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Silvia Tortosa: algo más que una actriz del destape

Silvia Tortosa está siendo pasto de historias del mundo del corazón ahora que ha desaparecido. Perdemos a una destacada actriz.

Silvia Tortosa está siendo pasto de historias del mundo del corazón ahora que ha desaparecido. Perdemos a una destacada actriz.
Silvia Tortosa. | Cordon Press

Por lo común, la mayoría de los actores no siempre están en condiciones de elegir sus papeles, incluso los géneros. Han de alternar el drama y la comedia. Profundizando más en esa habitual situación, actrices como la recientemente desaparecida Silvia Tortosa fue más conocida para la mayoría del público como una mujer "sexy" que figuró en muchos repartos en la época del denominado cine del destape. Ella misma se prestó a aparecer casi desnuda en algunas revistas, como "Interviú".

Pero la actriz catalana Silvia Eulalia Catalina Tortosa, nacida en el barrio barcelonés de la Sagrada Familia el 8 de marzo de 1947, fue mucho más que todo eso: se sirvió de su físico, por supuesto. Pero demostró su talento interpretativo en trabajos de mayor identidad, sobre todo en el teatro. Le gustaba la literatura, seleccionaba sus lecturas; conociéndola - fue mi caso- demostraba que no era la clásica aspirante a la inalcanzable fama aportando sólo la frivolidad de su presencia, ligera de ropa. Ya desde temprana edad le gustaba el dibujo, para lo que parecía dotada, la música clásica y, en general, su nivel cultural superaba la media de sus colegas. Y del dibujo pasó a familiarizarse con los pinceles; también con la espátula a la hora de realizar algunas esculturas, ambas actividades bajo la dirección de un profesor.

Vino al mundo en un hogar modesto, siendo el padre taxista y la madre ama de casa. Ambos le inculcaron el amor por la lectura y la música. Lo que no se esperaban es que con catorce años decidiera ser actriz, tras cumplir con sus estudios elementales en la Escuela Massana de la Ciudad Condal. Pero ya manifestaba un carácter tenaz y obtuvo el pertinente permiso, siendo menor de edad, para inscribirse en el Institut del Teatre, alcanzando la graduación en Arte Dramático. Paralelamente pasó por el Estudio de Actores Cinematográficos, siguió unos cursos de inglés en el Instituto de Estudios Norteamericanos y algunos de sus profesores, al comprobar lo despierta y decidida que era, le proporcionaron su debut en televisión en un programa para la gente menuda titulado Burbujas.

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Tortosa, en una visita a esRadio | Archivo

Poco tiempo más tarde se subió al Palacio de la Música barcelonés para interpretar el personaje de Dorita, de El mago de Oz. Y obtuvo ya a los quince años un premio de interpretación por su papel en la obra televisiva Inocente. Buena parte de sus trabajos siendo aún adolescente lo fueron en los estudios de Televisión Española en Montjuich, hasta donde su padre iba con su taxi a recogerla.

La experiencia teatral más importante en esos años fue cuando interpretó Cara de plata, de Valle-Inclán, primero en Barcelona, en el teatro Moratín, con Vicente Parra, y después en Madrid, adonde llegó siendo una completa desconocida. Su vida en la capital de España, sin amigos, fue dura, como le sucede a tantos. Además, como ella contaba, "me faltaba la brisa del Mediterráneo". Compartió piso con dos actrices de la misma compañía y así, los días se le hicieron más llevaderos. Intervino en otras funciones escénicas y con diecinueve años debutó en el cine. La película, de Pedro Balañá, fue El último sábado. No había cumplido aún los veinte años cuando contrajo su primer matrimonio con el actor y director teatral Hermann Bonín, once años mayor que ella. Había sido su profesor de teatro. "Me casé muy joven –confesaría- y confundimos amistad con amor. Al año y medio se separaron, pidiendo la nulidad matrimonial. Ya soltera, completó en Madrid su formación artística, siguiendo cursos de expresión corporal, esgrima, danza…

Hubo en su vida un drama real: su relación sentimental con un excelente actor, Rafael Arcos, con quien alternó en algunas grabaciones televisivas. Alcohólico, arruinó su propia vida y la de Silvia cuando estuvieron juntos. Él acabó en la indigencia, durmiendo muchas noches al raso en la madrileña plaza de Castilla, una vez que ella lo echó de casa. Cuando Silvia marchó a Estados Unidos, se enteró allí que él había muerto. No pudo impedir que algunos miserables divulgaran la especie de que la actriz lo había dejado morir, cuando hizo todo lo posible porque dejara la bebida, hasta que no pudo aguantar más.

Una de las películas que Silvia Tortosa siempre consideró que era de sus preferidas fue La señora. Basada en la novela del mallorquín Antoni Mus. La actriz se reservó el papel protagonista, tras firmar su adaptación al cine. También participó en la producción. Era consciente que no podía eludir un desnudo frontal, "escandaloso pero muy bello", dijo. Añadiendo que lo rodó con toda su crudeza. No se trataba de un filme pornográfico. Erótico, sí. Se estrenó no sólo en España sino en varios países, con muy estimables cifras de taquilla. El personaje de su esposo lo defendió Hermann Bonin, quien había sido, como dijimos, realmente su marido. Y como galán, estaba Luis Merlo. Precisamente con el padre de éste, Carlos Larrañaga, ya había representado la comedia ¿Qué tal, cariño?.

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Silvia Tortosa | Archivo

Para resumir su carrera artística hemos de reincidir en que diversificó sus apariciones en los tres medios, teatro, cine y televisión. En la escena, ya citados algunos de sus estrenos, añadimos otros: el de 1968, El adefesio, de Rafael Albertti, controvertida obra que se pudo representar cuando el poeta del Puerto de Santa María, exiliado desde la guerra civil, regresó a España. Dos años después, El avaro, de Moliére, un clásico que es piedra de toque para cualquier actor. Aquel autor francés que vestido de amarillo (otros dicen que de morado) dio pie para que se extendiera una mala fama entre los supersticiosos que no quisieron nunca lucir uno de esos colores en su ropaje, tras vivir un oscuro suceso. Silvia Tortosa tomó parte en una comedia melodramática del acreditado Josep María de Sagarra, La herida luminosa, ya en 1994.

Entre medias de esas representaciones, consta en su biografía teatral las veces que formó compañía propia, una en 1976 junto al destacado primer actor Rafael Navarro, que tenía una voz formidable, y otra con un grupo denominado Cultura Viva, al lado de Andrés Mejuto y Carmen Bernardos, muy reconocidos en el mundo de Talía. Silvia siempre demostró ser muy dúctil, de ahí que la definamos con una doble personalidad, para representar papeles intrascendentes y otros de mayor enjundia. En 1994 se atrevió a encabezar el reparto de una comedia musical que había sido un gran éxito en Hollywood, Cabaret, en donde brillaba Liza Minnelli. Como también destacaba Silvia en una pieza dramática de Jaime Salom, oftalmólogo de carrera y dramaturgo acreditado, Mariposas negras. Con su talante a menudo inquieto, se atrevió a dirigir e interpretar en un escenario "I love you, Marilyn", en 1999, original de Juan Alfonso Gil Albors, donde se evocan las últimas cuarenta y ocho horas de aquella deslumbrante estrella, sobre la que aún se especula si realmente fue responsable de su muerte o resultó ser alguien muy poderoso, quizás su último amante, proporcionándole sin que ella se enterase, unos barbitúricos causantes de aquella tragedia.

El teatro para cualquier actriz es siempre ilusionante, donde no hay trampas para quien lo es de verdad, como lo fue Silvia Tortosa. Y hasta en vísperas del final de su carrera no desdeñó su presencia en un escenario, la última vez el año 2000 representando "Una mujer sin importancia", de Oscar Wilde.

En el cine, Silvia Tortosa lució su encanto, desde luego; el "sexy" que la llevó a ser una de las pioneras del destape a partir de mediados los años 70. Pero ella era algo más que eso, y lo pudo demostrar en películas donde no tenía que exhibir su anatomía y, si lo hacía, era por aquello de que el guion así lo exigía. De las primeras, llenas de connotaciones eróticas: Pisito de solteras, Costa Fleming, La chica del Molino Rojo (protagonizada por Marisol, que fue un fracaso), Niñas...¡al salón!, vodevil sobre una casa de citas… De las más recomendables, reseñamos Pánico en el Transiberiano, que se rodó en 1972 en unos estudios cercanos a la población madrileña de Alcalá de Henares, con un reparto internacional encabezado por dos glorias del cine de terror, Peter Cushing y Christopher Lee. Estuve entrevistándolos una tarde y Peter, que tanto miedo despertaba en los espectadores, se puso a llorar en mi hombro, condolido por la muerte reciente de su esposa. Me conmovió.

Asignatura pendiente se estrenó en 1977. Uno de los grandes éxitos del cine español firmado por nuestro admirado José Luís Garci, donde Silvia Tortosa era la esposa de José Sacristán. Éste, la engañaba con una amiga del pasado, que personalizó Fiorella Faltoyano. Permítaseme una breve anécdota personal: en una secuencia de Silvia y Pepe en la cama, sonaba el teléfono, se levantaba, disparado él, suponiendo quién estaba al otro lado del auricular, su amante, claro. Y cuando Silvia le inquiría quién lo había llamado, Sacristán inventaba esto: "Es Manolo Román".

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De 1980 era El hombre de moda, ópera prima muy notable de Fernando Méndez-Leite (presidente ahora de la Academia del Cine). Después Silvia apareció en La hoz y el Martínez: tuvo buenas críticas a pesar de su apariencia intrascendente, con Andrés Pajares encabezando el reparto. Su filmografía se cerró en 2013 con un título que pasó sin pena ni gloria por las salas de cine, Presentimientos. Interesada por probar detrás de una cámara, tal y como comentábamos que dirigió teatro, rodó un cortometraje escrito y realizado por ella, acerca de las vidas grises de dos solteronas, tía y sobrina.

En la televisión fue, sin duda, donde alcanzó Silvia Tortosa su mayor popularidad. Y allí combinó su faceta de actriz, cantante y también presentadora. Apareció en series de gran audiencia, como Curro Jiménez, La huella del crimen, Hostal Royal Manzanares, Farmacia de guardia... Y en telecomedias amables, caso de Bajo el mismo techo, Vecinos y en otra más de carácter dramático, Yo, una mujer, al lado de Concha Velasco, Lola Cardona y María José Goyanes. Como se advierte, por lo general alternando junto a compañeras como las citadas de gran bagaje profesional. En la temporada de 2011 aceptó convertirse en Tita Cervera, la Baronesa, en una miniserie de Telecinco. En 2018 se estrenó Arde Madrid, donde Paco León, su responsable, trató de evocar una época representada por Ava Gardner, cuando en la capital de España se daban cita glorias del cine como ella. Y en el reparto estaba Silvia Tortosa, que era una niña todavía con respecto al tiempo en el que estaba ambientada la historia, allá por mediados los años y principios de los 60.

En esa presencia suya en la pequeña pantalla hay que recordar su faceta de presentadora de "Aplauso", uno de los mejores programas de televisión que dirigió José Luis Uribarri en Televisión Española, donde Silvia Tortosa entrevistaba a cantantes de moda y a líderes de bandas rockeras. Ello ocurrió durante varias temporadas, finalizando la década de los 70. Y si anecdótica en sus más de sesenta años de vida artística fue esa etapa, lo fue asimismo en 2004, tomando parte en un "reality", "La selva de los famosos" y luego en 2017 cuando como visitante apareció en el programa "Supervivientes". El caso es que Silvia Tortosa no se dejaba llevar por los bajones de ánimo si no tenía a la vista un trabajo y procuraba que su nombre no fuera apagándose. Lo que no le gustaba era asistir a fiestas discotequeras y cócteles donde no se encontraba cómoda. No era la mujer frívola que pudiera aparentar en el cine.

Dijimos al principio que Silvia Tortosa se sintió inclinada a la música desde muy niña, alentada por su madre. Pudo cumplir su sueño de cantante y grabó un disco, "Como envuelta en algodón". No estando conforme con el resultado, siempre exigente, rogó a la empresa discográfica que no lo sacara a la venta. Fue inútil. Si alguien conserva un ejemplar, pertenece a una de esas rarezas para coleccionistas. Más adelante, interpretó la banda sonora de la película La hermana, del periodista y realizador Juan José Porto (destacó éste en la primera de las citadas profesiones, muy discreto en la segunda), con versiones de éxitos ya conocidos: El mundo, de Jimmy Fontana y La lontananza, de Doménico Modugno. Aceptable la actriz catalana en su faceta de intérprete canora, con su sensual voz grave. Después, en 1996, apareció su álbum "La pulga", con cuplés picantes, como el que daba título al disco que en el siglo XIX interpretaban descaradas artistas que se palpaban su cuerpo desnudo buscando el dichoso bichito.

No pretendíamos en este artículo dedicarle espacio a su vida sentimental. Se sinceró ella misma al definirla como "insólita y atípica". Ordenada, al margen de sus fracasos amorosos, practicando algún deporte de riesgo, como el submarinismo. Cuidaba su físico al máximo. Tenía un fuerte carácter. La consideré siempre una mujer muy sincera, valiente al enfrentarse tanto a sus problemas personales como a sus compromisos profesionales. Era de esas personas que dejan huella.

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