Enner Valencia, el goleador del Mundial que esquivó a la policía y vivió en un estadio | Mundial Qatar 2022 | EL PAÍS
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Enner Valencia, el goleador del Mundial que esquivó a la policía y vivió en un estadio

El delantero, autor de los seis últimos tantos de Ecuador en una Copa del Mundo, evitó ser detenido en 2016 durante un partido en una escena de opereta

El ecuatoriano Enner Valencia, atendido este viernes en el partido contra Países Bajos.
El ecuatoriano Enner Valencia, atendido este viernes en el partido contra Países Bajos.Darko Vojinovic (AP)

El goleador ecuatoriano Enner Valencia (San Lorenzo, 33 años), héroe imprevisto de la primera semana de Qatar, acabó este viernes el partido contra Países Bajos (1-1) en una camilla y, esta vez, parece que no hay dudas sobre sus problemas físicos. En la previa le habían diagnosticado un esguince leve en la rodilla derecha. Pero no siempre que ha acabado asistido por los médicos en un terreno de juego ha estado todo tan claro. La azarosa biografía del autor de los seis últimos tantos mundialistas de su selección —una gesta que lo iguala con mitos como el portugués Eusebio (1966) y el italiano Paolo Rossi (1982)— presenta un capítulo bastante más escabroso.

Los hechos sucedieron en 2016, en las eliminatorias para Rusia 2018. La Tri recibía a Chile en Quito y, a la llegada de los jugadores al estadio de Atahualpa, la policía trató de detener a Valencia, denunciado por la madre de su hija de retrasos en el pago de la pensión alimenticia por valor de unos 17.000 dólares (unos 16.300 euros al cambio actual). Pero, sorprendentemente, el delantero logró salir en el once titular. Sus compañeros le habían ayudado a burlar a los agentes. El día anterior, durante la concentración, sus abogados ya habían esquivado el primer intento de arresto.

Todavía le quedaba salir del campo en libertad, algo que consiguió en una escena que tuvo mucho de opereta y que traspasó fronteras [el vídeo está tras este párrafo]. En el minuto 82 y con 3-0 a favor de Ecuador, de repente Valencia se desplomó. A su auxilio acudieron los servicios médicos, que se lo llevaron en camilla, conectado a una botella de oxígeno… y perseguido en una secuencia inédita por una decena de policías, que no se despegaron de él hasta el hospital al que fue trasladado. “Sufrió una deshidratación por toda la presión que venía soportando”, apuntan hoy desde su entorno. En ese momento, no trascendió ningún problema de salud serio, y al final de esa noche su agente informó que la jueza había revocado la orden de detención.

El revuelo fue tal que Valencia emitió un durísimo comunicado en el que aseguró que se le había concedido la custodia y que eso anulaba la pensión; que “la niña era víctima de violencia física y psicológica de la madre”; y que la menor era abandonaba por su progenitora “para ofrecer servicios para adultos”. Añadió, además, que “para detener la persecución”, había entregado una propiedad con la que cubría “las supuestas obligaciones impagadas y un cheque de 10.000 dólares [unos 9.600 euros]”. En 2019, se supo que Valencia, que acababa de ser padre por cuarta vez, viajó de urgencia a EE UU para sacar a su hija (entonces de siete años) de un hogar temporal de menores, donde había ingresado tras haber sido encontrada por la policía en un coche mientras su madre y su pareja estaban en un casino de Florida. “Los agentes tuvieron que romper el cristal del automóvil”, advierte una persona cercana al jugador.

Lo que se conoce de él no apunta a una vida sencilla. De niño ordeñaba vacas con su padre por necesidades económicas —“para poder comprarse sus primeros zapatos y no jugar descalzo”, puntualizan desde su entorno—; y ya en el fútbol, cuando al fin entró en la cantera de un club importante, el Emelec, le debieron ceder varios meses un cuarto del estadio porque no tenía otro sitio donde dormir. “Una tienda cercana le solía fiar algo de comida y bebida. Pero, los días que no, iba a entrenar sin desayunar. Luego, cuando Sampaoli lo subió al primer equipo, ahí sí le dieron una habitación y un régimen de comidas”, recuerdan. Fue el técnico sevillista el que lo hizo debutar con 20 años en la Libertadores y el que le puso un apodo sorprendente viendo su segundo gol ante Qatar (0-2), un testarazo muy poderoso: “Cabeza de dado” (cabeza cuadrada), tras fallar un tanto muy claro por el aire.

Los mismos goles que Neymar con seis partidos menos

Después de todos los duelos y quebrantos, no le fue mal en el Emelec, saltó al Pachuca mexicano y en 2014, tras su buen Mundial (tres dianas, las únicas de Ecuador), ascendió a Europa. En la Premier, sin embargo, no dejó gran huella. Ni en el West Ham, que pagó 15 millones y donde tenía al portero español Adrián San Miguel de traductor improvisado, ni en la cesión en el Everton. Regresó al Tigres mexicano, hasta que encontró otra oportunidad en el Fenerbahçe. Esta campaña suma 15 dianas en 22 choques.

Una carrera del montón en la élite que ha tocado la Luna en los Mundiales con Ecuador. Sus números lo sitúan por encima de estrellas que en el día a día le quedan demasiado lejos. Solo ha necesitado cinco partidos para anotar seis tantos, cuando Neymar ha precisado de 11 y Messi, de 20 para sumar uno más. Un tipo con luz y aire tranquilo que solo ha dejado pasar un duelo sin marcar (contra Francia en 2014).

Criticado antes de Qatar por su escasa producción con La Tri (solo un gol en ocho apariciones recientes), Superman (uno de sus apodos) ha colocado a su equipo a un paso de los octavos. Le vale un empate contra Senegal. La jornada de descanso de este sábado la pasó en el apartamento que ha alquilado para su familia en Doha, con sus padres, su pareja y sus cuatro hijos. Si la rodilla le deja, perseguirá lo nunca visto: que los siete últimos goles de un país en una Copa del Mundo lleven la misma autoría.

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