COLUMNA: El anticuado sistema de Inmigración no permite que un genio informático abra su propio negocio - Chicago Sun-Times

COLUMNA: El anticuado sistema de Inmigración no permite que un genio informático abra su propio negocio

Básicamente se trata de una lista de espera que podría durar 50 o 100 años, limitada por las cuotas de ‘green cards’ que se entrega a cada país.

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Madhu Arambakam esperó años para construir su propio negocio en Chicago.

Arambakam, de 45 años, esperaba contratar a 50 empleados para comenzar. Quería crear un sitio de comercio por internet que ofreciera servicios y productos de gestión de eventos para todo tipo de ocasiones, desde grandes ferias comerciales hasta bodas y fiestas infantiles. Su sitio conectaría a los clientes con los vendedores, como lo hace Amazon.

En una entrevista reciente cerca de su casa en el suburbio de Lincolnshire, al norte, describió una oportunidad única para la planificación de eventos.

“Si tan solo tuviera mi ‘green card’”, me dijo Arambakam, originario de la India.

Arambakam quedó atrapado en medio del gran atraso que hay en el sistema de inmigración para las entregas de ‘green cards’ para trabajar. La espera es tan larga que será un anciano cuando la reciba. Hasta entonces, no puede abrir un negocio en Estados Unidos.

Por eso construyó su empresa de comercio electrónico, ohoevents.com, en la India. Hace tres años, Arambakam invirtió $200,000 de su propio dinero para lanzar el sitio.

Arambakam me contó que sus socios comerciales y empleados manejan las operaciones físicas diarias en diferentes partes de la India. Él supervisa todo desde su casa, después de completar sus turnos para AbbVie Inc., una compañía biofarmacéutica en el norte de Chicago.

Para ser claros: está contento con su trabajo en AbbVie. Pero tiene ese espíritu emprendedor que premiamos en Estados Unidos. Él quería probar algo ambicioso por su propia cuenta.

Arambakam tiene una Maestría en Administración de Empresas y otra en Informática. Desde que vino a trabajar a Estados Unidos desde la India con una visa H-1B en 2009, ha ayudado a varias empresas estadounidenses con sus sistemas de programación y gestión empresarial.

Los profesionales con visas H-1B son una bendición para el mundo de la tecnología porque no hay suficientes estadounidenses convirtiéndose en ingenieros de software y haciendo trabajos relacionados con la informática para impulsar la innovación tecnológica en nuestro país.

Las visas permiten estancias temporales de varios años. Muchos profesionales como Arambakam son patrocinados por compañías para obtener la residencia basada en el empleo que les permitan vivir y trabajar permanentemente en Estados Unidos.

Ahí es donde nuestro sistema de inmigración falla.

Una vez aprobados para su ‘green card’, los ciudadanos indios terminan en medio de un abismo generado por la acumulación de asuntos pendientes que deben tratarse. Básicamente se trata de una lista de espera, limitada por las cuotas de ‘green cards’ que se entrega a cada país, que ha estado vigente durante 30 años.

Esas cuotas están fuera de sintonía con nuestros tiempos. Deberían plantearse para dar cuenta de la afluencia de ciudadanos indios, la mayoría de los cuales trabajan en el sector tecnológico, que actualmente tienen que esperar entre 50 y 100 años para obtener una nueva ‘green card’.

Dado que su inmigración se basa en el empleo, las personas atrapadas en esa lista dno pueden dejar sus trabajos, a menos que otro empleador los patrocine. No pueden tener sus propios negocios en los Estados Unidos sin poner en peligro sus tarjetas de residencia actuales.

En abril escribí sobre un proyecto de ley que fue patrocinado por el Senador republicano Mike Lee, de Utah, que podría comenzar a eliminar la acumulación de tarjetas verdes para los indios. No aumentaría las cuotas por nación, sino que distribuiría las tarjetas verdes de manera diferente. La desventaja: crearía tiempos de espera más largos para los extranjeros de otros países que actualmente pasan rápidamente por esa lista de espera, en relación con la espera que tienen los ciudadanos indios y chinos.

El proyecto de ley estuvo a punto de aprobarse en el Senado de los Estados Unidos por unanimidad el invierno pasado, pero el Senador Dick Durbin de Illinois lo bloqueó después de que Lee incumpliera un compromiso que tenía con Durbin.

No hay ninguna acción pendiente sobre este proyecto de ley y podría nunca tratarse. Eso sería trágico para unos 750,000 indios atrapados en esa lista de solicitudes. Una caravana de autos para apoyar el proyecto de ley se registró el viernes pasado en los suburbios del noroeste de Chicago.

Veo hipocresía en la política estadounidense. Las compañías estadounidenses reclutan a estas personas en la India, quienes a su vez brindan servicios críticos para otras compañías estadounidenses y agencias gubernamentales. Nuestro país le devuelve su profesionalismo y lealtad al dejarlos en un limbo legal lleno de frustración y desesperación.

Hace unos meses entrevisté a un ingeniero indio de Microsoft, con sede en Seattle, Ravi Bulusu, de 42 años, que quería abrir una fábrica para producir máscaras médicas que necesitamos desesperadamente debido al coronavirus. Tiene algo de capital y la inteligencia para hacerlo.

Pero no puede atreverse a intentarlo porque también está incluido en esa lista. En cambio, invirtió algo de dinero en una compañía que otro inmigrante acaba de abrir en Kansas para hacer máscaras. Esperan contratar a 20 empleados.

Esa lista de espera es como una camisa de fuerza, dijo Bulusu.

Nuestro país está sofocando el ingenio. Las guerras culturales siguen impidiendo que el Congreso modernice nuestro sistema de inmigración que podría hacer que nuestro país sea más inteligente y más fuerte económicamente.

“Un sistema de inmigración de 1965 no es suficiente para 2020”, me dijo sucintamente Tahmina Watson, una abogada de inmigración de negocios en Seattle, que pertenece a la Asociación Americana de Abogados de Inmigración.

Algo para pensar en estos días de patriotismo de julio.

Marlen Garcia es miembro del Consejo Editorial del Sun-Times.

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