LA LECTURA
M�sica

Bob Wilson: "Para m�, presentar El Mes�as como un espect�culo religioso ser�a poco menos que un sacrilegio"

Fiel a su estilo minimalista y rompedor, el director de escena de 82 a�os regresa a Barcelona con una adaptaci�n del oratorio de H�ndel/Mozart que renuncia a cualquier lectura religiosa

El director de escena texano Robert Wilson.
El director de escena texano Robert Wilson.
Actualizado

El Liceu de Barcelona elevar� ma�ana el tel�n para revelar uno de los platos fuertes de la temporada. No se trata de una �pera, como cabr�a esperar, sino de la adaptaci�n esc�nica de un oratorio: El Mes�as de H�ndel en la versi�n que realiz� Mozart en 1789. El montaje lleva la firma del director de escena Robert Wilson (Texas, 1941), due�o de uno de los estilos m�s reconocibles, y celebrados, de la vanguardia oper�stica desde su debut en el g�nero all� por los a�os 70. �Me gustar�a aclarar antes de nada que este Mes�as no es de H�ndel/Mozart [como se anuncia en la programaci�n], sino s�lo de Mozart�, confiesa, algo enigm�tico, el dramaturgo estadounidense. �Lo que sucede sobre el escenario est� �ntimamente ligado al universo mozartiano, a su lenguaje y a un espacio sensorial lleno de posibilidades que hace que su m�sica suene siempre actual y nueva�.

A diferencia de Wilson, Mozart profes� siempre una gran admiraci�n por H�ndel, que muri� cuando �l ten�a tres a�os. Si se decidi� a �arreglar� su Mes�as no fue porque lo considerara fallido, o susceptible de mejora, sino simplemente para satisfacer el capricho de su protector y mecenas francmas�n, el bar�n Gottfried van Swieten, que as� lo requiri� para una de las funciones privadas en su palacio de la Viena imperial. Aunque Der Messias tiene el sello inconfundible del compositor salzburgu�s, Mozart no someti� el original de H�ndel (seguramente su obra m�s conocida por el gran p�blico) a un cambio radical, sino que se limit� a adaptar la partitura a los gustos de la �poca con una orquestaci�n m�s generosa (sobre todo en lo que se refiere a la secci�n de cuerdas), un registro de voces algo m�s graves y textos reciclados en alem�n, lo que, por lo dem�s, ven�a siendo una pr�ctica habitual en aquellos tiempos.

"Seg�n Balanchine, en la m�sica de Mozart el tiempo va construyendo el espacio, y al rev�s", cuenta Robert Wilson

La producci�n que se ver� en el teatro de la Rambla se estren� hace cuatro a�os en la Semana Mozart de Salzburgo, por encargo de Rolando Villaz�n, y viaj� luego al Teatro de los Campos El�seos de Par�s, donde sigui� cosechando cr�ticas entusiastas. �Le estoy muy agradecido a Villaz�n por esta original propuesta�, contin�a Wilson, quien en 1991 adapt� La flauta m�gica en La Bastilla de la capital francesa. �Desde bien peque�o sent� una gran atracci�n por la m�sica de Mozart, quien pronto se convirti� en uno de mis compositores favoritos. M�s adelante, tuve la suerte de ver al gran George Balanchine al final de su vida en Mozartiana�. El ballet se present� en Nueva York en 1981. �Por entonces Balanchine era mayor y ya s�lo coreografiaba con los dedos. Pero ten�a muy claro, y as� se lo dec�a a los bailarines en los ensayos, que en la m�sica de Mozart el tiempo va construyendo el espacio, y viceversa�.

Cuenta Wilson que, cuando recibi� la llamada de Villaz�n, las palabras de Balanchine se mezclaron en su cabeza con el recuerdo de las conversaciones que mantuvo con Philip Glass a prop�sito del estreno de Einstein on the Beach en el Festival de Avignon de 1976. �Esa capacidad de abstracci�n, de trascender lo que est� delante de nosotros y alcanzar un significado m�s profundo, ha guiado mis pasos desde entonces�, cuenta a La Lectura. �No s� c�mo explicarlo, pero los colores, la forma y el contenido de las obras de Mozart no se parecen a ninguna otra cosa que haya conocido en el mundo. Y es por eso que su m�sica me resulta tan estimulante: porque est� llena de posibilidades�. No hace falta aclarar que su adaptaci�n de El Mes�as se mantiene fiel a los preceptos m�s netamente wilsonianos: est�tica minimalista, coreograf�a de colores, gestualidad casi est�tica (bajo la influencia oriental del kabuki y el noh japon�s) y un uso magistral de la iluminaci�n.

FE EN EL ESPACIO VAC�O

La econom�a de recursos a la que acostumbra Wilson (para quien el �espacio vac�o� representa la esencia de la experiencia teatral) resulta especialmente id�nea en este caso, pues El Mes�as no cuenta una historia propiamente dicha, sino que se limita a reproducir textos prof�ticos de la Biblia y vers�culos de los Evangelios. A falta de una trama lineal con personajes bien diferenciados, el libreto explora -a trav�s de seis voces solistas y un coro- todo un crisol de temas teol�gicos en torno al anuncio, la llegada, la muerte y la resurrecci�n de Jesucristo. �No estamos ante una obra religiosa, pero s� de una gran fuerza espiritual�, puntualiza el artista y dramaturgo de 82 a�os. �Por eso no hay en la producci�n un Jesucristo en sentido f�sico, sino que todo obedece a un estado mental. Para m�, presentar El Mes�as como un espect�culo religioso ser�a poco menos que un sacrilegio�.

"Este es el 'Mes�as' de Mozart, no de H�ndel. Presentarlo como un espect�culo religioso ser�a un sacrilegio"

H�ndel complet� las 250 p�ginas del manuscrito original en apenas tres semanas -as� lo atestigua Stefan Zweig en una de sus cr�nicas-, pero su triunfal Aleluya no delata, sin embargo, a un hombre demasiado creyente. De hecho, �l mismo se encarg� de estrenar el oratorio a finales de 1741 en el Musick Hall de Dubl�n, que contaba con un �rgano pero que en nada se parec�a a una iglesia. �Esta circunstancia gener� objeciones y rechazos con los que yo no pienso lidiar�, dice Wilson sobre una obra que nos habla del milagro de la Resurrecci�n. �Mi plantea-miento no es lit�rgico, ni tampoco confesional. Sin renunciar a toda la simbolog�a b�blica, pero desde una perspectiva formal y distante, lo que ofrece este montaje es un viaje espiritual que va m�s all� de cualquier religi�n oficial. El Mes�as tiene una luz especial que puede iluminar a mucha gente...�.

A lo largo de las ocho funciones previstas entre el 16 y el 26 de marzo, el maestro Josep Pons gobernar� el foso de la orquesta titular del Liceu y gestionar� los decibelios de un reparto encabezado por Kate Lindsey, Richard Croft y Kresimir Strazanac. �Estoy muy contento de volver a Barcelona despu�s de mi debut con P�lleas et M�lisande de Debussy hace ahora 12 a�os� a�ade Wilson. �El Mes�as se suele definir como oratorio, pero para m� es una �pera en el sentido latino de la palabra opus, que significa obra o trabajo, es decir, una construcci�n de luz, sonido, imagen, tecnolog�a y talento humano al servicio de una causa�: la de ofrecer una experiencia transformadora que alcanza su cl�max en el coro del Hallelujah (en el que participan el artista visual Tomasz Jeziorski y el bailar�n Alexis Fousekis) para mandar al mundo, dice, �un mensaje de esperanza�.