‘El Chava’, el ciclista inolvidable, murió hace 20 años - El Periódico

El recuerdo

‘El Chava’, el ciclista inolvidable, murió hace 20 años

Pocos corredores han despertado tantas pasiones como José María Jiménez, que corrió muy rápido y falleció demasiado pronto.

CHAVA

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Sergi López-Egea

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Es imposible olvidar a José María Jiménez. En el día de la Constitución de 2003, con apenas 31 años, hace ahora 20 y todavía con muchos kilómetros en las piernas, pero no en la cabeza, falleció ‘El Chava’ en Madrid. Apenas dos meses y medio más tarde, el 14 de febrero de 2004, murió Marco Pantani, ‘El Pirata’, en Rímini. Sintonizaron en su buena trayectoria como corredores por haber sido los mejores escaladores de finales del siglo pasado. Coincidieron, en las aguas turbulentas del ciclismo, en que ambos entraron en las tinieblas de este deporte en la época de gurús como Eufemiano Fuentes y acabaron sumergidos en el terrible charco de las drogas. Los dos murieron por la misma causa y con los mismos efectos; el corredor castellano en una clínica madrileña y el italiano en un hotel de triste estructura.

El Chava’ 20 años después de su muerte sigue siendo admirado; amigo de toreros como José Tomás, y hasta de algún ilustre futbolista contemporáneo, reunió todos los parámetros para ser distinguido como un deportista de época. Fue el que levantó a los aficionados de los sofás y los despertó de las siestas con ataques de postín; nadie osaba seguirlo; a Miguel Induráin, cuando ya apuntaba a la retirada, se le abrían los ojos admirado por su joven pupilo abulense. Pero también fue capaz de provocar las mayores decepciones, pero no fueron de odio sino también de entrega -en eso sólo Mikel Landa lo ha igualado dos décadas después- para que fuera tan ídolo en lo bueno como en la malo.

Jamás traicionó a nadie, capaz de presentarse a una entrevista en el Parador de Segovia, a la hora pactada durante la Vuelta a España, pero sufriendo el periodista por el tremendo olor a chorizo de su aliento, el que había devorado en su habitación mientras otros compañeros ciclistas le daban a la papilla o a los cereales. Fue único en su especie con una leyenda que va mucho más allá del tercer y quinto puesto en la Vuelta y de la octava posición en el Tour.

La Vuelta de 1998

Sin ningún tipo de dudas la Vuelta de 1998 fue su mejor carrera, enfrascado en un combate con su compañero de equipo Abraham Olano, vencedor en Madrid, que fue más allá del duelo en las carreteras y que llenó páginas de diarios y horas de radio. “¡Moved el árbol que el Manzano va maduro!”. Manzano, en alusión al segundo apellido de Olano, fue un grito que escuchó el pelotón a pocos días de acabar aquella Vuelta cuando Jiménez reclamaba acción sabiendo que su jefe de filas en el Banesto sufría en las últimas etapas de la carrera.

Llegó tercero y subió al podio de la Castellana. Al día siguiente hubo fiesta en su pueblo, quizás el más ciclista del mundo, El Barraco, de donde eran también Ángel Arroyo (tercero en el Tour de 1983) y Carlos Sastre, ganador de la ronda francesa de 2008 aparte de ser cuñado de ‘El Chava’, apodo que Jiménez siempre escribía con uve, aunque viniese de chabacano, “porque así lo hemos puesto toda la vida en mi familia, y porque me da la gana”. Había que respetarlo, a hacer puñetas la Real Academia de la Lengua Castellana, y todos a ponerlo con uve.

La anécdota de 1999

Ganó la Volta de 2000 y en la de 1999 se le recuerda cabreado con el periodista que escribió que no iba a correr el Tour. “¿Y tú como lo sabes? Te apuesto lo que quieras a que iré al Tour”. Se cruzó una apuesta; el que perdiera pagaría una caña al vencedor en la salida de Salamanca de la Vuelta de aquel año. ‘El Chava’ no fue al Tour y ‘El Chava’ se pagó una cerveza en el hotel del Banesto de la capital salmantina; eso sí, en aquella ocasión sólo tomó un café con leche.

José Tomás fue a verlo a la etapa reina del Tour de 1998, la ronda francesa más terrible y mísera de la historia, la que estuvo marcada por el dopaje, los registros policiales, las retiradas de equipos en pleno y hasta por las detenciones. El 27 de julio (se había retrasado el Tour por culpa del Mundial de fútbol que se jugó en Francia con victoria de los ‘bleus’) se partió de Grenoble, bajo la lluvia, para llegar a la estación alpina de Les Deux Alpes.

Grenoble, 1998

‘El Chava’ saludó y abrazó a su amigo torero que hizo la etapa acompañando a Eusebio Unzué en el coche del Banesto. Y acto seguido se fue hacia los coches del Mercatone Uno ya que quería hablar con Pantani, porque deseaba saber los planes de ’El Pirata’. En buenas palabras el ciclista italiano le dijo que él iba a por la etapa, que tenía preparado algo grande y que si podía que lo siguiera. De salida ya vio que no iba a poder obsequiar a su amigo torero y que era mejor ver desde la barrera la exhibición de Pantani, que atacó a Jan Ullrich, de amarillo, para comenzar a ganar el Tour del caos y las pastillas.

Hace 20 años se apagó la luz del ‘Chava’, Azucena, su mujer, su amiga y luego su viuda, siguió amándolo y recordándolo, y hasta riendo de las ocurrencias, como cuando quemó un BMW que había recogido en Andorra tras la contrarreloj final de la Volta de 1999. Al llegar a Ávila se equivocó de combustible y el motor quedó para el arrastre. Así era ‘El Chava’ que corrió demasiado deprisa y que el 6 de febrero próximo cumpliría 53 años.