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Qué es el EBITDA y cómo analizarlo

Tiempo de lectura: 8 min.

El término EBITDA es un indicador utilizado, en general, por grandes empresas, pero también puede ser de gran utilidad para los CEO y los gerentes de pymes, ya que arroja luz sobre la rentabilidad económica y la capacidad de solvencia de una compañía.

Aunque el beneficio neto es un indicador importantísimo a la hora de valorar la salud financiera de una empresa, hemos de tener en cuenta, además, otros cálculos. Con el fin de obtener una imagen más completa de las actividades empresariales, los economistas utilizan varios resultados. Uno de ellos es el margen EBITDA. En este artículo vamos a explicar detalladamente qué es, cómo se calcula y qué nos indica un resultado positivo o negativo.

Por otro lado, veremos que incorporar EBITDA en las dinámicas de una empresa ayuda a conseguir eficiencia económica en diferentes áreas.

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Qué es el EBITDA

El EBITDA es un indicador financiero que muestra el beneficio de la compañía antes de descontar los intereses que se tienen que pagar por deudas, impuestos, depreciaciones, provisiones y amortizaciones. Es un acrónimo de un término inglés: Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization. Su traducción literal corresponde a ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización.

El EBITDA ayuda a obtener el beneficio bruto de explotación de la empresa antes de deducir los gastos financieros. Solo tiene en cuenta ingresos y gastos, aunque, como veremos más adelante, intervienen muchos más factores. Esta fórmula aporta una visión general de la rentabilidad de la empresa y permite saber si funciona sin valorar los elementos externos.

Por otro lado, permite estimar de un modo más acertado el flujo de caja disponible. Es decir, sirve para mostrar la solvencia de la empresa de una forma más fiel y el dinero que se gana o se pierde teniendo en cuenta únicamente la mera actividad que realiza.

Un buen ejemplo para ilustrarlo es imaginar una empresa nueva en el mercado (por ejemplo, una heladería) que ha pedido un crédito para financiarse. Los beneficios del primer año son muy bajos y el propietario no termina de saber por qué. Si el EBITDA arroja un dato positivo mucho más alto, significará que el resultado bruto de explotación es adecuado y que, por tanto, la heladería funciona.

Este indicador financiero, además, hace mucho más fácil la comparación de la rentabilidad de unas empresas con otras, puesto que la cifra de EBITDA no tiene en cuenta conceptos como los impuestos.

Así pues, si Juan tiene una empresa que fabrica zapatos en La Rioja y Giuseppe posee una en la Toscana, el EBITDA permitirá comparar la rentabilidad sin considerar los impuestos que se aplican en un país y en otro. En este caso, la empresa de Juan podría ser más rentable que la de Giuseppe, pero, si a la hora de pagar impuestos, el tipo impositivo es más elevado en España que en Italia, finalmente Giuseppe podría terminar obteniendo más beneficios que Juan.

Es importante recalcar que, aunque es una magnitud contable relevante, no debe servir como único valor para medir la rentabilidad de una empresa. Esta cifra deberá ser puesta en contexto y analizada junto al conjunto de datos que se extraigan de la contabilidad de la empresa.

Para resumirlo, el EBITDA sirve para analizar de forma objetiva la capacidad de una empresa sin tener en cuenta factores ajenos. Además, facilita la comparación entre distintos negocios, especialmente cuando operan bajo distintos entornos y circunstancias.

Cómo se calcula el EBITDA

El dato que se obtiene del EBITDA es el resultado final de explotación del negocio sin incluir los elementos financieros, tributarios y contables. Para calcularlo, antes debemos conocer el margen EBIT, cuyo acrónimo inglés corresponde a Earnings Before Interest and Taxes (beneficios antes de intereses e impuestos). La forma de obtenerlo es restar los gastos de operación y los costes a las ventas. Los gastos de operación son los que sufraga la empresa y los que son necesarios para el desarrollo de las actividades, como los salarios o los alquileres.

Volviendo al ejemplo de la heladería, si el negocio hubiera realizado ventas por un valor de 70.000 euros, se le deberían restar los costes del alquiler, los suministros como luz o agua, los salarios y los impuestos, entre otros. Si los gastos suman 50.000 euros, esto significa que la heladería ha obtenido un beneficio antes de tasas e impuestos de 20.000 euros.

Una vez calculado el EBIT, debemos sumar al resultado obtenido los gastos de depreciación y de amortización. Los primeros hacen referencia al coste de afrontar la pérdida de valor de un bien. En este sentido, no olvides que, a medida que pasa el tiempo, dicho bien vale menos en el mercado. Por otro lado, los gastos de amortización son la anotación en la contabilidad que permite ir acumulando recursos para subsanar la depreciación, de forma que, cuando esté amortizado el bien, la empresa tenga los recursos para adquirir uno nuevo.

Como puedes comprobar, es un cálculo muy sencillo que no requiere grandes esfuerzos ni complicaciones.

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Recordemos que el EBITDA era el beneficio bruto de explotación de la empresa. Para obtenerlo, se tenía en cuenta el beneficio del negocio sin contar con los intereses, los impuestos, las depreciaciones y las amortizaciones. La diferencia, pues, entre el EBIT y el EBITDA será que este último no valora los gastos de depreciación y amortización que genere la maquinaria utilizada, el local, etc.

Por lo tanto, y volviendo a nuestro ejemplo, si se satisfacen 10 000 euros en concepto de amortización y depreciación, esto indica que el resultado del EBITDA será de 30 000 euros. En este caso, la cifra obtenida es positiva, pero ¿qué significa esto?, ¿cómo se ha de interpretar? En el siguiente apartado te lo contamos detalladamente.

¿Cómo interpretar el resultado que nos da EBITDA?

En primer lugar, es importante establecer que el EBITDA puede arrojar dos resultados: positivo o negativo. Para poder interpretarlo de forma correcta, has de considerar los aspectos que te exponemos a continuación:

  • El EBITDA no tiene en cuenta si las inversiones que se llevan a cabo son productivas. Es decir, no es capaz de decirnos si las inversiones están reportando beneficios. Por ejemplo, puede ser que estemos pagando un préstamo de un bien que no sea rentable.
  • Tampoco tiene como fin medir la liquidez del negocio, ya que este deberá afrontar diversos pagos antes de saber de la tesorería que la empresa dispone.
  • Mide el resultado bruto de explotación, que no es lo mismo que su liquidez.
  • No olvides que el EBITDA es un indicador financiero que muestra el beneficio de la empresa antes del pago de intereses, beneficios y gastos de amortización y depreciación.
  • Otro aspecto importante a destacar es que un EBITDA elevado por sí solo no tiene por qué indicar una buena situación financiera. Esto puede deberse a un alto grado de apalancamiento de la deuda, es decir, que la empresa se financia excesivamente a través de deuda a terceros.
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Un ejemplo que te puede servir para verlo es una empresa que obtiene un resultado de explotación bruto de 10.000 euros, pero paga intereses más elevados que esta cuantía. El negocio en sí funciona porque el resultado de explotación bruto es positivo, pero, una vez le restas los intereses a pagar y las tasas a satisfacer, la compañía no obtiene beneficios, sino pérdidas. Así pues, será determinante que, junto al resultado que se obtenga del EBITDA, se estudien y analicen otros indicadores financieros y contables.

Por otro lado, utilizando el resultado obtenido por el EBITDA podemos medir el grado de endeudamiento de una empresa. Con la fórmula EBITDA/Gastos Financieros es posible determinar si la empresa está excesivamente endeudada o si, por el contrario, mantiene una buena salud financiera.

En resumen, un indicador por sí solo no podrá dar una imagen completa del estado de un negocio. Será el conjunto de valores, más un análisis detallado, el que proporcionará una visión detallada y fiel del estado en el que se encuentra la compañía.

Consecuencias de un EBITDA positivo

A grandes rasgos, un resultado positivo indica que el negocio es viable. En otras palabras, el resultado bruto de explotación es positivo, por lo que el negocio, de por sí, genera beneficios.

Sin embargo, hay que tener en cuenta las consideraciones mencionadas en el punto anterior. Un EBITDA positivo no significa que las inversiones que se estén realizando sean productivas y tampoco que el flujo de caja de la empresa sea elevado.

El caso más engañoso se da cuando el negocio está altamente endeudado. El EBITDA puede ser positivo, pero las deudas pendientes podrían provocar problemas para la empresa a la hora de pagar sus créditos si en uno de los ejercicios los ingresos no fueran elevados. Es por eso por lo que un resultado de EBITDA en números verdes no es necesariamente sinónimo de una buena gestión.

Si queremos garantizar una buena salud financiera de la compañía, el EBITDA deberá ir acompañado del estudio de otros valores contables. De esta forma, obtendremos una idea de la totalidad del negocio y podremos conocer en qué áreas puede haber espacio para la mejora.

Qué sucede si el resultado de EBITDA es negativo

Si el EBITDA da un número negativo, quiere decir que la empresa no es rentable, ya que su resultado bruto de explotación es negativo incluso antes de hacer frente a intereses, impuestos y gastos de amortización.

Pero los números rojos son aceptables en determinadas circunstancias. Por ejemplo, un EBITDA negativo es esperable cuando el proyecto está en fase de lanzamiento o crecimiento.

Así pues, hay negocios que tienen que asumir desde el principio unos costes muy elevados y reciben pocos ingresos. Con el tiempo, captan clientes y generan ingresos, por lo que son capaces de revertir tal situación. Netflix, por ejemplo, tuvo que hacer frente a altos costes y tenía pocos clientes. Pero con el paso del tiempo, logró captar más usuarios y aumentar sus ingresos.

Lo mismo se aplica para un empresario que decide abrir una pista de esquí. Los gastos del primer año son muy elevados. Sin embargo, a medida que capta clientes, la ratio financiera de EBITDA mejora.

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