Críticas de Caballero sin espada (1939) - FilmAffinity
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Caballero sin espada

Drama Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
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Críticas 90
Críticas ordenadas por utilidad
14 de abril de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que siendo muy joven, solía ponerme al día de mi ignorancia política e histórica con programas de debate como “La clave”, presentado por José Luis Balbín en la TVE2 recién instaurada la democracia de 1977, resulta curioso que con los dos canales de entonces había más cultura y arte que con la multitud de opciones que disfrutamos ahora, lo aseguro sin apelar a la nostalgia. Un programa como digo, que antes de debatir con los invitados solía ilustrar la charla con un film que servía de introducción al tema. Fue ahí donde descubrí por primera vez esta maravillosa película que el paso del tiempo no logró erosionar ni un fotograma de su argumento y mensaje, un auténtico clásico.

Pocos directores hay tan famosos como Frank Capra, que al mismo tiempo sean tan desconocidos como este cineasta de origen italiano que amaba la tierra que le dio cobijo: se ha divulgado tanto el estereotipo del cine lacrimógeno, que pocos son capaces ya de ver, entre planos, el brillo afilado de sus garras detrás de sus parábolas humanistas; se ha dicho tanto de él, que es un trovador de los buenos sentimientos, del ternurismo bienintencionado, que todo lo que no sea encuadrable dentro de este esquema es considerado una traición a su ideario. “Caballero sin espada” es un buen ejemplo de esta incomprensión: son nada menos que las instituciones parlamentarias las que son puestas en entredicho por un Juan Nadie – o por un tal Mr. Smith, en este caso un ingenuo “boy scout” -, como si se tratara, en abstracto, de una digresión de café sobre los nocivos efectos de la política y los políticos sobre la vida del resto de los mortales. Nada más lejos de la realidad.

Su temática sigue viva, sólo hay que echar un vistazo al panorama político actual español, la desafección del ciudadano por sus representantes motivada por la corrupción. Capra, su director, era un humanista que conocía la tipología del ser humano, con sus virtudes y miserias. Jefferson Smith (asombroso James Stewart) es un joven algo torpe y tímido con las mujeres que es elegido senador por sus dotes populistas (en el mejor sentido). Se presenta en el Senado junto al veterano senador Joseph Paine (Claude Rains), hombre idolatrado por Smith, amigo íntimo de su padre, con una “mochila” cargada de ilusiones y proyectos para mejorar la vida de sus conciudadanos. Por eso vemos a Smith recorriendo los mausoleos de Washington, el monumento a Lincoln y el Capitolio, símbolos paradigmáticos de los padres de la patria que Smith idolatra.

Capra pretende demostrar que el sistema democrático representativo no es malo en sí, son las personas corruptas las que lo ensucian y denigran, seducidos por la ambición, el poder corrompe y compra voluntades y conciencias, el enriquecimiento ilícito alimenta la codicia. El cineasta narra con convicción, glosando en Smith, al hombre noble y sencillo que cree en la democracia y en la libertad, en la justicia y en la solidaridad. Defendiendo y recordándole a la casta política adocenada, sumisa y corrupta, uno por uno todos los artículos de la Constitución americana que todos ellos juraron defender, y que los políticos están al servicio del pueblo y no el pueblo al servicio de los políticos u otros intereses espurios.
EL ALBATROS
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23 de junio de 2014
19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prometo que hubo un momento en «Caballero sin espada» en que quise cortarme las venas. Yo no comprendo, no alcanzo a resolver el misterio que supone que una película de un serio y firme nacionalismo como esta logre los mayores elogios por parte de un público que, con el mismo fervor pero en negativo, machaca otro tipo de cine con cierto patriotismo yanki mucho más ligero y menos pedante. ¿De qué va esto?

El caso es que «Caballero sin espada» nos tortura a lo largo de dos horas con una loa constante a los Estados Unidos de América, su Constitución, sus personajes históricos y su «sagrado» [sic] Senado. Las caras de admiración de James Stewart en su visita a Washington son causas directas de suicidio, deseo enfermizo que alcanza su nivel máximo cuando vemos al niño acompañado del abuelito leyendo frente a la estatua de Lincoln, cual acólito de una secta, y aparece de fondo un anciano negro muy emocionado... Bochornoso. Lavado de cerebro que debería indignarnos, o cuanto menos producirnos sonoras carcajadas, y que el resto del mundo se come con patatas fritas bien untadas de barras y estrellas, que esta vez el patriotismo más aplastante y egocéntrico no molesta a nadie. Qué cosas, oye.

Con todo, este adoctrinamiento podría ser secundario y gracioso si la película se fundamentara en algo más, en otra trama de calado, en una problemática consistente y no ridícula como nos presenta el guión. Imposible creerse esa forma de corromper, sin motivación alguna; esos personajes de trapo con una sola cara, incluido el ignorante de Jefferson Smith, que es tan demócrata y libre, que cuando algo no le gusta ejerce la violencia; las rudas presiones a la prensa, ese cliché de dibujo animado malo en el que los empresarios gordos son los enemigos, sin ninguna fisura, ni reflexión sobre el poder, la ambición o la política. ¿Qué se dice realmente de la sociología de las democracias, de sus errores y beneficios? Eso supondría pensar mucho y tomarse la crítica con sentido común, con peso, con imparcialidad.

La incursión de los niños luchadores por la libertad es, por un lado, vergonzoso al defender la politización y el activismo agresivo en la esfera de lo menores; y, por otro, de risa al comprobar lo manifiestamente patético que queda esa algarabía de chicuelos en plan revolucionario-demócrata. Bueno, y eso de que sean los propios niños explotados quienes paguen (la carta del muchacho que limpia los zapatos es para ponerse a llorar) por el campamento, seguro que de lo más siniestro, que idealiza Jefferson Smith es ya imperdonable.

Ritmo estancado, diálogos sosos, interpretaciones blandas (Claude Rains, para mi el mejor) e historia superficial. Otro clásico injustificado.
Kaori
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30 de octubre de 2007
37 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Capra fue un cineasta realmente brillante en su carrera desde el mismo momento en que conseguía, a partir de blandengues y conservadores argumentos llenos de legitimidad, unos muy convincentes resultados, transmitiendo mensajes universales y dotados de una credibilidad nada fácil de asimilar.
"Caballero sin espada" quiere ser eso y no lo consigue. Se centra en la política y en la llegada del ingenuo y sincero Stewart al mítico Congreso de los EE.UU, momento a partir del cual ejercerá de quijotesco y solitario portavoz de la masa silenciosa y en altavoz de la corrupción. Ja, ja, ja. Resulta una película tendenciosa y falsaria debido a un guión retrógrado y descompensado (para más inri ganador del Oscar: JA, JA, Ja) que la hacen una obra increíble, infantiloide y risible solo salvada del más absoluto naufragio por el equipo de actores y por el oficio de su director. Y el que quiera decir otra cosa porque se enmarca en la época del mejor cine clásico está asestando una vil puñalada a ese mismo cine.

P.D.: Luego hay algunos por ahí que masacran títulos de esa época como "Casablanca" y bendicen ésta. Y no me dejan dar nombres. Madre mía.
kafka
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18 de diciembre de 2007
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película dirigida por Frank Capra, y con un elenco para llamar la atención, incluido el gran Jimmy Stewart, quien ya había trabajado con Capra en la exitosa Vive como quieras, y quienes años mas tarde volverían a reunirse en la maravillosa Que bello es vivir.

Una película en verdad notable con unas soberbias actuaciones y un esplendido guión, destaco sobremanera el gran trabajo de Stewart, quien pasa de la risa al llanto y de la estupidez a la inteligencia y madurez en pocos segundos.

El filme, nos habla sobre la corrupción enfrentada con la honestidad, nos muestra como los corruptos se valen de cualquier artimaña para lograr sus propósitos, y como gente con trayectoria intachable, de repente se vende y cae en ese circulo lamentable y corrompido; pero, también nos muestra que hay gente honesta y valerosa que nunca se venderá ni caerá en lo más bajo, y como esa gente buena aunque no tenga los recursos que tienen los corruptos, poseen algo mas importante que es el coraje y las ganas de superar cualquier obstáculo.

Es verdad que en nuestro mundo, existe la deshonestidad a raudales, pero siempre habrá personas dispuestas a combatirlas, y por ese puñado de personas, vale la pena seguir trabajando y tratando de aportar tu granito y así tener un mejor lugar para vivir. (8.5)
erikraul
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3 de septiembre de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que veo a James Stewart me doy más cuenta de que se trata de uno de los grandes nombre propios de la historia del séptimo arte. Existen muy pocos actores tan versátiles, capaz de hacer lo que sea que se le plantee en el guión y siempre ofreciendo un nivel interpretativo elevadísimo. A su altura, otro gran nombre propio del cine, Frank Capra, cuyo humanismo suele invadir cada minuto de su filmografía, alguien que nunca abandona las buenas intenciones, siempre moralizante y siempre acompañado de una lección ejemplar, además del clásico final feliz.

En "Caballero sin espada" (me sumo a las voces críticas respecto a la estúpida mal traducción del título original inglés) Capra mete al senador Smith en lo que vendría a ser un berenjenal, rodeado de lobos, indefenso y casi sin esperanzas de salir bien parado del problema. Stewart, el senador, se va al senado siendo un pardillo, o al menos eso creen que es quienes lo eligen, con todos los números para convertirse en una marioneta más. Lo que me gusta de Capra (que es mucho, siempre) es que critica abiertamente un estamento podrido, lo señala con el dedo. Lo que no me gusta es el patriotismo exacerbado, porque la crítica la hace con la constitución en la mano, no se trata de un iconoclasta, de otra manera no hubiera recibido once nominaciones a los Óscars.

El tema de luchar por una causa (casi) perdida también me convence, al fin y al cabo todos somos humanos y tenemos la capacidad de discernir entre el bien y el mal. Con Capra no hay problemas con los sustos, siempre gana el bien, porque su idealismo es sano, va bien siempre, su romanticismo me convence. Sin embargo, el tema de "Caballero sin espada" entiendo que no sea del agrado de todos y ya lo diré para acabar, rematar una película de más de dos horas en un solo minuto me ha parecido muy poca cosa, la lucha que plantea el senador Smith merecía más.
Luisito
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