Es la hora de los «buenos pastores-cuidadores» - Diario Córdoba

Opinión | Para ti, para mí

Es la hora de los «buenos pastores-cuidadores»

El Buen Pastor era una imagen amiga, símbolo de la bondad, de la solicitud amorosa, del amor a toda prueba, y así ha llegado hasta nosotros

A lo largo del año, en la liturgia de la Iglesia, algunos domingos mantienen una denominación especial. Hoy, por ejemplo, celebramos el domingo del «Buen Pastor», porque así se proclama Jesús, con esta hermosa alegoría, en el evangelio de san Juan, que leemos en las misas de hoy: «Yo soy el buen pastor, que da la vida por las ovejas». En los ámbitos pastorales, la silueta del pastor tiene nuevas connotaciones, aplicada a los afanes y tareas evangelizadoras: la del «pastor-cuidador», Ser nosotros tambien unos «buenos pastores-cuidadores» para los demás: «Conocer, cuidar, defender, acompañar, proteger, llamar, invitar, curar, animar, conducir, enseñar, dar vida e incluso dar la vida como prueba de la entrega más generosa y fraternal». La tragedia de nuestro tiempo es la dispersión, la reunión, la polarización, la intolerancia, los extremismos y dogmatismos. Y, desde luego, los falsos liderazgos populistas que se aprovechan de la injusticia y prometen oropeles de paz a cambio de sometimiento y distracción. Los cristianos de la Iglesia primitiva popularizaron la figura de Jesús en la imagen del Buen Pastor con una oveja sobre sus hombros. Preferían representar a su Señor así, antes que crucificado. El Buen Pastor era para ellos una imagen amiga, símbolo de la bondad, de la solicitud amorosa, del amor a toda prueba, y así ha llegado hasta nosotros. ¡Qué acertada imagen para un mundo que camina sin rumbo y sin guía! Recordaré siempre aquellas palabras del cardenal Tarancón, en la década de los años 70, al final de su conferencia a los sacerdotes cordobeses, contestando a una pregunta que le formulara el sacerdote Luis Chumillas, sobre cuáles eran las principales crisis que vivía la Iglesia española: «Pues, mire usted, la principal crisis quizá sea una crisis de pastores». Fueron muy comentadas sus palabras. Ciertamente, resultaban acordes con el famoso verso del «Cantar de Mío Cid»: «¡Dios, qué buen vasallo, si hubiese buen señor!». El papa Francisco desgrana la alegoría con estas palabras: «Jesús defiende, conoce y ama a cada uno de nosotros. Para Él no somos «masa», «multitud», no. Somos personas únicas, nos conoce a cada uno con la propia historia, cada uno con el propio valor, tanto como criatura cuanto como redimido por Cristo. La Iglesia está llamada a llevar adelante esta misión de Cristo».

El escritor pesimista Émile Cioran representa a Dios como un pastor que avanza por el desierto teniendo a sus espaldas un odre, «el pozo portátil», como lo llaman los beduinos, con la reserva de agua que permite sobrevivir hasta alcanzar el oasis. Es, por tanto, una reserva de vida, preciosa y conservada con cuidado. El Señor, en su odre, recoge nuestras lágrimas, a menudo ignoradas por los demás y desconocidas por la mayoría. No caen en la arena del desierto de la historia, disolviéndose en la nada. Dios las pone en su odre conservándolas como si fuesen perlas. No nos aguarda, pues, el absurdo de una divinidad implacable dispuesta a pesar solo nuestras culpas. Y retomando una idea bíblica de uno de los Salmos, -«recoge mis lágrimas en tu odre»-, el escritor Cioran, la condensa en este verso: «En el día del juicio / se pesarán sólo las lágrimas». Ojalá quede en nuestras pupilas la imagen de Jesús como Buen Pastor, con su oveja o con su odre a las espaldas, invitándonos a que tambien nosotros seamos «buenos pastores-cuidadores» de los hermanos. «Tu muerte, Buen Pastor, no ha sido en vano».

  • Sacerdote y periodista

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