Cry Wolf (2005), de Jeff Wadlow

Owen Matthews empieza el curso en Westlake, una academia privada. Allí conoce a un grupo de estudiantes que practican habitualmente un curioso juego, que consiste en mentirse entre ellos, mientras los demás intentan demostrar en qué se apartan de la verdad. Junto a las instalaciones de la escuela, ha aparecido recientemente el cadáver de una mujer. Owen y los suyos aprovechan este suceso para desarrollar una broma macabra. Deciden difundir entre sus compañeros de escuela un correo electrónico que advierte de que el crimen ha sido obra de un peligroso asesino en serie, a punto de iniciar una escalada de terror. Pocos días después, Owen descubre que alguien está aniquilando a sus nuevos amigos, comportándose de forma similar al asesino que se inventaron.

Se nota en todo momento que es la enésima repetición del esquema de Scream, Sé lo que hicisteis el último verano y demás subproductos de terror para adolescentes. Y eso que se aprecia cierto esfuerzo por parte de Jeff Wadlow, guionista y director debutante en el largo, por introducir un punto de partida medianamente ingenioso y giros supuestamente inesperados. El veterano roquero Jon Bon Jovi cumple el objetivo de resultar más o menos convincente, como el resto del reparto. Y no se excede en truculencia en los asesinatos.