Historia de la opresión

El Éxodo de Egipto a la Tierra Prometida

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Dos páginas de una hagadá publicada en Metz (Francia) en 1767, con un grabado del paso del mar Rojo. La hagadá reúne el relato del éxodo que los judíos leen durante la Pascua con comentarios de rabinos. Museo de Arte e Historia del Judaísmo, París.

Franck Raux / RMN-Grand Palais

Según relata el libro bíblico del Éxodo, los israelitas, establecidos en Egipto desde los tiempos de José, eran víctimas de una dura opresión a manos de los faraones. Uno de ellos, Moisés, educado en la corte faraónica desde que fuera recogido en una cesta en el Nilo, redescubrió su identidad judía y, tras matar a un egipcio que maltrataba a sus compatriotas, huyó al desierto. Allí recibió de Yahvé, el dios de los hebreos, el mandato de sacar a su pueblo de Egipto y llevarlo a la tierra de la que vino José, Canaán. Como el faraón se negó a dejarlos partir, Moisés le anunció una serie de terribles plagas que se abatieron sobre el país. Tras la última de ellas, que supuso la muerte de su hijo primogénito, el faraón permitió su marcha. 

Una inmensa comitiva emprendió el éxodo por la ruta que indicaba Yahvé, quien se presentaba en forma de una columna de nubes durante el día y de una columna de fuego por la noche. Pero el faraón cambió de opinión y envió a su ejército, que alcanzó a los israelitas en la costa del mar Rojo. Yahvé abrió entonces las aguas para que pasaran los israelitas antes de que volvieran a cerrarse y engulleran al ejército egipcio

La travesía del desierto

La travesía del desierto

La travesía del desierto. Este mapa muestra la ruta hipotética que siguieron los israelitas desde su salida de Egipto hasta llegar a Canáan.

Bridgeman / ACI

Durante cuarenta años, las tribus de Israel vagaron por el desierto, alimentándose con el maná llovido del cielo y bebiendo agua que Moisés sacaba de la roca. En el monte Sinaí, este recibió de Yahvé las tablas de la Ley, con los mandamientos que regularían en adelante la vida de su pueblo. Finalmente, los israelitas llegaron a Canaán y, liderados por Josué, conquistaron el país. Moisés murió antes, en el monte Nebo, sin poder entrar en la Tierra Prometida, castigado por Yahvé por haber dudado de su magnanimidad.

Cronología

Los judíos entre Canaán y Egipto

Abraham

A comienzos del II milenio a.C., el patriarca Abraham parte de Ur con su pueblo y se establece en Canaán.

José

Bisnieto de Abraham, José es vendido como esclavo y llevado a Egipto. El resto de israelitas emigra unos años después.

Moisés

La salida de los israelitas de Egipto y su viaje hasta Canaán se localizan habitualmente en el siglo XIII a.C.

Josué

Designado por Moisés como su sucesor, Josué dirige la conquista israelita de Canaán, la tierra prometida.

Reino de Judá

El más longevo reino judío (930-587 a.C.) termina con la caída de Jerusalén y el éxodo forzoso de los judíos a Babilonia.

La Biblia

En el siglo V a.C. se completa el libro del Éxodo, ampliando dos redacciones anteriores realizadas entre los siglos IX y VIII a.C.

 

Una epopeya nacional

La epopeya del éxodo es un hito en la conciencia histórica del pueblo de Israel, un mito fundacional en el que la intervención divina aparece como la piedra angular de su identidad nacional. La literatura bíblica recordaba constantemente ese episodio. En la apertura de los Diez Mandamientos que Yahvé entregó a Moisés en el monte Sinaí, aquel se define como el Dios de la Historia diciendo: «Yo, Yahvé, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre».
En los Salmos, los primitivos cantos religiosos hebreos, Dios habla con la fórmula litúrgica «yo, Yahvé, soy tu Dios, que te hice subir del país de Egipto». También los profetas rememoraban una y otra vez la experiencia del éxodo. En el libro de Amós, que vivió en el siglo VIII a.C., Dios pregunta: «¿No hice yo subir a Israel del país de Egipto». Y en el libro de Oseas, otro profeta que vivió en la misma época, Yahvé declaraba: «Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo», considerando que la verdadera historia de Israel había comenzado con la salida de Egipto.

El Monte Sinaí 

El Monte Sinaí 

El Monte Sinaí. La tradición indica que fue en lo alto de esta montaña del desierto del Sinaí donde Moisés recibió las Tablas de la Ley.

Anton Petrus / Getty Images

Pero el evento de la salida de Egipto no solo fue memoria, sino también esperanza. Cada nueva tragedia que sufría el pueblo judío traía el recuerdo de cómo Yahvé los había salvado en la huida de Egipto, convirtiendo este hecho del pasado en un paradigma de salvación. Así sucedió tras la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor en 586 a.C., que comportó la destrucción del templo de Yahvé y la consiguiente deportación de los judíos a Babilonia. Uno de los autores del libro de Isaías, que escribía unas décadas después de este hecho, recurrió al mito de la salida de Egipto para insuflar esperanza en los corazones de los exiliados: «Así dice Yahvé que trazó camino en el mar, y vereda en aguas impetuosas. Él hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército; a una se echaron para no levantarse, se apagaron, como mecha se extinguieron. ¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo?».

Del mismo modo, en la Misná –un compendio de la ley judía realizado a principios del siglo III a.C.– se cita al rabino Gamaliel, quien decía que Yahvé «nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la fiesta, de las tinieblas a la extraordinaria luz, de la servidumbre a la redención. Digamos ante él aleluya».

La pascua medieval

La pascua medieval

La pascua medieval. Un grupo de judíos celebra la Pascua repartiendo trozos de pan ácimo, en una miniatura del siglo XV. 

Bridgeman / ACI

 

El escrutinio científico

A finales del siglo XIX, cuando la arqueología y los estudios críticos de la Biblia comenzaron a desarrollarse como ciencias, se planteó el debate sobre la realidad histórica del éxodo de Egipto. Desde entonces, y hasta nuestros días, el mundo científico se encuentra dividido en dos grupos claramente definidos: los que aceptan algún grado de veracidad histórica en el relato y los que lo consideran un mito elaborado mucho tiempo después.

Entre los primeros se cuentan autores como André Lemaire, un prestigioso arqueólogo francés, profesor en la renombrada Escuela Práctica de Altos Estudios de París, quien afirma tajantemente que «semejante tradición, antigua y unánime, debe tener un fondo histórico». Según este estudioso, la supuesta salida de Egipto habría tenido lugar durante la época del faraón Ramsés II, a mediados del siglo XIII a.C. 

Monasterio de San Jorge

Monasterio de San Jorge

Monasterio de San Jorge. Este convento ortodoxo se encuentra en un valle que lleva a Jericó, primera ciudad tomada por los israelitas al final del éxodo.

Jason Langley / AWL Images

Una aproximación totalmente opuesta es la que mantienen el arqueólogo israelí Israel Finkelstein y el historiador norteamericano Neil Silberman. En su polémico libro La Biblia desenterrada (2001), ambos discuten la historicidad de los relatos bíblicos a la luz de los hallazgos arqueológicos. Respecto a la estancia de los israelitas en Egipto y su salida de allí, Finkelstein y Silberman niegan al relato bíblico todo fundamento histórico. 

Ambos destacan que los archivos egipcios, que consignaban todos los acontecimientos administrativos del estado faraónico, no conservaron ningún rastro de una presencia israelita durante más de cuatro siglos. Tampoco existían, en esas fechas, muchos sitios mencionados en el relato bíblico. Las ciudades de Pitom y Ramsés, que habrían sido construidas por los hebreos esclavos antes de partir, no existían en el siglo XIII a.C. En su opinión, la historia de la esclavitud de los israelitas en Egipto habría sido una creación de la monarquía tardía del reino de Judá (concretamente en el reinado de Josías, siglo VII a.C.), con la función de propagar la ideología y las necesidades de ese reino. 

 

El significado de un mito

¿A quién creer? ¿Es posible superar la dicotomía existente entre la ciencia y la tradición? ¿El éxodo de Egipto fue un evento sucedido en la historia o simplemente un mito fantástico creado por los hombres? Probablemente, la realidad se encuentre a mitad de camino entre ambas posibilidades. En cualquier caso, la verdad de la historia bíblica no debe ser evaluada solo en términos de la crítica histórica. Según el estudioso norteamericano Howard Clark Kee, como mito fundacional de la nación, «esta historia no solo fue el recuerdo del pasado: definía quiénes eran los sujetos de la historia en el presente. No articulaba simplemente lo que Dios había hecho en el pasado; hacía posible su fe en Dios en el presente, una fe que tenía obligaciones morales de gran alcance». 

 

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La última comida antes de salir de Egipto

Según ordenó Yahvé a Moisés, el día en que se iba a producir la última plaga de Egipto –la matanza de los primogénitos–, los israelitas debían tener listo un cordero para sacrificarlo al caer la tarde. Con su sangre marcarían sus casas para que Yahvé pasara de largo y no matara a sus hijos, como hizo en las casas egipcias. Los israelitas debían estar preparados para partir a la mañana siguiente, por lo que comerían el cordero asado acompañado tan solo con panes ácimos y hierbas amargas, sin dejar ningún resto. Yahvé ordenó además: «Tendréis ceñidos vuestros lomos y puesto el calzado en los pies y un báculo en la mano, y comeréis aprisa». Cuando llegaran a la tierra prometida, cada año recordarían la salida de Egipto durante siete días en los que solo consumirían panes ácimos; era la Pascua judía, «día que habréis de celebrar, de generación en generación, con culto perpetuo» (Éxodo, cap. 12).

 

El pan de la Pascua

El pan de la Pascua

El pan de la Pascua. Representación del matzá, pan ácimo consumido por los judíos en la Pascua. Siglo XIV. Biblioteca Británica, Londres.

Bridgeman / ACI

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Las múltiples versiones de un mito

Todos los investigadores admiten que el texto del libro bíblico del Éxodo fue redactado mucho tiempo después de que presuntamente tuviera lugar este acontecimiento. Según afirma el biblista jesuita Jean-Louis Ska, «los textos que describen el éxodo de Israel son, en su mayoría, mucho más recientes que los propios acontecimientos. Sea cual fuere la fecha que adoptemos para estos, el texto solo quedó terminado pasados muchos siglos». Los especialistas consideran que el libro del Éxodo está compuesto por tres redacciones diferentes: una que se remontaría al siglo IX a.C. (el «relato yahvista», llamado así porque en él Dios es denominado Yahvé); otra confeccionada un siglo más tarde en el reino septentrional de Israel, y un tercer relato elaborado por los sacerdotes del templo de Jerusalén en el siglo VI o V a.C., que incluye numerosas regulaciones sobre el culto.

 

Los papiros de Oxirrinco

Los papiros de Oxirrinco

Los papiros de Oxirrinco. Fragmento de papiro hallado en Oxirrinco (Egipto) con texto del libro bíblico del Éxodo. Biblioteca Británica.

Aurimages

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La larga marcha de Moisés

El libro bíblico del Éxodo narra cómo Yahvé inspiró a Moisés el designio de sacar a su pueblo del Egipto faraónico para conducirlo, a través del mar Rojo y del desierto, hasta la tierra prometida: Canaán.

 

1. La primera petición al faraón

A instancias de Yahvé, Moisés se presentó ante el faraón con la intención de pedirle permiso para ir con su pueblo al desierto a realizar sacrificios. Sabedor de que no tenía facilidad de palabra (se ha dicho que padecía tartamudez), Moisés llevó consigo a su hermano Aarón para que hablara por él. Llegados a presencia del rey de Egipto, este les pidió que hicieran algún milagro. Aarón arrojó entonces a los pies del soberano su vara, que se convirtió en una culebra. Los sabios egipcios recurrieron a un encantamiento propio y arrojaron varas que también se transformaron en serpientes, «pero la vara de Aarón devoró las varas de ellos». Como había previsto Yahvé, el faraón se enfureció y se negó a permitirles marchar al desierto para realizar los sacrificios.

Moises

Moises

Moisés, acompañado de su hermano Aarón, convierte su cayado en una culebra ante la mirada del faraón y su corte. Grabado por G. Doré. 1866.

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2. Las plagas de Egipto

Siguiendo las instrucciones de Yahvé, Moisés compareció de nuevo ante el faraón para anunciarle una calamidad que asolaría el país si no dejaba partir a los israelitas: la transformación del Nilo en un río de sangre que destruiría toda la vida. El desastre se prolongó durante siete días, pero el faraón no cedió. Tampoco lo hizo ante las sucesivas plagas de ranas, mosquitos, tábanos, peste, granizo y langostas que desencadenó Yahvé. Pero cuando el dios de los israelitas ordenó la muerte a medianoche de «todos los primogénitos en la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón hasta el del cautivo que estaba en cadena», el rey egipció llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: «Marchad y apartaos de mi pueblo, así vosotros como los hijos de Israel».

Plagas

Plagas

El faraón abraza el cuerpo sin vida de su hijo primogénito. Óleo por Lawrence Alma-Tadema. Siglo XIX. Galería de Arte, Johannesburgo.

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3. La salida de Egipto

Al amanecer de la noche en la que murieron todos los primogénitos de Egipto, los israelitas se marcharon del país. «Partieron los hijos de Israel de Rameses a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños». El faraón les permitió llevarse consigo sus rebaños de ovejas y el resto del ganado. Los egipcios, viendo que la presencia de aquel pueblo provocaba una plaga tras otra, los instaban a marcharse de inmediato. La premura hizo que los israelitas no tuvieran tiempo de poner levadura a la harina que habían amasado para el pan, lo que los obligó a hacer con ella panes ácimos. En cambio, «pidieron a los egipcios alhajas de oro y plata y muchísima ropa, y el Señor dio al pueblo gracia en los ojos de los egipcios para que les prestasen lo que pedían, y despojaron a los egipcios».

Salida de Egipto

Salida de Egipto

El pueblo de Israel, liderado por Moisés, sale de Egipto con destino a la tierra prometida. Óleo por David Roberts. 1829. Museo y Galería de Arte
de la Ciudad, Birmingham.

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4. El paso del mar Rojo

Yahvé guió a los israelitas hasta un lugar próximo a la costa del mar Rojo, donde instalaron su campamento. Allí se enteraron de que el faraón había salido en su persecución con una fuerza de 600 carros de guerra. Sintiéndose acorralados, muchos lamentaban la decisión de huir y clamaban que «era mucho mejor servir a los egipcios que morir en el desierto». Entonces Yahvé se apareció a Moisés y le dijo: «Levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel caminen por en medio de él a pie enjuto». Así lo hizo Moisés, «y el Señor hizo retroceder el mar por medio de un fuerte viento del este, que sopló toda la noche […]. Los hijos de Israel pasaron en medio del mar, teniendo las aguas como por muro a derecha e izquierda».

Moises

Moises

Moisés cierra el mar Rojo después de que todo su pueblo haya cruzado. Óleo por Philippe-Jacques de Loutherbourg. 1792. 

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5. El maná caído del cielo

En su travesía por el desierto, los israelitas no encontraban nada que beber y comer, lo que provocó de nuevo el descontento. Yahvé apareció entonces en medio de una nube ardiente y ordenó a Moisés que anunciara a su pueblo que esa tarde comerían carne y a la mañana se saciarían de pan. «Llegada la tarde vinieron codornices, que cubrieron todo el campamento, y por la mañana se halló esparcido también un rocío alrededor de él. Y cuando el rocío se evaporó había sobre la superficie de la tierra una cosa fina, como granos, fina como la escarcha en el suelo». Durante los cuarenta años que duró su travesía por el desierto, los israelitas se sustentaron con ese alimento, que llamaron maná y que «era blanco» y de un sabor «como flor de harina amasada con miel».

Maná

Maná

Yahvé hacer caer del cielo el maná, que es recogido por el pueblo de Israel. Óleo por Tintoretto. 1577. Scuola Grande di San Rocco, Venecia.

Scala, Firenze

6. Moisés en el Monte Sinaí

Al tercer mes de la salida de Egipto, los israelitas llegaron al monte Sinaí y acamparon a sus pies. Moisés subió a la cumbre, donde Yahvé le comunicó los preceptos que regirían la vida de su pueblo, entre ellos los Diez Mandamientos. Moisés subió varias veces al monte para recibir las instrucciones de Yahvé y transmitirlas a sus compatriotas. Durante una estancia que duró 40 días y 40 noches, Dios entregó a Moisés dos tablas de piedra en las que había escrito con su dedo la ley. Al descender, Moisés vio como su pueblo, creyendo que no volvería, se había puesto a adorar a un becerro de oro. Enfurecido, rompió las tablas, pero Yahvé le ordenó que volviera a subir al Sinaí para entregarle de nuevo «las dos tablas de la ley, escritas por ambas partes y labradas por Dios». 

Los Diez Mandamientos

Los Diez Mandamientos

Moisés sostiene las tablas con los Diez Mandamientos. Óleo por el taller de Philippe de Champaigne. Siglo XVII.

Scala, Firenze

 

Este artículo pertenece al número 238 de la revista Historia National Geographic.