultural
a través de los discursos públicos de sus miembros
(Hyland, 2004, p. 1; traducción propia).
La escritura de las disciplinas es más que una
norma de cita predilecta: los lectores e interlocutores de la comunidad disciplinar reconocen
a sus miembros plenos cuando se comunican
de ciertas formas esperadas. En consecuencia,
la escritura no es solo una herramienta de
enseñanza, sino que debería curricularizarse
en sí misma, es decir, pasar a ser un objetivo de
enseñanza y aprendizaje de todas, o la mayoría,
de las asignaturas. Si Física I de la carrera de
pedagogía en ciencias exactas solicita escribir
informes de laboratorio durante todo el semestre,
entonces aprender a escribir un informe de laboratorio es parte de lo que esa asignatura enseña.
Escribir para comunicar, como función complementaria de escribir para aprender (McLeod &
Miraglia, 2001), significa, entonces, incentivar en
todas las asignaturas las instancias de enseñanza
explícita y significativa de escritura disciplinar, con
conocimiento de los géneros y rasgos discursivos
característicos de las disciplinas.
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
Archivo de imagen del Consejo Puebla de Lectura
A su vez, es necesario contar con evidencia
empírica respecto de cómo es la escritura de
los ámbitos en los que se pretende enseñar: los
conocimientos sobre el ensayo en la licenciatura
en historia de una universidad francesa servirán
más bien poco para enseñar a escribir el ensayo
en el doctorado en filosofía de una universidad
mexicana. Ya sea mediante proyectos de investigación financiados, la práctica docente investiga49
Leer, Escribir y Descubrir
superior determina qué estudiantes aprueban o
desaprueban, es decir, qué estudiantes tienen
la posibilidad de ser exitosos en sus trayectorias
formativas universitarias. Escribir para acreditar
los saberes es, de hecho, el rol básico que se le
asigna a la escritura, muchas veces olvidando las
otras funciones que también puede desempeñar
(Lillis, 2001).
Ahora bien, la escritura como instrumento de
evaluación no es transparente, ingenua o desideologizada. Es frecuente que los profesores
asocien el desempeño en un escrito -un relevo
parcial, estático e impreciso de los complejos
procesos de aprendizaje y comunicación en la
academia- con la inteligencia o el esfuerzo del
estudiante. A su vez, los géneros que evalúen
aprendizajes y desempeños, como un examen
presencial o un informe de lectura, tienen características complejas que algunos estudiantes con
más capital cultural académico y más oportunidades previas -escolares, sociales, familiarespueden sortear con más facilidad que otros. Para
los profesores, en cambio, los géneros disciplinares, con sus complejidades y particularidades,
se encuentran tan rutinizados, tan inscriptos en
las acciones sociales y comunicativas que llevan
a cabo que con frecuencia se han vuelto invisibles
para ellos, es decir, no representan un verdadero
desafío ni un objeto digno de enseñanza; según
su parecer, la forma de escribirlos es obvia
(Russell, 2013). También sucede con frecuencia
que los instrumentos escritos de evaluación se
parezcan poco a las experiencias y acciones de
enseñanza y aprendizaje que efectivamente
sucedieron a lo largo del curso. Por estos motivos,
la función habilitante de la escritura académica
requiere que los profesores y las instituciones
fomenten contratos pedagógicos más explícitos
e inclusivos, por ejemplo, mediante rúbricas o
pautas de cotejo, en donde quede claro qué se
evalúa y se brinden instrucciones, retroalimentación y oportunidades de revisión de lo evaluado.
Por el contrario, la escritura académica suele
formar parte del currículum oculto (Schleppegrell, 2004), es decir, no resulta objeto explícito
de enseñanza y aprendizaje.
Archivo de imagen del Consejo Puebla de Lectura
tiva o el diseño de cursos en los que se fomente la
reflexión sobre cómo se escribe en cada ámbito,
enseñar a leer y escribir en las disciplinas implica
saber más sobre las especificidades de esas
lecturas y escritura.
El sistema de educación tiene un rol fundamental
en efectivamente enseñar lectura y escritura
académica y, así, corregir un poco la distribución
inequitativa del capital semiótico académico en
la sociedad (Rose & Martin, 2012). No es suficiente
confiar en que un proceso de enculturación y de
escribir para aprender vaya a lograr que los estudiantes aprendan, un poco por inmersión y un poco
por necesidad, las formas altamente específicas
y sofisticadas de escritura de cada ámbito disciplinar. Nuevamente, como en la función previa,
es fundamental explotar una noción situada de
género discursivo, orientada a fines, con riqueza
estructural y discursiva, y mediante una secuencia
didáctica efectiva.
Función habilitante
A través de los escritos, que operan como
evidencias documentales de los desempeños
grupales e individuales, el sistema de educación
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
50
Leer, Escribir y Descubrir
Estas primeras tres funciones, aparecen a lo largo
de la literatura especializada, con diversas denominaciones. Según Nesi y Gardner, por ejemplo:
y reproducen las prácticas establecidas y estructuras de poder, sino que, en su medida, voluntad
y posibilidad, las discuten y transforman. En
términos de Zavala:
Los estudiantes necesitan aprender cómo
escribir bien, porque la escritura es el medio
por el cual construirán conocimiento disciplinar, el medio principal mediante el cual
demostrarán sus logros cuando los evalúen y,
en muchos casos, también el medio por el cual
se comunicarán con colegas profesionales en
el futuro (Nesi & Gardner, 2012, p. 3; traducción
propia).
Los sujetos no son totalmente libres para
elegir pero tampoco están totalmente determinados por variables estructurales, sino que
en algunas circunstancias pueden desarrollar
acciones que transgreden las estructuras
sociales que influyen en ellos y los limitan.
Esto puede verse con relación a la clase
social o al género, pero también con relación
a la práctica de las literacidades. (Zavala,
2011, p. 53).
Función crítica
Los perfiles de egreso de la mayoría de las carreras
destacan la competencia del profesional de posicionarse críticamente respecto de los saberes de
su disciplina y las condiciones de su entorno y de
accionar sobre ellos. La mayoría de los profesores
esperan que sus estudiantes muestren recorridos
de lectura o resultados de investigación inesperados y fomentan espacios de discusión informada
sobre los temas de las asignaturas. La escritura
académica, en tanto forma de comunicación
elaborada y revisada, con apoyo bibliográfico
o empírico, con argumentaciones que intentan
transformar las concepciones de los interlocutores, es un medio privilegiado para empoderar a
los estudiantes en sus roles periféricos legítimos
(Lave & Wenger, 1991) en el proceso formativo.
Es preciso recordar, a su vez, que las formas de
escribir y de pensar el mundo son diversas, que
los capitales culturales y los capitales semióticos
pueden ser distintos y antagónicos, y que la
universidad muchas veces es escenario de estos
choques silenciosos. No es suficiente, por lo tanto,
considerar la diversidad disciplinar y retórica de la
escritura: se debe incluir también una visión crítica
sobre las relaciones y pugnas de identidad y de
poder en las prácticas de escritura. Escribir para
criticar, escribir para empoderarse como actor
relevante, escribir para cambiar las condiciones
del entorno, escribir para modificar el canon de la
escritura, debe ser entonces una función fundamental en la formación de profesionales y científicos en educación superior que quieran intervenir
sobre la realidad.
Esta función crítica alcanza la propia escritura
disciplinar: los estudiantes pueden y quieren, en
ocasiones, expresar su agencia mediante sus
escritos, transformar o negociar las expectativas
de los lectores, poner en crisis ciertas formas
de comunicación y de construir conocimiento,
y generar discursos académicos alternativos,
una postura también frecuente en los propios
profesores (Thaiss & Zawacki, 2006). Las formas
de escribir no son estáticas, sino el producto de
una cierta visión o conjunto de visiones, hegemónicas y dominantes, del mundo y de la distribución
del poder y de los privilegios (Lea & Street, 2007).
Los estudiantes no solo reconocen y aprehenden
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
Función expresiva
Así como puede resultar poco significativo enseñar
literatura, o "alta escritura", a un estudiante de
sociología que debe elaborar un proyecto de
investigación para la semana siguiente, tampoco
puede sostenerse una mirada reproductiva de
escritura académica y de su enseñanza. Interpretar unos datos experimentales distintos a los
esperados o elaborar una lectura original que
vincule dos autores distantes requiere creatividad.
Cuando el profesor espera que cada estudiante
de su curso elabore un ensayo diferente del texto
51
Leer, Escribir y Descubrir
nalizar los géneros y rasgos discursivos propios
de cada espacio disciplinar; evaluar y acreditar
los aprendizajes mediante instrumentos consensuados y transparentes; desnaturalizar activamente los conceptos, prácticas y expectativas
de los diferentes ámbitos; y expresar creativamente las perspectivas e hipótesis que pueden
explicar -y mejorar un poco- el mundo. La
siguiente imagen ilustra la actuación simultánea
de las cinco funciones cuando el escritor universitario en formación toma el lápiz, una por cada
dedo de su mano.
del compañero, sostiene una concepción creativa
de la escritura académica. Si bien el espacio para
la expresión de la subjetividad, la perspectiva y
las experiencias de cada estudiante varía de una
disciplina a otra, es indudable que la escritura
es un medio de expresión y de construcción de
identidad. Quizás por eso es tan frecuente la crisis
ante la página en blanco o ante la devolución
marcada con rojo.
A su vez, los estudiantes están atravesados por la
exigencia de construir y expresar una voz propia,
personal y original, según ciertos parámetros
retóricos disciplinares y ciertas restricciones de
la tarea de escritura, y en relación con las voces
intimidantes de los autores consagrados que
leen o de los profesores que les enseñan. De esta
manera, los escritos académicos de formación
no son objetos ajenos a los estudiantes, sino que
incluyen sus miradas, sus interpretaciones, sus
esfuerzos y sus expectativas, en la construcción
de una hipótesis creativa, de una identidad o de
una voz autoral propia.
Figura 3. Cinco funciones simultáneas de la
escritura en educación superior.
Por último, los estudiantes de educación superior,
incluso aquellos que "escriben mal", suelen
participar en literacidades vernáculas diversas
-como la elaboración de instructivos en YouTube,
la escritura de fanzines, la traducción de cómics
o la lectura de sagas noveladas (para el español,
puede consultarse Valero Porras & Cassany,
2016)- y estas experiencias con la escritura
pueden recuperarse y valorarse en los procesos
formativos académicos.
A partir de esta propuesta, las iniciativas de
enseñanza no deberían apuntar a solo una de
estas funciones. Puesto que se manifiestan de
manera simultánea, al pretender focalizar solo en
una, se puede desatender e incluso perjudicar
las otras funciones. Cuando un profesor llena de
correcciones de "forma" el texto de un estudiante,
no está incidiendo solo sobre la función retórica y
habilitante, sino que también está reduciendo las
posibilidades de que ese estudiante se empodere,
se construya y se autoperciba como escritor
universitario cuyas ideas y perspectivas creativas
merecen ser tomadas en cuenta. Al contrario,
cuando el mismo profesor decide no corregir
la "forma" y poner el foco en el aprendizaje de
Relaciones entre funciones de la escritura
La alfabetización académica, entendida como
proceso de enseñanza y aprendizaje de las
formas de pensar y comunicar en el ámbito de la
educación superior y de las carreras y disciplinas
específicas, requiere integrar simultáneamente
estas funciones de la escritura. Escribir para
aprender, comunicar, acreditar, criticar y expresar
significa que enseñar escritura en la universidad
incluye aprender contenidos disciplinares a
través de formas significativas de escritura; interINVESTIGACIONES Y ENSAYOS
52
Leer, Escribir y Descubrir
contenidos, está olvidando la importancia de los
aspectos retóricos específicos de la escritura en
su ámbito. Asimismo, un profesor que inhabilite
las formas de construcción de conocimiento que
involucren la mirada y posicionamiento críticos o
expresivos del estudiante, incluso si interpelan
algunas de las expectativas de la asignatura o la
disciplina o incluyan referencias a otros mundos
y escrituras, está olvidando la importancia de
formar identidades autorales y profesionales que
comprendan y modifiquen su entorno.
entre "la escritura entendida como una transcripción autónoma de la oralidad frente a la escritura
entendida como una parte integral de la actividad
intelectual de una disciplina" (Russell, 2013, p. 163;
traducción propia).
Asimismo, las funciones epistémica, retórica y
habilitante también establecen relaciones antagónicas con la función crítica, un antagonismo
que está en la base de buena parte del sistema de
educación superior: la universidad es un espacio
de reproducción de prácticas y conocimientos y de
formación de fuerza de trabajo para las demandas
del mercado laboral, al tiempo que fomenta el
cambio, la crítica, la innovación, la redistribución
de oportunidades y posiciones de poder y la construcción de nuevas prácticas y nuevos conocimientos (Russell, 2013).
Estas cinco funciones establecen relaciones
complejas entre sí, a veces antagónicas, y en
general las líneas teóricas y las propuestas de
enseñanza favorecen unas frente a las otras. La
función epistémica y la función retórica son necesariamente complementarias. Esto no siempre resulta
claro para la bibliografía especializada, ya que en
ocasiones se ponen en juego disputas respecto de
los marcos disciplinares que sustentan reflexiones,
investigaciones e iniciativas de enseñanza. De esta
forma, las ciencias del lenguaje tienden a enfatizar
la importancia de la enseñanza de la lengua y la
escritura (es decir, la función retórica), mientras
que las ciencias de la educación o las didácticas
disciplinares tienden a enfatizar la importancia de
la enseñanza de contenidos y competencias por
parte de los profesores de las asignaturas (esto es,
la función epistémica). Es necesario, sin embargo,
adoptar una mirada más integral que conjugue
ambas funciones.
Por último, la creatividad atraviesa tanto la función
crítica como la función expresiva, pero de alguna
manera estas funciones se diferencian por su
direccionalidad: el escritor crítico comprende
creativamente su entorno, el escritor expresivo
manifiesta creativamente su mundo interior. A su
vez, incluir ejercicios de escritura creativa -como
la escritura libre de forma continua sobre un tema
común- potencia la formación de profesionales
que elaboran soluciones transformadoras para sus
entornos.
Las funciones de la escritura académica
propuestas aquí permiten comprender mejor
los géneros de formación, esto es, los géneros
discursivos académicos que los estudiantes
escriben en educación superior. Estos géneros
están atravesados por las cinco funciones de
la escritura estudiantil en educación superior.
Así, los géneros de formación comparten los
propósitos sociocomunicativos de aprender
contenidos disciplinares, internalizar y ejercitar las
formas de comunicación propias de cada espacio
disciplinar, acreditar los aprendizajes, problematizar los conceptos y hábitos de los diferentes
ámbitos y temáticas, y expresar perspectivas e
hipótesis informadas propias.
Por su parte, la función epistémica y la función
habilitante pueden entenderse en principio como
contrarias, y algunos enfoques innovadores como
el movimiento Escribir a través del Currículum
proponen que los profesores de todas las disciplinas desplacen el rol tradicional de la escritura
como evaluación instantánea del conocimiento
del estudiante por un rol epistémico en el que la
escritura se entiende como un instrumento privilegiado para fomentar los aprendizajes. Russell
releva esta tensión entre "la escritura como medio
de evaluación (y, por tanto, de selección de estudiantes) y la escritura como medio de enseñanza
y aprendizaje", y la vincula a otra tensión de base,
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
53
Leer, Escribir y Descubrir
Estos propósitos formativos, vinculados a dimensiones pedagógicas, comunicativas, habilitantes,
críticas y expresivas, no son los mismos que
los de la escritura experta. Por este motivo, los
profesores de todas las asignaturas deben asumir
el carácter particular de los géneros de formación
que solicitan en sus aulas y explorar las formas
más adecuadas de definirlos, solicitarlos, monitorearlos y evaluarlos. No es posible que un profesor
pida simplemente que sus estudiantes escriban un
ensayo, un informe, una monografía, una ponencia
o un paper. Estas denominaciones, en el contexto
de la formación en educación superior, corresponden a clases de textos que el profesor tiene
que, de alguna manera, inventar y reinventar de
forma continua en su curso, según cómo considere
más adecuado que sus estudiantes cumplan con
las funciones de la escritura académica.
académica responde a funciones e integra dimensiones diversas.
En efecto, la escritura académica de formación
tiene una función epistémica (favorecer el aprendizaje de contenidos disciplinares), una función
retórica (internalizar y ejercitar las formas de comunicación propias de cada espacio disciplinar), una
función habilitante (demostrar, evaluar y acreditar
los aprendizajes), una función crítica (problematizar
los conceptos y hábitos de los diferentes ámbitos
y temáticas) y una función expresiva (expresar
de forma informada perspectivas, hipótesis e
identidades). Estas cinco funciones interdependientes establecen relaciones complejas entre sí,
y en general las líneas teóricas y las propuestas
de enseñanza priorizan unas frente a las otras. De
hecho, los autores citados en este trabajo muchas
veces se posicionan como antagónicos, o con
marcos epistemológicos excluyentes.
Más allá de la alfabetización académica
La escritura, a diferencia de la oralidad, es una
tecnología reciente para construir conocimiento y
para comunicarse. Como es situada, y responde
a diversos y cada vez más sofisticados contextos,
interlocutores y propósitos en la sociedad del
conocimiento, requiere escritores avanzados
que puedan comprender y adecuarse a distintas
expectativas y usos comunicativos. El acceso
a este capital semiótico es inequitativo, y los
sistemas escolares tienen una gran responsabilidad en su enseñanza explícita a todos los
estudiantes. En educación superior, la escritura
es transversal y ubicua, organizada en complejas
escrituras académicas diversas por etapa de
formación, área, carrera, disciplina, subdisciplina
y asignatura, entre otras variables. La alfabetización académica, concepto propiamente latinoamericano con 15 años de pujante desarrollo, se
refiere al proceso de enseñanza de la escritura
en educación superior en un marco más amplio
de enculturación disciplinar. Si bien hoy responde
a una necesidad reconocida institucionalmente,
vinculada a la expansión y diversificación de los
ingresos a la universidad, es necesario complejizar
la forma de entenderla, porque la propia escritura
INVESTIGACIONES Y ENSAYOS
Es necesario entonces habilitar una perspectiva
regional periférica, mestiza y ecléctica que permite
conciliar las fortalezas de esas distintas teorías
y pedagogías. De esta manera, la identificación
de las funciones específicas y simultáneas de
la escritura académica estudiantil, y de algunas
teorías que sustentan su estudio y enseñanza,
conduce necesariamente más allá de la alfabetización académica.
Agradecimientos
Este artículo se publicó originalmente en Navarro,
F. (2018). Más allá de la alfabetización académica:
las funciones de la escritura en educación
superior. En M. A. Alves & V. Iensen Bortoluzzi
(Eds.), Formação de Professores: Ensino, linguagens
e tecnologias (pp. 13-49). Porto Alegre: Editora Fi.
Se agradece a los editores la autorización para la
reedición. Se agradece también el financiamiento
otorgado por ANID/PIA/Fondos Basales para
Centros de Excelencia FB0003 y por FONDECYT
1191069 de ANID.
54
Leer, Escribir y Descubrir
comunicarse en contextos científicos y académicos (pp.
47-81). Barcelona: Graó.
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Artículo recibido: 1 de octubre de 2021
Dictaminado: 23 de octubre de 2021
Aceptado: 30 de octubre de 2021
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