Cate Blanchett: “Creo que la noción de placer está sobrevalorada. Las mejores películas son las que te persiguen en sueños”

No hay papel que se le resista. Para su nueva película, The New Boy, Cate Blanchett se mete en la piel de una monja poco convencional. Hablamos con ella en pleno Festival de Cannes.
Festival de Cannes 2023 Cate Blanchett
Cate Blanchett, de Giorgio Armani, en el Festival de Cannes 2023.Saskia Lawaks

Sonrisa cálida y mirada brillante. Lejos de su imagen de belleza fría y del clima reinante, Cate Blanchett luce radiante en esta lluviosa mañana de sábado. Se entusiasma por un instante con el tiempo borrascoso: “Todos parecen más guapos bajo este cielo” y se interesa por nuestras últimas sensaciones del Festival. “Creo que la noción de placer está sobrevalorada. Las mejores películas son las que te persiguen en sueños”. Son palabras de una espectadora, pero también de una actriz sumida en una búsqueda perpetua de proyectos innovadores. Unos meses después de las múltiples nominaciones por la película Tár, de Todd Field, en la que encarna a una directora de orquesta envuelta en un escándalo, la australiana regresa a la Croisette con la atmosférica The New Boy, de Warwick Thornton, que se presenta en la sección ‘Un certain regard’. Es la historia de un niño aborigen de 9 años (el fantástico Aswan Reid) que se refugia en un monasterio perdido en mitad de Australia dirigido por una religiosa renegada (Cate Blanchett). La actriz nos habla de este proyecto ‒en el que ha participado también como productora‒ desde la azotea del hotel Mariott.

Warwick Thornton cuenta que le llamó y le dijo: “La vida es demasiado corta. Tenemos que trabajar juntos”. ¿Qué es lo que tanto le gusta de sus películas?

La versión corta de la historia es que seguía su trabajo como director de fotografía y luego me quedé impresionada con Sansón y Dalila, su segunda película como director (que ganó la Caméra d'Or en el Festival de Cannes de 2009). Es una historia de amor con unos diálogos minimalistas, pero con una estética increíble. No se parecía a ninguna otra película australiana que hubiera visto antes. Hasta que descubrí su perspectiva no me di cuenta de lo mucho que le hacía falta al cine. Conocí a Warwick en el Festival de Berlín, antes de la pandemia, y hablamos de una posible colaboración. Luego tuvimos un intercambio de mensajes por la noche, cada uno en nuestro continente. Es un espíritu libre. Yuxtapone sus pensamientos igual que sus imágenes.

¿Necesita conocer profundamente a un director a nivel humano antes de meterse en un proyecto para ver si hay compatibilidad?
Es imposible de predecir. A veces, una colaboración con un amigo cercano puede resultar mortal. Otras, se produce una conexión ‒profesionalmente hablando‒ con un desconocido. Liv Ulmann, la musa de Ingmar Bergman, me dijo que nunca se hablaban en el plató. Al final del rodaje de Secretos de un matrimonio, se fue sin despedirse de nadie. No conocí en persona a Steven Soderbergh hasta después de haber rodado con él. Con Warwick, fue diferente. Hablamos muchísimo antes del rodaje, porque es un lobo solitario. Se encargó de todo en el plató, desde la iluminación hasta la puesta en escena. No teníamos a nadie más a quien consultar. Filmar en un único lugar nos permitió también ser más libres.

“No es una película sobre las instituciones religiosas”

Warwick Thornton escribió el guion original hace 18 años. Se inspiró en su infancia en una escuela misionera. El papel que interpreta, la hermana Eileen, era originalmente un hombre. ¿A qué se debió este cambio?
Cuando me enseñó el guion, pensaba que quería involucrarme como productora. No me lo imaginaba escribiendo sobre un personaje femenino blanco. Me interesaba mucho el proyecto, pero le dije: "No hay nada para mí como actriz". Entonces sugirió: "A menos que el cura se convierta en monja". Para Andrew y para mí, eso abrió una puerta a un mundo nuevo. Nos permitió crear un personaje que realmente desafiara a la Iglesia católica de un modo profundo. A Warwick le interesaba la naturaleza de la relación entre las dos monjas y el niño. También hablamos de la sensación de encierro en el monasterio. Si el personaje principal hubiera sido un hombre, los espectadores habrían tenido unas expectativas mucho más precisas de la película al ver el cartel: un cura con un niño en brazos. Pero no es una película sobre las instituciones religiosas. Es un tema mucho más metafórico.

Parece ser que no paraba de hacer preguntas…
Es cierto, debí de resultar exasperante. Aprecié enormemente su sinceridad y su transparencia. A veces la mejor respuesta es simplemente un: “todavía no lo sé”.

“No podríamos haber hecho esta película sin Aswan”

¿Cuál es su mejor recuerdo del rodaje?
Me encantó trabajar con Deborah Mailman. Es una de las mejores actrices de Australia. Y, por supuesto, conocer a Aswan Reid. No podríamos haber hecho esta película sin él. La química con los otros niños fue inmediata, como si hubiéramos estado rodando Peter Pan. Un día, tenía que levantarse a las 3 de la madrugada para rodar una escena. Resulta complicado para cualquier miembro del equipo (incluso para una actriz de mi edad), pero imagínese para un niño de 10 años. Tyler, uno de los otros actores, se levantó para prepaparle el desayuno. Es raro tener un sentido de la solidaridad tan desarrollado en un grupo. Nuestra directora de casting, Anousha Zarkesh, se merece un premio por su trabajo.

Aswan Reid es una auténtica revelación en pantalla…
La cámara lo adora. No deja de hacer preguntas. Al final del rodaje, sabía exactamente cuál era el papel de cada uno de los que estaban en el plató. Durante la promoción de la película, nos esforzamos por no sobreexponerle ni hacerle sentir incómodo. No queremos que la parte comercial de la película interfiera en su infancia. Ayer, antes de posar solo en el photocall, le dije: "No te sientas obligado a hacer nada". Le dejamos y enseguida subió al escenario. No necesita nuestros consejos.

Artículo publicado por Vanity Fair Francia y traducido por Isabel Escribano Bourgoin. Acceda al original aquí.