El regalo de la Palabra - Diócesis Teruel
 En Carta desde la fe

 

En una reunión de catequistas se comentaba con asombro la religiosidad y la solidaridad de un niño muy pobre. Entonces, una catequista ya mayor dijo: «Dios se fijó en el hijo más pequeño de Jesé, que había sido descartado, pues el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón» (cf. 1 Sam 16). Pude escucharle otros comentarios sobre temas diversos, apoyándose en pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, y pensé: «De lo que rebosa el corazón habla la boca».

Me decidí a preguntarle cómo lograba iluminar tan certeramente con la Palabra de Dios las diversas circunstancias de la vida, sin sermonear, con mucha naturalidad. Ella me confesó que en su familia se leía y comentaba todos los días un trocito de la Biblia; me dijo que nunca había perdido este hábito y, aunque a veces le costaba, se daba cuenta de que Dios le ofrecía, a través de la Biblia, luz, alegría y fuerza para vivir. Aquella mujer, aunque no había estudiado en ninguna universidad pontificia, se había convertido en una auténtica maestra en Sagrada Escritura, mediante la lectura orante y constante de la Palabra de Dios.

Comparto esta experiencia a propósito del Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el papa Francisco en 2019. En su carta apostólica Aperuit illis, el Santo Padre, de la mano de san Efrén, nos recuerda que la Palabra de Dios es un tesoro inmenso y siempre nuevo: «¿Quién es capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca» (Comentarios sobre el Diatesaron, 1,18).

La Palabra de Dios es una muestra privilegiada de su amor, tal como explica el Concilio Vaticano II: «Dios invisible habla a los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora en ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). Ésta es la gran riqueza de la Palabra de Dios: que Él se hace presente, compartiendo con nosotros su intimidad y su proyecto de vida para el mundo.

Por estas y por tantas otras razones, no podemos consentir que se nos caiga la Biblia de las manos: leámosla asiduamente, escuchémosla con devoción en las celebraciones, hagámosla presente en las reuniones de nuestros grupos y aprovechemos las oportunidades que se nos ofrecen para conocerla más profundamente. Los cursos del Instituto Teológico “San Joaquín Royo”, las publicaciones de teología de la Biblioteca Diocesana, así como los diversos grupos de formación cristiana son instrumentos preciosos para saborear la riqueza de la Palabra de Dios y poder comunicarla.

Recibid un saludo muy cordial, en el Señor.

Teclea lo que quieres buscar y pulsa Enter