INDICE

 

 

1. ¿Qué es el acoso escolar?

3 1.1.¿Como se inicia?

3 1.2.¿Cuándo se considera acoso escolar o bullying ?

3 1.3. Causas y Métodos

3 1.4 Edades donde más se produce

4 2. Consecuencias

4 2.1. Consecuencias que sufre la victima

4 2.2. Consecuencias que sufre el agresor

5 2.3. Consecuencias de la familia de la victima

6 2.4 Consecuencias de la familia del agresor

6 2.5 Consecuencias para los testigos

7 2.6. Consecuencias que sufren la comunidad educativa

7 3. algunas estadísticas del acoso escolar

7 3.1. Víctimas de acoso por comunidades

8 3.2 Víctimas de acoso por grupo de edad

8 3.3. Estadísticas de llamas recibidas en casos el acoso escolar

9 3.4. Cifras de la fundación ANAR

10 4. Los entornos donde se clasifica el acoso escolar

10 5. Casos de acoso escolar en España

10 Lucía, la niña de 13 años que se suicidó tras sufrir acoso escolar: ‘Mamá, no puedo más’

La pesadilla del instituto

Revisar el protocolo

 

 

 

 

1. ¿Qué es el acoso escolar?

 

El acoso escolar o bullying es la exposición que sufre un niño a daños físicos y psicológicos de forma intencionada y reiterada por parte de otro, o de un grupo de ellos, cuando acude al colegio. El acosador aprovecha un desequilibrio de poder que existe entre él y su víctima para conseguir un beneficio (material o no), mientras que el acosado se siente indefenso y puede desarrollar una serie de trastornos psicológicos que afectan directamente a su salud o incluso, en situaciones extremas, conductas autodestructivas.

 

1.1.¿Como se inicia?

 

Comienza poco a poco, con pequeños actos, con pequeños gestos. Una broma un poco más pesada un día, un insulto otro día, algún empujón y poco a poco la violencia se hace más frecuente e intensa.

 

1.2.¿Cuándo se considera acoso escolar o bullying?

 

Se considera en cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada, tanto en el aula, como a través de las redes sociales.

 

1.3. Causas y Métodos

 

Causas:

Las causas que originan el bullying dependen de cada caso concreto, aunque suelen tener unas características comunes: el acosador escolar no tiene empatía y, por tanto, es incapaz de ponerse en el lugar del acosado y ser sensible a su sufrimiento. El origen de la violencia del

acosador puede venir causado por problemas sociales o familiares, que pueden provocar que el niño desarrolle una actitud agresiva y que en la adolescencia sea violento. «En muchas ocasiones, los acosadores son personas que también han sido acosadas».

 

 

 

 

Métodos:

§ Comportamientos de desprecio y ridiculización

§ Agresiones físicas y/o verbales

§ Comportamientos de intimidación y amenaza

§ Comportamientos de exclusión, marginación social y ninguneo

§ Robos, extorsiones, chantajes y deterioro de pertenencias

§ Utilización de internet, mensajes de móviles, etc., con la intención de hacer daño mediante (envío masivo de correos electrónicos, difusión de imágenes sin consentimiento del interesado, etc.)

 

1.4 Edades donde más se produce

El acoso escolar puede ocurrir en diferentes etapas de la vida escolar, pero generalmente se observa con mayor frecuencia durante la adolescencia. Los estudios han demostrado que la adolescencia es la edad de mayor riesgo para el acoso escolar. Pero también se ha observado que el acoso escolar se da cada vez más en edades tempranas. Es importante estar atentos y brindar apoyo a los niños y adolescentes en todas las etapas de su educación. Si tienes más preguntas al respecto, estaré encantada de ayudarte.

 

2. Consecuencias

 

Estas pueden consecuencias que pueden sufrir depende de cada caso.

 

2.1. Consecuencias que sufre la víctima

 

El bullying puede acarrear graves consecuencias en los jóvenes que lo sufren.

o Problemas emocionales: los jóvenes que sufren estas acciones pueden experimentar una amplia gama de emociones negativas como tristeza, ansiedad, depresión, ira e incluso pensamientos suicidas. El constante hostigamiento y la falta de apoyo pueden afectar su autoestima y confianza en sí mismos.

o Problemas de salud mental: el acoso escolar puede llevar al desarrollo de trastornos de ansiedad, del estado de ánimo o estrés postraumático. Estos problemas es posible que continúen existiendo en la edad adulta si no se abordan adecuadamente a una edad temprana.

o Rendimiento académico afectado: puede interferir con el rendimiento académico de los estudiantes. Las víctimas suelen tener dificultades para concentrarse en clase, disminución de la motivación para el aprendizaje y absentismo escolar. Esto en ocasiones resulta en un bajo desempeño académico y en la presencia de serias dificultades para alcanzar su potencial educativo.

o Problemas sociales: los jóvenes que son víctimas de acoso escolar a menudo experimentan dificultades para establecer y mantener relaciones sociales saludables. Así, pueden tener dificultades para confiar en los demás, establecer amistades y participar en actividades sociales, lo que lleva al aislamiento social y la soledad.

o Impacto a largo plazo: el acoso escolar puede dejar cicatrices emocionales profundas que perduren en la vida adulta. Las personas que lo sufren tienen posibilidades de desarrollar problemas de confianza, baja autoestima y dificultades para establecer relaciones significativas. También puede haber un mayor riesgo de experimentar problemas de salud mental en la edad adulta.

 

2.2. Consecuencias que sufre el agresor

 

El ejercicio del acoso escolar implica una importante desigualdad de poder, donde uno o varios individuos ejercen violencia física, verbal o psicológica sobre otra persona que resulta ser más vulnerable.

o Problemas de conducta: el agresor puede exhibir problemas de conducta tanto dentro como fuera del entorno escolar. Puede mostrar comportamientos agresivos, impulsividad, falta de empatía y dificultades para manejar las emociones. El acoso escolar puede ser una manifestación de problemas subyacentes más amplios.

o Baja autoestima: aunque los acosadores pueden mostrar actitudes de superioridad o poder sobre la víctima, en realidad es habitual que tengan una baja autoestima. Su negativa actuación con los demás puede ser una forma de compensar sus propias inseguridades y así tratar de sentirse mejor consigo mismos, aunque es importante destacar que ese estado no es duradero, pues volverán a actuar para conseguir el mismo resultado.

o Dificultades para establecer relaciones saludables: los agresores pueden tener dificultades para establecer relaciones interpersonales saludables y duraderas. Su comportamiento agresivo y dominante puede alejar a los demás y dificultar la formación de vínculos positivos.

o Riesgo de continuar con comportamientos agresivos: los acosadores que no reciben la intervención y el apoyo adecuados tienen un mayor riesgo de continuar con comportamientos agresivos y abusivos en otras áreas de sus vidas. Es posible que lleguen a enfrentar problemas legales en el futuro y a experimentar dificultades en el ámbito académico y laboral.

o

o Falta de habilidades de resolución de conflictos: el acoso escolar puede reflejar una falta de habilidades efectivas para resolver conflictos y manejar las relaciones de manera saludable. Los agresores quizás no hayan aprendido estrategias adecuadas para manejar sus frustraciones y diferencias con los demás

 

2.3. Consecuencias de la familia de la víctima

 

Los padres de las víctimas de acoso escolar a menudo enfrentan una angustia abrumadora al descubrir que su hijo o hija está siendo acosado. El impacto emocional de ver a su hijo sufrir y sentirse indefenso puede ser devastador para ellos. La sensación de impotencia y la preocupación por el bienestar emocional de su hijo pueden afectar profundamente su bienestar psicológico.

Es esencial que estos padres reciban apoyo emocional para lidiar con sus propias emociones, así como orientación sobre cómo apoyar a su hijo durante esta difícil situación. La comunicación abierta y el apoyo incondicional son fundamentales para ayudar a los padres a mantenerse conectados con su hijo y brindarle el apoyo que necesita.

También buscar la colaboración activa de la escuela, las autoridades educativas y otros padres puede ser crucial para abordar efectivamente el acoso escolar y proteger a la víctima. Promover un ambiente de confianza y seguridad para que el hijo se sienta cómodo compartiendo sus experiencias también es fundamental.

 

2.4 Consecuencias de la familia del agresor

 

 

Los padres del agresor en casos de acoso escolar enfrentan un desafío emocional significativo al descubrir que su hijo está involucrado en conductas de acoso. Pueden experimentar una amplia gama de emociones, que van desde la negación inicial hasta la vergüenza, la culpa y la preocupación por el bienestar de su hijo. La revelación de que su hijo está participando en el acoso puede ser impactante y desorientada para ellos.

Para estos padres es importante reciban apoyo emocional y orientación para comprender las conductas de su hijo, establecer límites y consecuencias adecuadas, y buscar ayuda profesional si es necesario. El apoyo de la comunidad, el acceso a recursos educativos sobre

el impacto del acoso escolar y la colaboración con la escuela son esenciales para ayudar a los padres del agresor a abordar esta situación de manera efectiva.

Es importante que los padres del agresor trabajen en estrecha colaboración con la escuela para abordar el comportamiento de su hijo y ayudarlo a comprender las graves consecuencias del acoso escolar. La educación sobre el impacto del acoso escolar, el acceso a recursos profesionales como terapeutas y consejeros, y el establecimiento de límites claros son pasos importantes para ayudar a los padres del agresor a manejar esta situación.

 

 

2.5 Consecuencias para los testigos

 

Las consecuencias para los compañeros espectadores que mantienen una actitud condescendiente con el acoso y pasiva ante el sufrimiento ajeno, no son tan evidentes, pero pueden conducir a una actitud indiferente e incluso complaciente ante la injusticia y a una moderación equivocada de la valía personal. También los compañeros que se sienten amedrentados por la violencia de la que son testigos, se sienten directa o indirectamente afectados, pudiendo provocar cierta sensación de que no se puede hacer nada o de que es mejor no hacer nada frente a la injusticia, produciendo el afianzamiento de una personalidad temerosa.

o Asimismo, se observan, entre otras, las siguientes consecuencias:

o Refuerzo de posturas individualistas y egoístas.

o Falta de sensibilidad ante los casos de violencia.

o Valoración positiva de la conducta agresiva.

o Apatía.

o Insolidaridad respecto a los problemas de los demás.

o Riesgo de ser en el futuro protagonistas de la violencia.

 

2.6. Consecuencias que sufren la comunidad educativa

 

El acoso escolar afecta a los estudiantes, maestros, padres y personal escolar. Los niños que son víctimas de acoso escolar pueden experimentar problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, baja autoestima y estrés postraumático. Esto puede afectar su rendimiento académico y su participación en la escuela. Además, el acoso escolar puede generar un ambiente de miedo e inseguridad en la escuela, lo que repercute en el bienestar emocional de toda la comunidad educativa

 

 

 

 

3. Algunas estadísticas del acoso escolar

 

Un total de 1.054 casos de acoso escolar fueron denunciados en 2017 en España, según datos recogidos Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil y cuerpos de Policía Local, lo que implica una variación de un 11,65% respecto al año inmediatamente anterior.

 

 

 

 

3.1. Víctimas de acoso por comunidades

 

Por comunidades autónomas, en 2017 Andalucía fue la que registró más casos de acoso escolar, con 255, superando los 170 de la Comunidad de Madrid, los 129 de la Comunidad Valenciana y los 100 de Canarias, las únicas cuatro regiones que suman al menos un centenar de casos de acoso escolar en un solo año. Por el contrario, Navarra y La Rioja, con solo cuatro al año, fueron las comunidades autónomas con menos casos de acoso escolar en 2017, seguidas de Cantabria, con 11, y la ciudad autónoma de Melilla, con 13.

 

3.2 Víctimas de acoso por grupo de edad

 

El grupo de edad en donde el acoso parece ser más frecuente, o en el que más casos se denuncian, es el de entre 12 y 14 años, con 384 denuncias en 2017, seguido del grupo de edad, de 15 a 17 años, con 384 denuncias en 2017, según la estadística de casos de acoso escolar. A distancia, pero con casos todos los años se sitúan las situaciones de acoso en el ámbito educativo a los más pequeños, con 33 casos denunciados para menores de 6 a 8 años en 2017 y otros 76 casos en el grupo de 9 a 11 años.

3.3. Estadísticas de llamas recibidas en casos el acoso escolar

3.4. Cifras de la fundación ANAR

4. Los entornos donde se clasifica el acoso escolar

 

demás de la forma de manifestación, el acoso escolar también puede clasificarse según el entorno donde ocurre. Aquí presentamos tres categorías principales:

o Acoso escolar presencial: este se produce físicamente en el entorno escolar, ya sea en las aulas, pasillos, patios de recreo u otras áreas comunes de la escuela. Puede involucrar tanto a estudiantes individuales como a grupos de acosadores. o Acoso escolar cibernético o ciberbullying: con el avance de la tecnología, estos comportamientos también han encontrado su camino en el mundo digital. El acoso cibernético implica el uso de medios electrónicos, como las redes sociales, mensajes de texto o correos electrónicos, para acosar, humillar o difamar a la víctima. Esta forma de acoso puede tener un alcance más amplio y persistente, ya que los mensajes o contenidos dañinos se difunden más rápidamente.

o Acoso escolar indirecto: en algunos casos, puede tener lugar de manera más sutil y encubierta. Esto incluye rumores maliciosos, exclusión social deliberada o la creación de un ambiente hostil donde la víctima se siente constantemente intimidada o aislada. El acoso escolar indirecto puede ser difícil de detectar, pero no por ello es menos perjudicial para la víctima.

 

5. Casos de acoso escolar en España

Caso 1:

Alejandro (nombre ficticio) tiene ahora 12 años. Su padre no sabé en qué momento empezó a ser acosado, pero su calvario aún no ha llegado a su fin. Todo comenzó cuando su comportamiento cambió y todos en el colegio decían que “se estaba metiendo en líos. Su clase se había puesto en su contra. Le insultaban en el recreo, pero los profesores lo negaban y le echaban la culpa a él”, recuerda su padre. Hasta que, durante una excursión, lo vio claro. Su hijo salió con el labio partido por una pedrada y el colegio terminó admitiendo lo que venía ocurriendo: tres alumnos llevaban haciendo la vida imposible a Alejandro desde hacía tiempo y el resto de la clase les seguía el ‘juego’. Alejandro estaba “totalmente desplazado” por los demás.

 

Hasta el punto de que él quería dejar de ir a clase. “Me vino un día llorando y me dijo que no quería ir más al colegio. Nos reunimos con el director y respaldó al grupo, a la clase entera, y no hizo nada”. Fue durante una charla del director del Instituto Andaluz para la Prevención del Acoso Escolar (IAPAE) cuando detectó firmemente que su hijo estaba sufriendo acoso escolar. “Antes era un niño sonriente y feliz, pero en casa estaba teniendo un mal comportamiento con nosotros, con sus hermanos, y eso nunca había sido así”, explica su padre. Después de aquella charla aprendió que “tenía que saber defenderse y saber cómo actuar en cada momento”.

Eran, o son, tres los acosadores, uno de ellos hijo del tutor. El padre, tras aquella excursión, envió un escrito al centro educativo que, tras un cambio en la dirección del mismo, confirmó que su hijo sufría acoso escolar por exclusión. “Ahí se vio que mi hijo decía la verdad”. Se le puso un alumno-tutor y una profesora-vigilante, cuenta, y “se destapó todo”, pero “a los acosadores no les pusieron un castigo” y se estaban yendo “de rositas”. “Una silla con tres patas”, lamenta este padre, que opina que “es fundamental que el colegio aborde el conflicto”, principalmente con los padres de los acosadores.

“Uno de los padres de los acosadores, que son iguales que sus hijos, incluso nos ha denunciado. El colegio no quiere hablar. No se atreven. Ya no es sólo por nuestro hijo sino por los de los demás, ¿qué tipo de niños están criando?”, señala. Afirma que han puesto el problema en manos de la Inspección “para que tome cartas en el asunto”. “Mi hijo está bien; ya no se quiere cambiar de colegio porque ahí están sus hermanos, pero está aislado y apenas interactúa con los demás. Trabajamos con él día a día pero hay que poner a cada uno en su sitio porque no es justo”.

Caso 2:

Lucía, la niña de 13 años que se suicidó tras sufrir acoso escolar: ‘Mamá, no puedo más’ Lucía, la niña de 13 años que se suicidó el martes de la semana pasada en Murcia tras sufrir acoso escolar, tenía pánico a salir de casa ante la posibilidad de encontrarse con los compañeros que la hostigaban en clase. Lo cuentan su madre, María Peligros Menárguez, y su padre adoptivo, Joaquín García, que aseguran que los presuntos agresores «son vecinos del barrio».

Joaquín García cuenta emocionado que la niña «no bajaba al jardín a reunirse con los demás chiquillos desde mayo y no podía ir sola por las calles». «Incluso cuando iba con su madre por el pueblo, le agarraba fuerte de la mano por temor a verlos».

Lucía era una adolescente normal, amante de la cultura manga, y no se perdía ningún salón del cómic que se celebrara en Murcia. De mayor quería ser youtuber y trabajar en algo relacionado con las redes sociales. Quedaba con sus amigas en el centro de Murcia, a unos seis kilómetros de su vivienda familiar en la pedanía de Aljucer. La llevaban sus padres en coche. «Las dos chiquillas más cercanas venían siempre a casa, o ella iba a la suya», señala María Peligros Menárguez. La tarde del pasado día 10, llamó a la puerta de la habitación de su hija. Al no obtener respuesta, abrió y se la encontró ahorcada. Lucía comenzó a sufrir acoso a los 10 años, cuando estaba en Primaria. Los padres no le dieron importancia pensando que era cosa de críos. De adolescente comenzó un tratamiento psicológico en 2015, tras un episodio detectado por la madre. «Un día, al meter el bocadillo en su mochila, vi que tenía los de toda la semana y le dije que, al regresar del colegio, hablaríamos de eso», comenta la madre. Esa misma mañana, María Peligros Menárguez descubrió el relato angustioso del diario de su hija. Lucía había escrito que se encontraba sola, que estaba harta de ser la gorda. Estaba hundida.

Cada mañana, el viaje en el autobús al antiguo instituto se convertía para la niña en una pesadilla porque se metían con ella durante todo el trayecto. La insultaban. La empujaban. «Quién se va a sentar con la gorda» era el saludo habitual, según les relató Lucía a sus padres.

Fue un domingo del pasado mes de mayo cuando todo explotó. «’Mamá, no puedo más’, me dijo Lucía entre lágrimas», afirma la madre, denunciando el «maltrato constante» al que le sometían «algunos compañeros» metiéndose con su aspecto, «llamándola gorda, fea, incluso con agresiones y empujones».

A pesar de toda la presión soportada, el rendimiento escolar fue bueno en todo momento. Lucía siempre había tenido un comportamiento ejemplar en clase. «Era una niña estudiosa, con buenas notas, pero tuvo la mala suerte de tener unos compañeros conflictivos que se metieron con ella desde la escuela hasta el instituto, hasta que no pudo más», manifiesta la madre.

Habló con uno de los profesores, que le describió la mala suerte de su hija al tocarle en el grupo de la ESO más conflictivo del instituto. «Se quedó aislada de sus amigas, que iban a otra aula, y fue terrible para ella», lamenta. Varios profesores indicaron entonces a los progenitores que se debía cambiar a la chiquilla de aula, pero no se hizo.

Los padres de Lucía se sintieron desamparados desde el primer instante. «Fuimos a pedir ayuda a su instituto, el Ingeniero de la Cierva, en Patiño, y nos dijeron que ya se había activado el protocolo de protección contra el acoso escolar… Pero no funcionó», denuncia Joaquín García. «Fui yo quien tuvo que solicitar el traslado al instituto Francisco Cascales, situado en el centro de Murcia, a través de la Inspección y con un informe psicológico. Me dijeron que me buscara la vida, que lo hiciera a título particular, que ellos habían hecho lo correcto y que no se contemplaba el cambio de escuela».

La Inspección Educativa no tenía conocimiento de los hechos cuando le trasladaron las quejas en persona, según afirman los padres, pero sí actuó para facilitar el cambio de instituto. Y eso pese a que los presuntos responsables del acoso también se habían metido con otros compañeros de clase, se quejan.

Los padres de Lucía confían en que la Policía actúe. Que se sepa qué ha fallado. Saben que los presuntos implicados son también menores de edad. Lo que sí piden a la Consejería de Educación es que «revise el protocolo, porque está claro que no funciona». Temen que ocurra un caso similar.

Joaquín García tiene otra hija mayor que reside en Barcelona. Laura y Lucía eran buenas amigas. La pequeña visitó a su hermana hace poco tiempo y quería volver en breve a la capital

catalana. Incluso barajaba la posibilidad de iniciar en el futuro una nueva vida allí para alejarse de su realidad.

Sus padres no pudieron imaginarse que la nota encontrada por una limpiadora el 21 de diciembre, cuando comenzaron las vacaciones de Navidad en el nuevo instituto, era una carta desgarradora de despedida que finalizaba diciendo: «Si queréis verme, tendréis que visitar mi tumba».

 

Bibliografía

https://www.eldiario.es/andalucia/padres-escolar-fundamental-colegio-conflicto_1_4023693.html

https://www.elmundo.es/sociedad/2017/01/16/587d08f146163f94548b466b.html http://pdata.es/datos/acoso-escolar-datos-cifras-estadisticas/257/espana/106?accion=2

http://pdata.es/datos/acoso-escolar-datos-cifras-estadisticas/257/espana/106#:~:text=El%20grupo%20de%20edad%20en,de%20casos%20de%20acoso%20escolar

https://www.educa2.madrid.org/web/convivencia/consecuencias-del-acoso-escolar

https://www.universidadviu.com/es/actualidad/nuestros-expertos/causas-de-acoso-escolar-y-como-abordarlas https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/psicologicas/bullying.html?amp