Qué es un dinosaurio y en qué se diferencia de otros reptiles prehistóricos

Qué es un dinosaurio y en qué se diferencia de otros reptiles prehistóricos

Muchas veces se llama dinosaurios a criaturas que en realidad no lo son. Analizamos las características que debe tener un dinosaurio para ser realmente un dinosaurio.

Abel G.M.
Abel G.M.

Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas

Actualizado a

Varias especies de dinosaurios
Foto: iStock/Orla

Los dinosaurios se encuentran entre las criaturas más impresionantes que jamás hayan poblado la Tierra. No obstante, a menudo se incluye por error en esta categoría a animales extintos que en realidad no son dinosaurios ni parientes cercanos de estos. Su aspecto más o menos parecido puede inducir fácilmente a error. Entonces, ¿qué es exactamente un dinosaurio y cómo podemos diferenciarlo?

Científicamente hablando, dinosaurio es una categorización taxonómica: se trata de un superorden específico de arcosaurios, un grupo de animales cuyos únicos representantes vivos son los crocodilios y las aves; al grupo de los arcosaurios también pertenecían los pterosaurios, que sin embargo forman un grupo separado de los dinosaurios. En cambio, reptiles marinos como los ictiosaurios, plesiosaurios y mosasaurios, e incluso algunos terrestres tan conocidos como el Dimetrodon, no eran arcosaurios y ni siquiera parientes cercanos: de hecho, evolutivamente este último está lejanamente emparentado con los mamíferos.

De hecho, lo que determina que un animal sea o no un dinosaurio no es el aspecto, sino la anatomía. La categorización más reciente, realizada en 2011 por el paleontólogo Sterling Nesbitt de la Universidad de Virginia, recoge 12 características anatómicas que debe tener un esqueleto para que entre en la categoría de "dinosaurio": sin entrar en detalles muy técnicos, estas se refieren al cráneo, las extremidades posteriores, la zona pélvica y las vértebras.

Por más que le duela a algunos, ninguno de estos es un dinosaurio
Foto: iStock/A V S Turner

Guía rápida para identificar a un dinosaurio

Para el común de los mortales, que no tiene por qué saber identificar los diferentes huesos, existen algunas simples guías para determinar grosso modo qué es un dinosaurio y qué no lo es. En concreto, hay tres características fácilmente distinguibles en un esqueleto que pueden ayudar a identificarlos con un margen de error relativamente pequeño.

En primer lugar, los dinosaurios eran, con una sola excepción -las aves, de las que hablaremos más adelante- animales terrestres: incluso el terrible Spinosaurus, que durante décadas ha sido el paradigma de “dinosaurio anfibio”, no lo era tanto según los últimos estudios. Esto excluye automáticamente a reptiles acuáticos con extremidades en forma de aletas y que, como ya se ha dicho antes, no eran dinosaurios; y también a los voladores, cuyas extremidades anteriores están desarrolladas específicamente para poseer membranas y vivir en el aire.

Que seas grande, colorido y des miedo no te cualifica para entrar en el club de los dinosaurios
Foto: iStock/MR1805

Las extremidades son, precisamente, el segundo indicador más visible para identificar un dinosaurio. Esta vez sin excepción, todos ellos eran animales cuyas extremidades posteriores se encontraban en una posición inferior, gracias a una determinada composición de la pelvis que les facilitaba la movilidad: por decirlo de forma muy simple, tenían “muslos”. Si nos fijamos en otros reptiles prehistóricos -de nuevo podemos tomar como ejemplo el Dimetrodon, en la imagen sobre estas líneas- podemos ver que sus patas se encuentran en posición lateral, como las de los cocodrilos. Conviene aclarar, no obstante, que tanto extremidades como articulaciones deben cumplir ciertas características no tan evidentes a ojos “profanos”, como que ciertos huesos presenten una determinada forma o proporción entre ellos.

La tercera característica fácilmente distinguible se encuentra en su cráneo: los dinosaurios eran diápsidos, es decir, su cráneo presenta dos fosas temporales; por decirlo llanamente, dos orificios detrás de las cavidades de los ojos. Esta característica se encuentra también en otros animales como los cocodrilos y sus parientes cercanos, y les permite desarrollar unos músculos muy fuertes en la zona de la mandíbula gracias a los cuales tienen algunas de las mordeduras más potentes del reino animal.

El tiranosaurio conocido como "Sue" en el Museo Field de Historia Natural de Chicago
Foto: Zissoudisctrucker (CC)

Sue es uno de los esqueletos de tiranosaurio más completos que se conservan. En esta fotografía se puede apreciar la forma de la cadera y las fosas temporales en el cráneo.

Entonces, ¿las aves son dinosaurios?

Esta es una de las preguntas que surgen espontáneamente: ¿las aves son dinosaurios? La respuesta es que sí… en cierto modo. Específicamente, son el único subgrupo superviviente de manirraptores, un clado de dinosaurios cuya anatomía era especialmente apta para volar y que presentaban las llamadas “plumas de vuelo” (a diferencia del plumón, compuesto de plumas que sirven solo como capa aislante y no para volar).

El punto exacto en el que este grupo de dinosaurios se convirtieron en aves propiamente dichas es difícil de determinar: tradicionalmente se ha considerado al género Archaeopteryx -cuyo nombre significa, precisamente, “ala antigua”- como las primeras aves, pero con el tiempo se han encontrado otros grupos con características aviares. Actualmente, el género Aurornis se considera el grupo más antiguo de aves por una diferencia de unos 10 millones de años respecto a los Archaeopteryx.

Ilustración de Aurornis xui, considerado "la primera ave"
Foto: El Fosilmaníaco (CC)

¿Las aves son reptiles?

Una cuestión incluso más complicada es la siguiente: si los dinosaurios eran reptiles y las aves eran dinosaurios… ¿las aves también son reptiles? Y la respuesta es que no… de nuevo, en cierto modo. El meollo de la cuestión es que la clasificación tradicional de los vertebrados en mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces se basa en el sistema propuesto por el naturalista Carl Nilsson Linnaeus (o simplemente Linneo) en el siglo XVIII. Pero Linneo clasificó a los animales en base a su aspecto y a características muy amplias, no a su proximidad evolutiva, y su sistema resulta a día de hoy obsoleto. Así pues, y aunque pueda parecer contradictorio, las aves son dinosaurios pero no reptiles a pesar de que los dinosaurios eran reptiles. Y si queremos ser precisos, deberíamos referirnos al resto de ellos como dinosaurios no aviares.

Según el sistema actual, basado en clados -es decir, grupos de seres vivos que comparten un ancestro común-, tanto las aves como la mayoría de los reptiles forman parte de un gran clado denominado saurópsidos. Este incluye a grupos vivos tan diversos como los cocodrilios -los parientes más cercanos de las aves-, las tortugas, los lagartos o las serpientes, así como a grupos extintos como los dinosaurios y, esta vez sí, también a los reptiles prehistóricos marinos y voladores; todos unidos en una gran y mal avenida familia que incluye desde la adorable tortuga verde hasta el terrorífico tiranosaurio.