16 De Septiembre - Independencia De México (poemas) [vylyo5y5xenm]

16 De Septiembre - Independencia De México (poemas)

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HIDALGO MANUEL ACUÑA Sonaron las campanas de Dolores Voz de alarma que el cielo estremecía, Y en medio de la noche surgió el día De augusta Libertad con los fulgores. Temblaron de pavor los opresores E Hidalgo audaz al porvenir veía, Y la patria, la patria que gemía, Vio sus espinas convertirse en flores. ¡Benditos los recuerdos venerados De aquellos que cifraron sus desvelos En morir por sellar la independencia; Aquellos que vencidos, no humillados, Encontraron el paso hasta los cielos Teniendo por camino su conciencia!

15 DE SEPTIEMBRE MANUEL ACUÑA Después de aquella página sombría en que trazó la historia los detalles de aquel horrible día. cuando la triste Méxitli veía sembradas de cadáveres sus calles; después de aquella página de duelo por Cuauhtémoc escrita ante la historia, cuando sintió lo inútil de su anhelo; después de aquella página, la gloria borrando nuestro cielo en su memoria no volvió a aparecer en nuestro cielo. La santa, la querida madre de aquellos muertos, vencedores en su misma caída, fue hallada entre ellos, trémula y herida por el mayor dolor de los dolores… en su semblante pálido aún brillaba de su llanto tristísimo una gota… a su lado se alzaba junto a un laurel una mecana rota… y abandonada y sola como estaba, vencido ya hasta el último patriota, al ver sus ojos sin mirada y fijos, los españoles la creyeron muerta, y del incendio entre la llama incierta

los echaron en la tumba con sus hijos… Y pasaron cien años y trescientos sin que a ningún oído llegaran los tristísimos acentos de su apagado y lúgubre gemido:

GUERRERO JOSE ROSAS MORENO En los montes del Sur, Guerrero un día alzando al cielo la serena frente, animaba al ejército insurgente y al combate otra vez lo conducía. Su padre, en tanto, con tenaz porfía, lo estrechaban en sus brazos tiernamente y en el delirio de su amor ardiente sollozando a sus plantas le decía: Ten piedad de mi vida desgraciada; vengo en nombre del rey, tu dicha quiero; poderoso te hará; dame tu espada. ¡Jamás!, llorando respondió Guerrero; Tu vos es, padre, para mí sagrada, más la voz de mi patria es lo primero!

HIDALGO Y MORELOS AMADO NERVO ¡Hidalgo y Morelos, palabras radiosas! Pregunta esos nombres al monte y al plano a cielos y a mares, a todas las cosas, y así te dirán: El monte de nieve y eternos basaltos que siglos y siglos sus crestas irguió: “Morelos, Hidalgo”, dirá, son más altos, más altos que yo! El sol, alma fuente de vivos destellos, Imán de los mundos que el Padre creó: “¡Hidalgo, Morelos!” dirá “¡son más bellos, más bellos que yo!”

Y fuentes y prados y valles y cielos, cantando los nombres de luz de los dos, dirán con miles voces: “¡Hidalgo, Morelos, bendígalos Dios!”

LA SUAVE PATRIA RAMON LOPEZ VELARDE PROEMIO Yo que sólo canté de la exquisita partitura del íntimo decoro, alzo hoy la voz a la mitad del foro a la manera del tenor que imita la gutural modulación del bajo para cortar a la epopeya un gajo. Navegaré por las olas civiles con remos que no pesan, porque van como los brazos del correo chuan que remaba la Mancha con fusiles. Diré con una épica sordina: la Patria es impecable y diamantina. Suave Patria: permite que te envuelva en la más honda música de selva con que me modelaste por entero al golpe cadencioso de las hachas, entre risas y gritos de muchachas y pájaros de oficio carpintero. PRIMER ACTO Patria: tu superficie es el maíz, tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu cielo, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros. El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros del petróleo el diablo. Sobre tu Capital, cada hora vuela ojerosa y pintada, en carretela; y en tu provincia, del reloj en vela que rondan los palomos colipavos, las campanadas caen como centavos. Patria: tu mutilado territorio se viste de percal y de abalorio.

Suave Patria: tu casa todavía es tan grande, que el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería. Y en el barullo de las estaciones, con tu mirada de mestiza, pones la inmensidad sobre los corazones. ¿Quién, en la noche que asusta a la rana, no miró, antes de saber del vicio, del brazo de su novia, la galana pólvora de los juegos de artificio? Suave Patria: en tu tórrido festín luces policromías de delfín, y con tu pelo rubio se desposa el alma, equilibrista chuparrosa, y a tus dos trenzas de tabaco sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa raza de bailadores de jarabe. Tu barro suena a plata, y en tu puño su sonora miseria es alcancía; y por las madrugadas del terruño, en calles como espejos se vacía el santo olor de la panadería. Cuando nacemos, nos regalas notas, después, un paraíso de compotas, y luego te regalas toda entera suave Patria, alacena y pajarera. Al triste y al feliz dices que sí, que en tu lengua de amor prueben de ti la picadura del ajonjolí. ¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena de deleites frenéticos nos llena! Trueno de nuestras nubes, que nos baña de locura, enloquece a la montaña, requiebra a la mujer, sana al lunático, incorpora a los muertos, pide el Viático, y al fin derrumba las madererías de Dios, sobre las tierras labrantías. Trueno del temporal: oigo en tus quejas crujir los esqueletos en parejas, oigo lo que se fue, lo que aún no toco y la hora actual con su vientre de coco. Y oigo en el brinco de tu ida y venida, oh trueno, la ruleta de mi vida.

INTERMEDIO (Cuauhtémoc) Joven abuelo: escúchame loarte, único héroe a la altura del arte. Anacrónicamente, absurdamente, a tu nopal inclínase el rosal; al idioma del blanco, tú lo imantas y es surtidor de católica fuente que de responsos llena el victorial zócalo de cenizas de tus plantas. No como a César el rubor patricio te cubre el rostro en medio del suplicio; tu cabeza desnuda se nos queda, hemisféricamente de moneda. Moneda espiritual en que se fragua todo lo que sufriste: la piragua prisionera , al azoro de tus crías, el sollozar de tus mitologías, la Malinche, los ídolos a nado, y por encima, haberte desatado del pecho curvo de la emperatriz como del pecho de una codorniz. SEGUNDO ACTO Suave Patria: tú vales por el río de las virtudes de tu mujerío. Tus hijas atraviesan como hadas, o destilando un invisible alcohol, vestidas con las redes de tu sol, cruzan como botellas alambradas. Suave Patria: te amo no cual mito, sino por tu verdad de pan bendito; como a niña que asoma por la reja con la blusa corrida hasta la oreja y la falda bajada hasta el huesito. Inaccesible al deshonor, floreces; creeré en ti, mientras una mejicana en su tápalo lleve los dobleces de la tienda, a las seis de la mañana, y al estrenar su lujo, quede lleno el país, del aroma del estreno. Como la sota moza, Patria mía, en piso de metal, vives al día,

de milagros, como la lotería. Tu imagen, el Palacio Nacional, con tu misma grandeza y con tu igual estatura de niño y de dedal. Te dará, frente al hambre y al obús, un higo San Felipe de Jesús. Suave Patria, vendedora de chía: quiero raptarte en la cuaresma opaca, sobre un garañón, y con matraca, y entre los tiros de la policía. Tus entrañas no niegan un asilo para el ave que el párvulo sepulta en una caja de carretes de hilo, y nuestra juventud, llorando, oculta dentro de ti el cadáver hecho poma de aves que hablan nuestro mismo idioma. Si me ahogo en tus julios, a mí baja desde el vergel de tu peinado denso frescura de rebozo y de tinaja, y si tirito, dejas que me arrope en tu respiración azul de incienso y en tus carnosos labios de rompope. Por tu balcón de palmas bendecidas el Domingo de Ramos, yo desfilo lleno de sombra, porque tú trepidas. Quieren morir tu ánima y tu estilo, cual muriéndose van las cantadoras que en las ferias, con el bravío pecho empitonando la camisa, han hecho la lujuria y el ritmo de las horas. Patria, te doy de tu dicha la clave: sé siempre igual, fiel a tu espejo diario; cincuenta veces es igual el ave taladrada en el hilo del rosario, y es más feliz que tú, Patria suave. Sé igual y fiel; pupilas de abandono; sedienta voz, la trigarante faja en tus pechugas al vapor; y un trono a la intemperie, cual una sonaja: la carretera alegórica de paja.

ANTE EL ALTAR DE LOS CAUDILLOS DE LA INDEPENDENCIA

LIC. MANUEL BRIOSO Y CANDIANI México, al recordar la ardiente guerra a que debió su sacra autonomía, convoca a las naciones de la tierra a convivir con ella en armonía. Ya no es el español el hombre odiado que provocara cólera o rencores; es el colono, por la ley llamado, para entregarse en paz a sus labores. ¿Qué mejor oblación en los altares de Hidalgo, de Morelos y Guerrero, que ofrecer nuestra mano y nuestros lares, transformando en nativo al extranjero? La sangre por doquier derramada de aquella lucha, en los heroicos hechos, de su fruto en la tierra liberada: por eso surgen ya nuevos derechos. México en otro tiempo campo rojo, sin ley augusta y sin precisa norma, que incitaba al pillaje y al despojo, en el pueblo laborioso se transforma. Abre los brazos al obrero honrado y de la servidumbre lo redime para que viva siempre emancipado de la miseria amarga que lo oprime. Al que la tierra con afán cultiva, lo alienta para ser un propietario, y su esperanza y su trabajo aviva, liberándolo de todo victimario. Si antes nos agobió el encomendero con su avaricia y su crueldad odiosa, ya no hay trabas que opriman al obrero, ni al campesino en la heredad fructosa. Escuelas, bibliotecas y talleres impulsan ya al estudio o la tarea a ignaras más no inútiles mujeres, y al indio analfabeto de la aldea. Tales son los presentes redentores Traídos de la Patria a los altares son los frutos más sanos, los mejores de las grandes contiendas seculares. ¡Que venga hacia este suelo el que confíe

en la rica cosecha del mañana, que ya una nueva aurora nos sonríe en esta fértil tierra mexicana!

A LA CORREGIDORA M. GUTIERREZ NAJER Al viejo primate, las nubes del incienso; Al héroe, los himnos; A Dios, el inmenso De bosques y mares solemne rumor; Al púgil que vence, la copa murna; Al mártir, las palmas; y a ti –la heroína— Las hojas de acanto y el trébol en flor. Hay versos de oro y hay notas de plata; Mas, busco, señora, la estrofa escarlata Que sea toda sangre, la estrofa oriental: Y húmedas, vivas, calientes y rojas. A mí me entienden las trémulas hojas Que en gráciles redes columpia el rosal. ¡Brotad, nuevas flores! ¡Surgid a la vida! ¡Despliega tus alas, gardenia entumida! ¡Botones, abríos! ¡Oh, mirtos, arded! ¡Lucid, amapolas, los ricos briales! ¡Exúberas rosas los pérsicos Chales De sedas joyantes al aire tended! ¿Oís un murmullo que, débil, remeda El frote friolento de cauda de seda En mármoles tersos o limpio marfil? ¿Oís?... ¡Es la savia fecunda que asciende, Que hincha los tallos y rompe y enciende Los rojos capullos del príncipe Abril! ¡Oh, noble señora! La tierra te canta El salmo de vida, y a ti se levanta El gérmen despierto y núbil botón; El lirio gallardo de cáliz erecto; Y fúlgido, leve, vibrando, el insecto Que rasca impaciente su blanda prisión! La casta azucena, cual tímida monja, Inciensa tus aras; la dalia se esponja Como ave impaciente que quiere volar, Y astuta, prendiendo se encaje a la piedra, En corvos festones circunda la yedra, Celosa y constante, señora, tu altar!

El chorro del agua con ímpetu rudo, En alto su acero, brillante desnudo, Bruñido su casco, rizado el airón, Y el iris por banda, buscándote salta Cual joven amante que brinca a la alta Velada cornisa de abierto balcón. Venid a la fronda que os brinda hospedaje ¡Oh pájaros raudos de rico plumaje; Los nidos aguardan; venid y cantad! Cantad a la alondra que dijo el guerrero El alba anunciando: ¡Desnuda tu acero, Despierta a los tuyos… Es hora…Marchad!

EL GRITO DE LA INDEPENDENCIA GUILLERMO PRIETO Golpes suenan en la puerta, en la puerta del cuarto, golpes y voces que llaman ansiosas al Cura Hidalgo. Se hace luz, en las estancias se pasean los caballos, entran Allende y Aldama, al cuarto del viejo cura. Y sin más rodeos y preámbulos dicen: "estamos perdidos: ¿qué resolución tomamos?" Oye la nueva, tranquilo, con calma y sosiego, Hidalgo. . . "No estamos perdidos," contesta " aquí no queda más que ir a coger gachupines" Mientras se ajusta las armas, y ordena que venga un criado para que dé chocolate, a sus valientes aliados. Manda llamar a los serenos, y a su hermano don Mariano; se encendieron unas teas, que agitaban unos cuantos. Las veruquientas campanas, despiertan al vecindario; gentes a pie y de a caballo

acuden al llamamiento. Y en una de las ventanas, erguido, grande, sublime; asoma su busto, Hidalgo. . . . Y grita: ¡Muera el mal gobierno! . . . ¡Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe! ¡Viva América! ¡Viva México!! Viva México! ¡Viva México! ¡Viva Allende! . . . ¡Viva Aldama! . . . ¡Viva Abasolo! ¡Viva Jiménez! ¡Viva la Corregidora de Querétaro! Doña Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Vivan, vivan todos los que lucharon y murieron por la Independencia Mexicana!! ¡Viva el Padre de la Patria Mexicana don Miguel Hidalgo y Costilla!

LA CAMPANA DE DOLORES JOSÉ SANTOS CHOCANO (Fragmento) En el bronce en que fundieron la Campana, arrojaron sus sortijas los más nobles caballeros, que probaron luego el timbre de aquel bronce con la ufana vibración de un golpe dado por la cruz de sus aceros; y tan cóncavo y sonoro bronce, rico en plata y oro, ha gemido muchas veces en las trémulas escalas de un revuelo de palomas que lo harían con sus alas. Una mano, que persigna las tinieblas y conjura las edades con espíritu cristiano, una mano de buen cura, una mano religiosa, cierta vez, sobrecogida por un santo horror, se posa en la cuerda atada al bronce, que, agitándose nerviosa, correr siente las primeras pulsaciones de otra vida; y es así como, en la noche de los siglos misteriosos, la Campana de Dolores rompe a veces el silencio, desde el fondo del arcano,

balanceando en las tinieblas, al compás de sus clamores, una cuerda que se estira con el peso de una mano… ¡No! la mano del gran cura no sacude la Campana, cuyos sones van, en de disiparse por la anchura, a plegarse en el refugio de los buenos corazones. piénsase que, de repente, vibra el Águila en su escudo; abre el pico: la serpiente dócilmente se hace un nudo… rompe el Águila su vuelo: con las alas cubre el cielo; y, en un rasgo de soberbia poderosa que la nimba y engalana, va y se posa sobre el bronce de la épica Campana… tiende el Águila su noble y emblemático abanico; cuelga, luego, largamente, la cabeza…y en el pico coge al fin la cuerda como cogió un día la serpiente… ¡Y así, el águila es ahora la que, en triunfo, como un símbolo viviente, sonar hace sobre el pueblo la Campana redentora!... Presencia de Hidalgo Ciudadanos de México: Vengo a contarles este día la pagina más grande de la historia… Vengo a cumplir con un alto deber, con el favor de la ciudadanía de mi alma de maestra y mujer La Patria mexicana en su pasado, fue el suelo ensangrentado, y en cuencas infinitas de dolor corrió sangre a torrentes de bravos, de inmortales insurgentes que a México sirvieron con valor… En los hechos, los más sobresalientes, del primero de todos los valientes fue el padre Hidalgo aquel anciano, de alma de gigante y de cabello cano quien se sacrifico por conquistar LA LIBERTAD LA INDEPENDENCIA Y LA IGUALDAD de nuestro amado pueblo mexicano Con su ejemplo, su amor, su decisión, hablo una vez con su palabra mágica

en una hora trágica, de México la más divina, y fue inacabable noche septembrina llena de luz, de inmarcesible gloria que nunca…! NUNCA MORIRÁ en la HISTORIA! Movió la clásica campana del humilde curato de Dolores, y…su alma sensitiva, tan humana, en esa insólita ocasión, afrontando infinitos sinsabores, fue solemne en su fe, su decisión, por darnos esta Patria mexicana. Su grande y noble sueño realizó con un puñado de hombres valerosos, sufridos, resueltos y afanosos, que sus huellas siguió. El luminoso espíritu sencillo del héroe…inmenso del caudillo, se agiganta en los tiempos de la historia, por su amor a la causa independiente de su pueblo, al que amaba intensamente… Por eso perpetuamos su memoria… aquí está del gran hombre la presencia en la estatua que miramos a diario, barro que el pueblo lleva en la conciencia; en cada centenario, al visionario, para siempre sea así: Hoy y mañana la nación mexicana viene a cantarle ¡Gloria! ¡Gloria! le cante aquí la patria agradecida de toda la nación, a su heroísmo y lucha enardecida; al sacrificio inmenso de su vida nuestra niñez entona su mejor canción pues para todos es perenne inspiración. ¡Niños! en este luminoso y grande día de paz espiritual y de alegría, luchemos por el bien de la nación; con nuestros actos –cada instante y ocasiónhay que imitar del héroe venerable sus virtudes y ejemplo incomparable… ¡Cantémosle con todo el corazón, el contenido profundo, sin igual, las estrofas más bellas, más airosas, solemnes, inefables, belicosas, de nuestro hermoso Himno Nacional! HIDALGO JUAN DE DIOS PEZA

¡Mártir de tu conciencia! nuestra historia bañada está en la luz de tu grandeza el pueblo cambió en culto tu memoria, y las canas que ornaban tu cabeza, en hojas de laurel cambio la gloria. Si con mundos de luz tu santo nombre en el cielo de Méjico esta escrito que guíe a tu pueblo, y al tirano asombre; para ser libre te basto ser hombre, para ser inmortal te bastó un grito. Ahora venimos a tu altar trayendo de respeto y amor eternas flores, tu muerte y tus martirios bendiciendo; míranos…con en alma repitiendo las divinas palabras de Dolores. ¡Feliz aquél a quien el mundo llame el cantor de tu gloria, noble anciano! ¡Labio feliz el que tú nombre aclame! ¡Feliz todo el que en ti venere y ame al Redentor del pueblo mejicano! A HIDALGO LUIS GARCÍA DE ARELLANO A dónde vas ¡oh venerable anciano! sosegado pastor, helada caña, ¿es acaso a la mísera cabaña que el pan recibe de tu débil mano? Voy a romper la frente del tirano, voy a trinchar el centro de la España; la religión sublime me acompaña; soy el Moisés del pueblo mexicano. Con fuego santo tu semblante brilla, un grito da ya su señal potente. La hueste hispana su cerviz humilla. Era hombre, sí…murió…pero valiente. Ínclito Hidalgo, grande sin mancilla, luce tu nombre puro, indeficiente. 1810 JUAN DE DIOS PEZA ¡Año de luz, de triunfos y de gloria de dolor, de martirio y sufrimiento! ¡Un siglo que condensa el pensamiento de un pueblo que es gigante ante la Historia!

Cien años hace, obtuvo la victoria un gesto que estremece el pensamiento, pues fue base del alto monumento que perdura del pueblo en la memoria. Hidalgo, el cura humilde de Dolores a su patria le dio nueva existencia, oyendo de sus hijos los clamores; su grito fue la voz de su conciencia y a los esclavos convirtió en señores dándoles con su voz la independencia. 1810-1910 JUAN DE DIOS PEZA Cien años que nos dejan por herencia para ser de la patria, amparo y norma. Tres veneros de luz: La Independencia, la Constitución y la Reforma. ¡Hidalgo!, ¡El pueblo!, ¡Juárez!...cuanta gloria ¡En un siglo de esfuerzo ha conquistado! ¡Son tres astros del cielo de la Historia! ¡Tres deidades que México ha adorado! Y coronando su obra sacrosanta con mano firme, honrada, noble y pura, el héroe de la paz, que se levanta de tan preclaros héroes a la altura. La independencia fue nuestra grandeza la libertad nuestro mayor anhelo y la paz el tesoro de riqueza que ha engrandecido nuestro patrio suelo. ¡Honor y gloria a tan egregios hombres! ¡ciñamos a sus frentes lauro y palma y conservemos sus augustos nombres con letras de oro escritas en el alma! EN EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 1816 J. F. L. Sonetos ¡Heroico Hidalgo de inmortal memoria! ¡Primer caudillo de la Independencia! (así está escrito en célica eminencia) ¿Quién podrá disputarte tanta gloria? Gran recuerdo hace de ti la historia al mismo tiempo que llora tu ausencia: fuiste del patriotismo pura esencia, y el indiano escudo de victoria,

tu voz estremeció del cruel Borbón, el trono que ejerció su tiranía, y colmó de gozo cuanto corazón. De fuego patrio en México se ardía: justa tus manes bendice la nación, y tu nombre lo ensalza cada día. II ¡Tres centurias sufrimos de opresión! ¡Tres siglos de dolor y de amargura! ¿Por qué tan cruel destino? ¡Oh suerte dura, la que tocara a la infeliz nación! Sonó la voz del inélito Campeón, que en Iguala rompió férrea atadura, tembló la Iberia, y su desventura decretada la vio sin remisión. ¿Dónde está el genio que nos diera vida? ¡Ya no lo vemos Iturbide, amado… la mano ingrata, el plomo fraticida te despreció de nuestro lado; pero la patria siempre agradecida, dentro de tu corazón te ha colocado. Octava Mil elogios a Hidalgo le tributo, promovedor de nuestra independencia, mil a Iturbide que al poder absoluto derrocar supo con firme presencia; por ellos viste mi lecho de luto y rindo a sus cenizas reverencia allá en el cielo se encuentran unidos que es mansión de patriotas distinguidos. HIDALGO LUPEMARÍA DE LA GARZA FERRER Quiero cantar a Hidalgo su grandeza, quiero cantar al venerable anciano de Dolores, al que su anhelo mayor fue hacer a nuestra Patria grandiosa, y verla entre los pueblos de la tierra respetada y venturosa. Oh Padre de la Patria, mi admiración a ti no tiene nombre, pues fuiste por salvarnos el primero con un valor que todo el que escuche asombre. No ha de olvidar el pueblo mexicano

la lucha que iniciaste con valor ardiente, y escucharon el Grito de Dolores un 15 de septiembre. No ha de olvidar aquél pueblo que oprimido luchaba por su suerte, que tú fuiste quien rompiera las cadenas de esclavitud y muerte. Debemos recordar al gran anciano que nos diera la libertad y la gloria, pasando a la inmortalidad de las páginas de la historia.

Al Excmo. Sr. Presidente D. Guadalupe Victoria Soneto A ti la Patria ¡oh caudillo fuerte! Del gobierno las riendas ha confiado, Pues con Victoria espera de contado Con victoria triunfar de infausta suerte. Al frente quiso este día ponerte De sus negocios, porque así premiado Tu mérito será que fue extremado Y con respeto vio la misma muerte. Vive, señor, por tiempo dilatado: Vive ¡Oh Victoria pues eternamente Para dicha de Anáhuac y mayo, gloria Sin la funesta oposición del hado! Pues es preciso con Victoria al frente Cantar en todos tiempos la victoria. Al Excmo. Sr. vice-presidente Soneto Al lado de una Victoria en recompensa De tus grandes servicios y valor Te vemos, y la Patria con amor Los premia pues luchaste en su defensa. En su unión bien podrás la niebla densa Del temor disipar y con vigor Anonadar el bárbaro opresor Que nuevo yugo prepararnos piensa. Si bravo fuiste en la campaña un día Con destreza vibrando el noble acero Hasta triunfar al fin de la hidra fiera; Con igual interés hoy, a fe mía,

A la Patria guiarás por el sendero De la dicha; de un Bravo así se espera. Fuentes Poesías Patrióticas Mexicanas, recopilación. México D.F., Anaya Editores. Florescano, Enrique, Imágenes de la Patria, México, Editorial Taurus, 2006, 488 pp. G. Basurto Carmen, México y sus Símbolos, México, Avante, 280 sin fecha de publicación, pp. Hernández Silvano, México historiado por los poetas, Jalisco, Gobierno de Jalisco, 2004, 212 pp. Higuera Ernesto, Hidalgo. Reseña Biográfica con una Iconografía del Iniciador de Nuestra Independencia, México, Colección Medallones Mexicanos, 1955, Peza, Juan de Dios, Poesías Recuerdos y Esperanzas, México, Porrúa, Colección Sepan Cuantos, 1979, 260 pp. Ramos Aguirre, Francisco, Poesía Romántica Tamaulipeca, México, Instituto Tamaulipeco de Cultura, 1992, 102 pp. Poesías Patrióticas Mexicanas, recopilación. México, Anaya Editores. Diario histórico de México, de Carlos María de Bustamante. Periódico La Esperanza, Tampico, 17 de septiembre de 1845, pp. 3-4.

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