El último hijo (2021), de Tim Sutton

El pistolero Isaac LeMay fue contratado por el ejército para acabar con los cheyennes. Y entonces recibió una maldición del jefe indio: un hijo suyo lo mataría. Desde entonces Isaac recorre las llanuras del oeste en busca de los innumerable hijos que ha ido teniendo con prostitutas para matarlos uno a uno, antes de que lo hagan ellos. La voz de sus fechorías recorre el oeste y se convierte en un forajido.

No hay mucho que contar de esta desalmada y salvaje película que trae a la pantalla únicamente lo peor de la imaginería propia del western. Resulta un tanto sorprendente que alguien, en este caso Tim Sutton, ofrezca una historia tan deprimente, donde hay exclusivamente sangre, criminales, prostitutas, masacres, muertes atroces, persecución y por supuesto asesinatos a sangre fría. El guionista debutante Greg Johnson crea unos personajes apenas esbozados y completamente indeseables, comenzando, claro, por el lacónico protagonista, que va sembrando la tierra de los cadáveres de sus propios hijos, pero también es sumamente desgradable el psicópata Cal, uno de ellos, y hasta las mujeres son vistas desde su peor perspectiva: la madre prostituta Anna y la hija vengativa Megan. Tan sólo se salva algo de la quema Solomon, un soldado del ejército con sangre cheyenne en las venas y algo de moral en su conducta.

El último hijo no esta hecha para todos los paladares, porque es simple y gratuitamente violenta y muestra una época de salvajismo invadida de desesperanza y sinsentido. Estructurada a base de capítulos y rodada en los bosques de Montana, destaca por su tono lúgubre, también en cuanto a la fotografía nubosa y a las localizaciones ásperas y frías. El reparto reúne algunos intérpretes de tanto renombre como Sam Worthington, Heather Graham o Thomas Jane. Quién sabe el motivo por el que decidieron unirse a este vacío e insano proyecto.