Marilyn Monroe nunca ha dejado de estar de actualidad. Es, junto con Charles Chaplin, el mayor mito del cine, de Hollywood, de las estrellas. Un icono, una actriz, una mujer, una sex-symbol... Marilyn Monroe era todas esas cosas y también, por consiguiente, Norma Jean Baker. El interés por su figura nunca ha descendido, de hecho, parece que aumenta. Cada fotografía, cada frase, cada nueva información en la biografía de alguien que tuvo el inmenso placer de conocerla, es un regalo. En ese contexto nos ha llegado 'Blonde', de Andrew Dominik. A pesar de estrenarse directamente en Netflix, la cinta protagonizada por Ana de Armas es el más ambicioso e impresionante intento de llevar la vida de Marilyn/ Norma a la pantalla.

Sin embargo, la cinta es atrevida, es polémica y camina en la cuerda floja, buscando complejidad interpretativa antes que discursos claros y concisos. Por eso, como tantos, nos hemos preguntado si 'Blonde' es una obra maestra o una película de mal gusto. Sin embargo, más allá de este debate, que se antoja eterno y que seguramente solo se resolverá con el tiempo, cuando la calidad cinematográfica pase a importar más que el contexto moral del presente, lo importante es diferencia qué es real y que no en 'Blonde'. Una vez analizada la identidad del padre de Marilyn Monroe, toca hablar de sus maridos. 'Blonde' nos muestra a solo dos de ellos, y ni siquiera les pone nombre así que las dudas son más que razonables.

James Dougherty (1942-1946)

james dougherty y marilyn monroe
Michael Ochs Archives//Getty Images

Es curioso que 'Blonde' nos deje sin nada de lo que hubo entre la Norma Jean niña y Marilyn Monroe. Antes hubo nada menos que un matrimonio. Norma Jean se casó a los pocos días de cumplir 16 años con su vecino, de 22. Al escaso año de matrimonio, James Dougherty partió a la II Guerra Mundial, pasando casi los dos años siguientes fuera de casa. Norma se mudó con sus suegros pero, tras conocer a un fotógrafo, empezó a trabajar como modelo pin-up. Peleada con sus suegros debido a su atrevido trabajo, no tardó sola. Tras la vuelta de su esposo siguió trabajando pero rompió con él poco antes de firmar su primer contrato cinematográfico. Hay quién dice que se divorció de Dougherty porque le negaba su carrera, y hay quién asegura que estar soltera fue una exigencia del estudio para firmar el contrato. Puede que fuese un poco de ambas. En el futuro, Dougherty fue policía y ocasional escritor, aunque no habló de su vida con Marilyn hasta 1976. En 1997 publicó 'To Norma Jeane with Love, Jimmie', dónde aseguraba que él solo se enamoró de una chica de su pueblo llamada Norma, no de Marilyn.

Joe DiMaggio (1954-1955)

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Getty Images

Como muestra la película, aunque sin nombrar al mítico jugador de béisbol, Marilyn Monroe se casó con Joe DiMaggio tras un tiempo de relación más o menos intermitente, aproximadamente dos años. El problema, como bien refleja la película es que el italoamericano tenía una idea de esposa muy conservadora que no encajaba con el trabajo de Marilyn, y muchos con su presente y su pasado como mito sexual.

Aunque el matrimonio no duró mucho y según la prensa las imágenes y actuaciones sensuales de Marilyn tuvieron mucho que ver, lo cierto es que siguieron siendo amigos. DiMaggio volvió a ayudarla en sus bajos momentos años posteriores a su separación.

Arthur Miller (1956-1961)

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Bettmann

Arthur Miller transformó la imagen que tenían por entonces de Marilyn Monroe. Aunque la prensa vendió su enlace como el de la belleza vacía con el intelectual, lo cierto es que gracias a su matrimonio, Monroe pude dejar constancia de sus inquietudes intelectuales y su cultura. Con él de su lado, Marilyn intentó dejar atrás, no su carrera como pretendía DiMaggio, si no su imagen laboral como rubia tonta, como mala actriz con la taquilla y el sexo de su lado. Lamentablemente, no lo consiguió del todo y su aborto poco antes del rodaje de 'Con faldas y a lo loco' acabó no solo con la vida del matrimonio, también con la carrera de una Marilyn que ya nunca volvería a estar en un estado físico y mental para trabajar correctamente.

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Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.