Grandes Descubrimientos

El tesoro oculto de la sinagoga del Cairo: radiografía de una sociedad extinta

En 1896, un profesor judío de Cambridge rescató casi 200.000 documentos de una milenaria comunidad judía en El Cairo.

Solomon Schechter

Solomon Schechter

Solomon Schechter en Cambridge, en 1898, rodeado de cajas repletas de manuscritos procedentes de la geniza de El Cairo.

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Tras la conquista de Egipto en el siglo VII, los árabes establecieron una nueva capital: Fustat, precedente de la actual El Cairo, que se fundaría un poco al norte tres siglos más tarde. Desarrollada en torno a unafortaleza romana en el punto en el que el valle del Nilo se abre en abanico y forma el delta, Fustat experimentó ungran desarrollo demográfico y acogió a grupos étnicos muy diversos, entre ellos los judíos. 

La más antigua sinagoga conservada se encuentra en el barrio copto, núcleo del Viejo Cairo. Datada a finales del siglo IX, la sinagoga de Ben Ezra recibe su nombre de un judío de Jerusalén, que compró el solar donde anteriormente se encontraba una ruinosa iglesia dedicada a san Miguel. 

Interior de la sinagoga de Ben Ezra.

Interior de la sinagoga de Ben Ezra.

Interior de la sinagoga de Ben Ezra. Pulsa aquí para saber más sobre la geniza de El Cairo.

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Por lo general, las sinagogas cuentan con una especie de archivo o escondite llamado en hebreogeniza. Se trata de una dependencia en la que se almacenan textos litúrgicos que han caído en desuso, pero que no se pueden destruir ya que tienen carácter sagrado o bien en ellos se menciona a Dios. Estos documentos reciben el nombre de shemot o «nombres». 

 

Mapa de Egipto

Mapa de Egipto

 

En el caso de la sinagoga de Ben Ezra, la geniza se encontraba en la planta superior y podía accederse a su interior por una ventana, todavía visible en la actualidad. Cuando una geniza está llena, el contenido se entierra  cuidadosamente, pero esto no ocurrió en la sinagoga del barrio copto cairota. Sus rollos y pergaminos nunca fueron extraídos, o al menos no en su totalidad, sino que permanecieron guardados durante casi mil años.

 

Un archivo legendario

A mediados del siglo XIX solo quedaban doce familias judías en las proximidades de la sinagoga, pues la mayoría de la comunidad se había instalado en la judería situada más al norte. En consecuencia, el estado de la sinagoga, incluida la geniza, se deterioró notablemente, aunque no llegó a ser abandonada. En el siglo XIX, solo unos pocos eruditos sabían de la existencia de la geniza cairota, pero desconocían el verdadero alcance de su contenido. En cambio, se decía que en su interior se encontraba una Torá escrita por el profeta Jeremías o que una serpiente venenosa custodiaba la cámara. Además, se creía que un destino catastrófico se abatiría sobre todo aquel que osara poner sus manos en los textos sagrados. 

 

Interior de la sinagoga de Ben Ezra

Interior de la sinagoga de Ben Ezra

Interior de la sinagoga de Ben Ezra, en El Cairo. La abertura en la parte superior de la pared es la entrada a la antigua geniza.

Mahmoud Elkhwas / Getty Images

 

Pese a ello, algunos viajeros lograron llegar hasta la geniza y dar noticia de su existencia. El poeta y librero alemán Simon von Geldern, que la había visitado en 1753, no tuvo oportunidad de examinar su contenido. En 1864, el judío lituano Jacob Saphir logró penetrar en la enigmática habitación tras sobornar a sus guardianes, aunque hay autores que cuestionan esta versión. Saphir, que relataría su experiencia en sus memorias, publicadas en 1866, encontró polvo, cascotes y manuscritos roídos que no supo valorar. Además, algunas páginas del archivo, sustraídas no se sabe en qué circunstancias, fueron vendidas en el mercado de antigüedades.

 

Fragmento de una Hagadá

Fragmento de una Hagadá

Fragmento de una Hagadá. Geniza de El Cairo.

Rev Zadovan / Bridgeman / ACI

En 1896, dos filólogas de origen escocés, las hermanas Agnes y Margaret Smith, viajaron a Egipto para investigar en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina del monte Sinaí, donde buscaban los manuscritos más antiguos de la Biblia. Durante una estancia en Jerusalén visitaron al comerciante y coleccionistaYosef Shlomo Wertheim, un judío centroeuropeo afincado allí. Wertheim, que ya había surtido antes a la biblioteca de la Universidad de Cambridge con legajos de diversas procedencias, les vendió un lote de1.700 documentosprocedentes de la geniza de Ben Ezra. 

A su regreso a Gran Bretaña, las hermanas Smith mostraron este material a Solomon Schechter, judío de origen moldavo y académico de la Universidad de Cambridge. Schechter descubrió asombrado que uno de los manuscritos adquiridos por las filólogas correspondía a una versión hebrea desconocida de un libro bíblico del que solo se poseía la versión griega: el Eclesiástico o Libro de la Sabiduría de Ben Sirá. 

 

Solomon Schechter

Solomon Schechter

El rabino Solomon Schechter.

Bridgeman / ACI

 

Con la ayuda financiera de Charles Taylor, decano del St John’s College de Cambridge, Schechter organizó de inmediato una expedición a El Cairo para estudiar y catalogar el contenido del depósito. 

 

Un tesoro polvoriento

Una vez en la capital egipcia, Schechter se reunió con el rabino principal de la ciudad, quien le mostró el interior de la sinagoga de Ben Ezra. Logró el permiso de la comunidad judía local para llevarse los documentos que quisiera. El trabajo de selección le llevó semanas y fue muy duro a causa del polvo y la suciedad. Aunque se cubría con una máscara de gasa, el polvo «casi me ahogaba y me cegaba». En una carta a su esposa le decía: «Acabo de volver de la geniza y he traído dos sacos con fragmentos. Tengo que darme un baño. No te haces una idea de la suciedad». 

Dentro de la geniza, Schechter casi se ahogaba por el polvo y la suciedad

Finalmente se llevó treinta sacos llenos de documentos a Cambridge, donde hoy constituyen la colección Taylor-Schether, compuesta por 193.000 manuscritos. A estos hay que sumar la colección Mosseri, de 7.000 documentos, en depósito en la misma universidad, así como otros manuscritos dispersos en Estados Unidos, Canadá, Francia, Rusia e Israel.

 

Una ventana al pasado

El análisis de este inmenso depósito documental ha alumbrado una extraordinaria variedad de documentos. Los más antiguos datan de los siglos VI-VIII, y los más modernos, del XIX. Muchos reflejan el asombroso mestizaje cultural y religioso que tuvo lugar en El Cairo, pese a la hegemonía del islam. Así, se ha localizado un fragmento de una de las versiones más antiguas de la Biblia en griego, parte de una Biblia hebrea con grafía en árabe, así como páginas de un Corán escrito en árabe con caracteres hebreos. También se han hallado pruebas caligráficas de escolares, contratos matrimoniales, poesías, ensayos y cartas personales. Además de los manuscritos elaborados en Egipto hay otros procedentes de Irak, Irán o la península ibérica.

La información aportada por la geniza de la sinagoga de Ben Ezra nos permite observar la vida cotidiana de la comunidad judía y su entorno durante la Edad Media. Todo quedó reflejado ahí, desde las costumbres y las grandes ideas a los pleitos o las transacciones económicas. La geniza cairota no es solamente una biblioteca de interés académico, sino la radiografía nítida y completa de una sociedad extinta. Es una ventana abierta a las bulliciosas calles de El Cairo durante la Edad Media. 

 

Este artículo pertenece al número 244 de la revista Historia National Geographic.