Los que lo conocieron, no lo olvidan. El ferrocarril del Urola ocupa un lugar en el corazón de todos los vecinos del valle del Urola que tuvieron la suerte de viajar en este vetusto pero entrañable tren. No era tan lujoso como el Orient Express ni proponía un recorrido tan largo como el del Transiberiano, pero viajar en el tren de Urola también era toda una aventura. El Transurolano ofrecía la oportunidad de disfrutar de los paisajes del valle con calma y la posibilidad de vivir alguna incidencia. De hecho, se solía decir que solo faltaba un ataque de los indios. Los más jóvenes han oído muchas batallitas sobre el tren, pero no tuvieron ocasión de montar en él. El viernes que viene podrán conocerlo mejor, de la mano del legazpiarra Sabino Legarda-Ereño y el urretxuarra Iñaki Galdona. Legarda-Ereño proyectará diapositivas del ferrocarril y su entorno y Galdona se encargará de presentar el acto. Este último fue trabajador del ferrocarril. El acto será en la casa de cultura de Legazpi, a las 20.00 horas.

El ferrocarril del Urola nació con objetivos ambiciosos: ofrecer un medio de transporte moderno, cómodo y rápido; sustituto de los tortuosos caminos que recorrían las caballerizas y las carretas de bueyes.

Fue uno de los primeros ferrocarriles eléctricos del Estado, contó con los primeros coches fabricados con metal y fue la última línea de ferrocarril que se construyó en Euskadi hasta las inversiones en el tramo vasco del tren de alta velocidad. Llegó a contar con más de 160 trabajadores y casi un millón de pasajeros al año.

La inauguración, en 1926, corrió a cargo de Alfonso XIII. Y el último viaje lo hizo en 1986. Los vecinos de la cuenca del Urola se manifestaron en contra del cierre, pero no sirvió de nada. El Gobierno Vasco decretó su cierre y sustituyó el ferrocarril por una línea de autobuses.

El del Urola era un ferrocarril de vía estrecha que unía Zumarraga y Zumaia. Serpenteaba junto al río Urola y tenía un recorrido de 36,6 kilómetros. A lo largo del mismo se construyeron 29 túneles y 20 puentes. Se salía de un túnel para atravesar un puente, sobre todo en el tramo Zumarraga-Azkoitia.

Algunas de las locomotoras y los coches que durante 60 años llevaron a los trabajadores de las fábricas, a las baserritarras que acudían a los mercados y a los bañistas de las playas de Zumaia se pueden ver en el Museo Vasco del Ferrocarril. El tren de vapor de este museo recorre la parte del trazado del ferrocarril que iba de Azpeitia a Lasao.