El esplendor y la tragedia han definido la vida de Donatella Versace, la musa y leyenda de una marca que reinventó la alta costura en las décadas de los 80s y 90s con diseños audaces, sensuales e innovadores, que sólo podrían haber nacido en una mente como la de su hermano, Gianni. La italiana tuvo en sus manos un frágil imperio que estuvo a nada de volverse cenizas, pero que ella reconstruyó y devolvió su grandeza.
Es la más pequeña de los hermanos Versace. Ya desde su infancia se convirtió en cómplice y compañera inseparable de Gianni, prueba de ello es el icónico rubio platinado con el que tiñe su cabello desde los 11 años a petición del diseñador, que estaba obsesionado con Patty Pravo y anhelaba ver a su hermana llevar el mismo tono que la cantante.
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Donatella, quien hoy cumple 67 años de edad, cursó la carrera de lenguas en la Universidad de Florencia. Al concluir sus estudios se unió a Gianni en Milán para ayudarlo con la casa de moda, algo que venía haciendo años atrás.
Una vida de excesos
La fama y riqueza llevaron a Donatella a rodearse de millonarias celebridades. El glamour era su fiel acompañante cada noche, al igual que los excesos y el hedonismo. A diferencia de su hermano, la diva de la moda tenía cierta debilidad por las juergas, en donde probó distintas sustancias.
"A Gianni no le gustaban las fiestas. Yo salía toda la noche. Una vez, en un bar de Nueva York, había una mesa llena de cocaína y todo el mundo esnifaba abiertamente en la pista de baile", afirmó en un artículo recogido por Vogue.
No sólo era la musa de Gianni, también fungía un papel importante en el manejo de la marca. En un inicio se desempeñó en el área de relaciones públicas y, posteriormente, fue nombrada directora creativa de la línea Versus, fundada en 1989 y que le obsequió Gianni en agradecimiento por su entrega.
El cambio de Donatella Versace tras la muerte de Gianni
Tras el asesinato de Gianni Versace en julio de 1997, Donatella pasó de las sombras a los reflectores en cuestión de días. Adquirió el título de heredera y, con ello, la responsabilidad de mantener en pie la casa de modas, tarea que no fue sencilla para la diseñadora que estaba muy afectada y padeció de depresión a raíz de la muerte de su hermano.
"Cuando ocurrió la tragedia nada volvió a ser divertido, sólo había dolor, inseguridad y pérdida. Empezaron los problemas con mi familia, el final de mi matrimonio, el tener que dirigir una compañía a pesar de no estar preparada. Todo el mundo tenía los ojos puestos en mí", dijo en aquel entonces.
Adicciones y su rol al frente de la marca
Donatella asumió el papel de directora creativa, si bien, por aquel entonces ya era vicepresidenta y manejaba prácticamente la marca cuando su hermano fue diagnosticado con cáncer de oído. Ella misma reconoce que enfrentó un "infierno" cuando tomó las riendas de la empresa.
Su inestabilidad, la cirugía estética excesiva -en especial el retoque de labios- y las adicciones marcaron este complicado periodo de su vida, mismo del que ha logrado sobreponerse y asegura estar complemente recuperada.
"Dejar atrás veintidós años de una vida mucho más difícil de lo la que gente haya podido pensar y yo haya podido demostrar. (Una vida) angustiante, luctuosa, pesada, demasiado para mí que debía sostener una empresa y los puestos de trabajo de tanta gente, ocultar el dolor, defenderme de los cotilleos", dijo a La Repubblica.
Donatella estuvo casada 17 años con el modelo estadunidense Paul Beck, padre de sus dos hijos: Daniel y Allegra, siendo ésta última la sobrina predilecta de Gianni y heredera de gran parte de su fortuna. En 2004 la famosa se casó con el diseñador Manuel Dallori, de quien se separó un año después.
Cabe mencionar que en 2018 Michael Kors compró Versace; sin embargo, Donatella se mantiene al frente de la marca.
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