Casa Lucio es uno de los restaurantes más famosos de Madrid, una parada obligatoria.
El propio Lucio está en el restaurante y pasa por las mesas a saludar a sus clientes.
El servicio es rápido, excelente y educado.
Mi única recomendación es que se haga una reserva unos días antes de ir. A este restaurante suelen ir famosos.

El sitio es bastante agradable y la comida es correcta. Destacaría los callos y las croquetas de espinacas un poco por encima del resto. La calidad del producto es buena, no espectacular, y el precio parece un poco alto, por encima de la media de la zona,
La gran pega para mi gusto, es que cenamos en la parte de arriba que es más pequeña, y que sirven la carne el platos calientes, de estos que llenan el salón de humo y olor a fritanga.
Nos tocaron dos mesas mientras cenábamos y tuvimos que abrir la ventana, en pleno invierno, porque era bastante desagradable.
El café malisimo, requemado, no lo pudimos tomar ninguno de los cuatro de la mesa.
En las cavas hay sitios mucho mejores para mi gusto.

Estuve con un amigo, de primero nos partimos una de jamón ( correcto sin más) y los famosos huevos rotos ( geniales) , mi amigo un entrecot ( espectacular) y yo un steak tartare ( brutal), café y copa. El servicio muy bueno , atentos y con mucha experiencia. El precio acorde con su calidad ( correcto). Adjunto factura.

Sin novedades, se come muy bien, buena calidad a precio. Lucio un fenómeno.
Ambiente magnífico. Los huevos el embutido, las carnes todo excelente.

Local ubicado en el Madrid de los Austrias a la antigua que se caracteriza por su buen servicio y buen producto.
Fuimos allí para probar los famosos "huevos fritos" y, que queréis que os diga, huevos sin más.
También tomamos un caldo, muy bueno y calentito, como toca, y unas alcachofas con jamón.
Todo realmente bueno, a excepción del café, malísimo.
Todavía no entiendo porqué muchos buenos restaurantes sirven café tan malo.
El resto, bien.
En cuanto a las instalaciones, deberá en algún momento adaptar sus baños para mejorar la accesibilidad, más que nada para poder atender a su clientela, de cierta edad.