«Carlos III se ha comprometido a proteger los cultos» - Alfa y Omega

«Carlos III se ha comprometido a proteger los cultos»

El español Miguel Maury llegó al Reino Unido como nuncio apenas unos días antes de la coronación del rey Carlos III. Ambos inician esta nueva etapa con la propuesta de colaborar contra el hambre

María Martínez López
El monarca con Maury en el palacio de Buckingham el 18 de mayo. Foto cedida por Miguel Maury.

El protagonismo de líderes cristianos en la coronación del rey Carlos III, el 6 de mayo, y que «por primera vez desde el siglo XVI participara una representación del Papa» son, para Miguel Maury, dos novedades que ha traído el monarca. Este obispo español, en calidad de nuevo nuncio en el Reino Unido, acompañó en la ceremonia al secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin. El traslado desde su anterior destino, Rumanía, «tuvo que ser veloz», ya que su nombramiento se conoció el 13 de abril. Ha aterrizado en un país que, aunque «atraviesa una crisis económica, como toda Europa», tiene «ilusión. La misma coronación ha sido un mensaje de que, a pesar de haberse ido de la UE, sigue teniendo peso en las relaciones internacionales. Y de que la monarquía asegura la tradición, el futuro y la unidad».

Bio
  • 1955: Nace en Madrid
  • 1980: Se ordena sacerdote en esa archidiócesis
  • 1984: Entra en el servicio diplomático de la Santa Sede
  • 2004: Sigue el sudeste europeo desde la Secretaría de Estado
  • 2008: Es nombrado nuncio en Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán
  • 2015: Lo destinan a Rumanía y Moldavia
  • 2023: Llega al Reino Unido

El 18 de mayo Maury presentó sus cartas credenciales al rey en el palacio de Buckingham. «Vimos los puntos en los que Inglaterra y la Santa Sede quieren colaborar por el bien de la humanidad». Son «bastantes», entre ellos, el hambre en la región africana del Sahel. «Me contó que él intenta fomentar la inversión privada» para promover el desarrollo.

En el Reino Unido «la Iglesia católica está hoy bien considerada y aceptada», asegura. La visita de Benedicto XVI en 2010 «fue positiva: ayudó a establecer canales de contacto» y a que se valorara su labor. Añade que «su libertad está garantizada como en pocos estados del mundo. Y además el rey se ha comprometido personalmente a proteger los distintos cultos». Sobre algunas polémicas por el uso de signos religiosos o la aprobación en marzo de una ley que castiga rezar ante centros abortistas, las atribuye a «la secularización general». Pero «en otros países hay más» restricciones. De hecho, «pocos tienen tan clara la defensa de los signos religiosos».

Con el cardenal Nichols antes de ser presentado en la catedral de Westminster, también el día 18. Foto: cbcew.org.uk / Mazur.

Otro tema sensible en la relación entre Iglesia y autoridades es la tramitación de la Ley de Migración Ilegal, que según varias entidades limita el derecho de asilo. «Como diplomático no entro en los problemas internos del país», aclara. «Pero ahí está lo que dicen el Santo Padre y un documento que la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales». Precisamente la presencia de migrantes en las comunidades católicas es, junto a «la práctica religiosa y la acción caritativa», una de las señas de identidad de la Iglesia local, que «goza de mejor salud que en muchos otros países de Europa».

Diplomacia ecuménica

Añade que «en la pandemia se estableció una cooperación interesante entre confesiones». En los próximos días, Maury se reunirá con el primado anglicano de Inglaterra, Stephen Cottrell, y con el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. «Habrá unas relaciones muy buenas, como debe ser entre hermanos».

El nuevo nuncio en la carroza que, según dicta el protocolo, lo traslada a su encuentro con el rey. Foto: cbcew.org.uk / Mazur.

Hasta ahora Maury había hecho diplomacia ecuménica sobre todo con los ortodoxos. De hecho, recientemente «fue por primera vez a la nunciatura en Bucarest un patriarca rumano», Daniel. Quiso despedirse, «demostrarme su amistad y darme las gracias por las magníficas relaciones». En este ámbito «se van dando pasos», aunque «llevará tiempo digerir la persecución comunista» y su impacto en las relaciones entre iglesias. En Rumanía, la Iglesia grecocatólica tenía un millón y medio de fieles. En 1950 ellos y sus sacerdotes pasaron obligados a la Iglesia ortodoxa, con sus templos, que la Iglesia grecocatólica aún reclama. «Es ella la que debe retomar las negociaciones», congeladas desde hace años, apunta el exnuncio en el país. «Ahora esos templos los usan los hijos» de quienes cambiaron de confesión y «la Iglesia grecocatólica ha construido nuevos. No es cuestión de devolver todo», aunque «sí hay una serie de iglesias significativas que se deberían restituir. Los tiempos todavía no están maduros, pero espero que llegue pronto».