'La batalla de los sexos': Septiembre de 1973, un partido para el recuerdo

'La batalla de los sexos': Septiembre de 1973, un partido para el recuerdo

Se cumplen 41 años de aquel encuentro en el que Billie Jean King derrotó a Bobby Riggs en un partido que pasó a la historia del tenis. 

Mithrandir | 24 Sep 2014 | 09.30
facebook twitter whatsapp Comentarios
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.

Houston, Texas, 20 de septiembre de 1973: Billie Jean King derrota a Bobby Riggs 6-4, 6-3, 6-3. Partido verdaderamente atípico, pero que forma parte de la historia del tenis. Se le llamó ‘la batalla de los sexos’ y fue todo un acontecimiento mediático, con una asistencia de más de 30.000 espectadores en directo (la mayor hasta entonces en un partido de tenis), una audiencia televisiva calculada en 50 millones de espectadores (sólo en Estados Unidos) y que movió cantidades descomunales de dinero.

Todo había empezado unos meses antes, cuando Riggs, campeón de Wimbledon, y que había sido uno de los mejores jugadores de la década de los 40 (tenía 55 años en 1973) empezó a opinar despectivamente del tenis femenino, afirmando que todavía podía, a su edad, vencer cómodamente a cualquiera de las mejores jugadoras actuales. Desafió a Billie Jean King; ella se negó en primera instancia, pero saltó a la palestra Margaret Court (30 años), a quien Riggs batió con facilidad, en California, en el mes de mayo, por 6-2 y 6-1, reavivando la polémica que se había levantado.

Ese encuentro con Margaret Court se ha considerado como una especie de ‘preparación’ para el desafío que llegaría ese mes de septiembre, cuando Billie Jean King aceptó finalmente el reto. En medio de una parafernalia casi circense, y con los ánimos bien calientes por todas las declaraciones que se habían vertido en la prensa en las semanas anteriores, Billie Jean King, 26 años más joven que Bobby Riggs, le batió con holgura en tres sets (en un partido programado al mejor de cinco). Riggs no jugó bien, cometió muchos errores no forzados, bastantes de ellos en pelotas cortas de King, mientras que Billie Jean, inteligentemente, dejó de lado su juego habitualmente agresivo para proponer largos intercambios desde el fondo, con globos y golpes suaves, que sin embargo obligaban a Bobby a correr de lado a lado de la pista. Cambió Riggs su estilo de juego, eminentemente defensivo y de toque, buscando mucho más la red, pero no fue suficiente para revertir el signo del partido, jugado bajo las reglas normales del tenis.

Los comentarios posteriores al partido darían (han dado, de hecho) para todo un libro. No faltaron voces que afirmaban que Bobby Riggs podría haber ganado de encontrarse algo mejor de forma, e incluso hubo acusaciones de que se dejó vencer a propósito, en un sucio juego de apuestas y deudas con la mafia. No hay evidencias claras de dicho rumor, que fue siempre vehementemente negado por Bobby, por su íntimo amigo y albacea, por su hijo... y el hecho es que King ganó sin paliativos, en un buen partido suyo y bastante decepcionante de Riggs.

En cualquier caso, King (que, aparte de otras consideraciones, fue y ha sido una activa combatiente en la defensa de los derechos de la mujer) consiguió que aumentara considerablemente el respeto hacia el tenis femenino. Y de Riggs, que se definía a sí mismo como ‘el último chauvinista’ (curiosamente, Billie Jean y Bobby terminaron siendo buenos amigos) dijo, 15 días antes de su fallecimiento por un cáncer de próstata, que “[...]hizo más que nadie por el desarrollo de la igualdad de la mujer ante el hombre dentro de la sociedad”.

Aunque ninguna como ésta, ha habido más ‘batallas de los sexos’ en la historia del tenis (la primera de ellas en 1935; la chilena Anita Lizana, considerada la número uno del mundo, ganó 6-2, 6-1 y 6-2 a Hugo Chiessa en un partido jugado en Santiago de Chile), bien que alguna de ellas (como el partido de exhibición del 2003, en Bruselas, entre Justine Henin y Yannick Noah, o la pachanguita de Djokovic contra Na Li en octubre del año pasado) no fueron más allá de un divertimento gracioso. Bobby Riggs volvió a perder, en 1985 (67 años), formando pareja con Vitas Gerulaitis (31) ante Martina Navratilova y Pam Shriver, que eran, sin discusión, la mejor pareja de dobles femeninos del momento. En ese partido, con toda claridad, Riggs se acercó al ridículo, rayando la mayoría de las veces a un nivel muy por debajo de lo discreto. Un periodista llegó a decir que “incluso el mejor McEnroe (recordemos lo que era McEnroe en dobles en aquellos años) llegaría a perder contra Navratilova y Shriver si Riggs fuera su pareja”. 500.000 dólares era la bolsa para los vencedores del encuentro, que se llevaron Martina y Pam por 6-2, 6-3 y 6-4 en poco más de hora y media de juego.

Más proyección tuvo la victoria de Jimmy Connors (40 años) sobre Martina Navratilova (35), en septiembre de 1992, en un partido disputado en Las Vegas ante más de 13.000 espectadores, por 7-5, 6-2, a pesar de que Martina contaba con ventajas: podía utilizar el pasillo de dobles, y Jimmy disponía de un solo servicio en cada punto suyo al saque.

Por último, en 1998, durante el open de Australia, tras unas declaraciones más bien prepotentes de las hermanas Williams (17 y 16 años en aquél momento), afirmando que eran capaces de ganar a cualquier tenista masculino por debajo del puesto 200 en el ‘ranking’, Karsten Braasch, un jugador que ocupaba la posición 203a, recogió el guante, y en una pista de entrenamiento, sin juez de silla, líneas ni recogepelotas, endosó sucesivamente un 6-2 (a Venus) y un 6-1 (a Serena). El tenista alemán fumaba durante los descansos, y posteriormente dijo que las norteamericanas no hubieran tenido ninguna posibilidad ante alguien que estuviera el 500 del mundo o más arriba, y que él había jugado como alguien situado sobre la 600a posición para mantener el encuentro divertido. No sabemos cuánto de sincero y cuánto de despectivo hay en esas declaraciones, parecidas a las de Marcelo Ríos pocos años después, en las que ridiculizaba el tenis femenino; lo cierto es que, en palabras de Hingis y de Venus, bastantes hombres se han sentido sorprendidos (Kafelnikov en el caso de la mayor de las Williams, por ejemplo) del modo y potencia con que pegaban a la bola mujeres con las que habían entrenado alguna vez.