150 años del impresionismo: una ruta para conocer su historia

150 años del impresionismo: una ruta para conocer su historia

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El 15 de abril de 1874 se inauguraba en el número 35 del Bulevar de los Capuchinos de París la exposición de una sociedad de pintores que cambiaría la historia del arte contemporáneo. Entre las obras expuestas, Impresión, sol naciente, de Claude Monet, el lienzo que daría nombre al movimiento tras la reseña de un crítico titulada Exhibición de los impresionistas

Pocas veces en la historia del arte un movimiento pictórico lograría conquistar al público en tan poco tiempo… y durante tanto tiempo. 150 años después de aquella exposición, redescubrimos los orígenes del impresionismo en una ruta que nos lleva a diversos lugares de Francia y España. 

Cinco zonas de Francia para disfrutar del impresionismo 

Nenúfares del Museo de la Orangerie - Fuente: Depositphotos
Nenúfares del Museo de la Orangerie – Fuente: Depositphotos

París ya era el centro del arte europeo, pero la irrupción de la generación de pintores impresionistas fue la consolidación definitiva de la ciudad como eje mundial del mercado del arte hasta la II Guerra Mundial tras la que Nueva York tomó el relevo. Pero el impresionismo no solo fue un arte urbano y parisino, su plenairismo encontró su mejor manifestación más allá del tumulto capitalino. 

Normandía 

Honfleur - Fuente: Depositphotos
Honfleur – Fuente: Depositphotos

En el estuario del Sena empezó todo: el cuadro que daría nombre al movimiento ejecutado en 1872 representa el estuario del Sena en Le Havre, la ciudad más populosa de Normandía. Allí pasó largas temporadas Monet, observando los muelles del puerto en la desembocadura del Sena hasta que un día trató de captar la atmósfera evanescente generada por la humedad y los reflejos de la luz en el agua. 

Se plasmaba así la maravillosa paradoja del impresionismo, un estilo que trataba de representar la realidad tal como la percibimos, no tal como es (o como creemos que es), de forma que el resultado, aun inspirándose en la realidad, es poéticamente irreal: el instante sentido más que visto. Así, el impresionismo salvó la pintura de la “amenaza” de la fotografía: el arte pictórico ya no trató de figurar ni copiar la realidad, sino de sentir la realidad.  

Impresión, sol naciente de Monet
‘Impresión, sol naciente’ (1872) de Monet – Fuente: Turismo Normandía

En Le Havre debemos visitar también el Museo de Arte Moderno André Malraux (MuMa) que cuenta con obras de varias figuras impresionistas como Renoir, Pisarro, Sisley, Degas, o el propio Monet.  

Y al otro lado del estuario del Sena, Honfleur donde encontrarás el Museo de Eugène Boudin, aquel pintor al que conocieron como el rey de los cielos. Aunque no estrictamente impresionista, fue uno de los pioneros al comenzar a pintar al aire libre, más allá del taller, por influencia del neerlandés Johan Jongkind. El acto pictórico revolucionario que caracterizaría a los impresionistas. 

Al oeste del estuario del Sena, nos vamos en busca de otro pintor que marcó el camino a los impresionistas y a un tal Van Gogh: se trata de Jean-François Millet. En la península de Cotentin, conocida como la pequeña Irlanda, comenzó a trabajar el autor del icónico Ángelus: en el Museo Thomas Henry de Cherbourg está la mayor colección de obras de Millet tras el Orsay parisino. 

Es hora de ir poniendo rumbo a París. Pero antes debemos pasar, primero, por la catedral de Rouen, ese edificio que se convirtió en el inolvidable símbolo de la experimentación técnica del impresionismo gracias a la serie de cuadros de Monet.  

Catedral de Rouen de Monet - Fuente: Wikimedia
‘Catedral de Rouen’ de Monet (1892-1894) – Fuente: Wikimedia

Y es que este estilo fue también una técnica revolucionaria que abrió el camino a las vanguardias. El color rompió las líneas del dibujo clásico que anticipaba una nueva revolución, la que llegaría con el postimpresionismo: el color como representación del espíritu del artista y de su reinterpretación de la realidad.  

Entre Rouen y París es parada obligada Giverny, todavía en la región de Normandía, donde se instala Monet en 1883 con su mujer y sus ocho hijos convirtiéndolo en su centro de operaciones.  

Hasta su casa se acercan numerosos pintores mientras el artista desarrolla algunas de sus series más conocidas, como los inolvidables nenúfares que acercan el impresionismo a la abstracción. Kandinsky, uno de los primeros artistas en dar el paso definitivo hacia la independencia de los sentidos para inspirar la obra pictórica afirma que esta serie fue una de sus referencias. 

Los alrededores de París 

Una amapola en un campo de Auvers-sur-Oise - Fuente: Unsplash
Una amapola ‘monetiana’ en un campo de Auvers-sur-Oise – Fuente: Unsplash

Al norte de la capital, paseamos por el Valle del Oise que fue recorrido por decenas de pintores impresionistas durante años. El propio Van Gogh se instaló en Auvers-sur-Oise en 1890, donde pasaría los dos últimos meses de su vida pintando hasta 80 cuadros en una febril creatividad: el canto del cisne del genio de pelo rojo. Su tumba en las afueras de la localidad es lugar de peregrinación.  

Pero es que Auvers ya había conquistado con anterioridad a otras figuras como Corot, un magnífico paisajista que inspiró a la generación impresionista. Y qué decir de Cézanne, el padre de la vanguardia, el germen del cubismo, que también frecuentó esta zona. 

Por cierto, si quieres conocer otra de las inspiraciones de los impresionistas y tantos otros intelectuales decimonónicos pásate por el Museo de la Absenta de Auvers en donde también ofrecen degustaciones… Tal vez después de unos tragos te apetezca revolucionar la historia del arte, la poesía o quién sabe qué.

Tras visitar el Museo de Daubigny en Auvers, otro precursor impresionista, nos vamos a Pontoise, también al borde del río Oise que da nombre al valle, donde se ubica el Museo de Camille Pissarro, otro tótem impresionista famoso por sus representaciones tanto del valle en el que vivió durante años como del París más rabiosamente dinámico. 

París 

Montmartre
Montmartre

Del 26 de marzo al 14 de julio, el Museo de Orsay, el más impresionista del mundo, celebra el 150 aniversario del nacimiento del movimiento con la exposición París 1874 que rinde homenaje a aquella generación que salió a la calle y a los campos, al mar y a la naturaleza a pintar la vida. Son 130 obras que definen la evolución de este estilo que sigue siendo un éxito asegurado entre todo tipo de público, más allá de especialistas o críticos. 

Camino del Louvre apunta en tu lista de imperdibles el Museo de la Orangerie, con justicia apodado la Capilla Sixtina del impresionismo ya que aquí se encuentran muchos de los cuadros de la serie más ambiciosa de Monet: los nenúfares. Se trata de una espectacular colección de 22 paneles que ocupan varias salas ovaladas bañadas por luz natural gracias al techo de cristal. 

Pero es que este museo también reúne otras 150 obras, entre las que se encuentran 25 de Renoir y 15 de Cézanne, entre otros artistas menos populares pero fantásticos como Chaïm Soutine, Alfred Sisley o el pintor maldito Maurice Utrillo. Sin duda, uno de los mejores museos de París. 

Si todavía no tienes empacho monetiano después de la Orangerie aún te queda por visitar el Museo Marmottan Monet ubicado en el XVI arrondissement, donde también disfrutarás de otros pintores como Berthe Morisot, Degas o Manet. Pero entre todas las obras expuestas aquí, la Mona Lisa del impresionismo: Impresión, sol naciente, la obra que, ya vimos, dio nombre al movimiento.  

Y después de tanto impresionante e impresionista museo, una vuelta por Montmartre donde podrás hacer diferentes rutas que te lleven a algunos de los lugares más representativos de la pintura parisina de finales del XIX. Sube por la rue de l’Abreuvoir al anochecer y no me digas que no te entran ganas de pintar… tras otro vasito de absenta.  

Barbizon y el bosque de Fontainebleau 

Bosque de Fontainebleau - Fuente: Unsplash
Lago en el Palacio de Fontainebleau, junto al bosque homónimo – Fuente: Unsplash

De camino al sur, debemos pasar por Barbizon donde se fundó una escuela artística que mostró el camino a los impresionistas. Un conjunto de pintores paisajistas que reaccionaron ante los excesos dramáticos y pomposos del romanticismo de Delacroix y Gericault tratando de volver a la poesía íntima enmarcada en la reinterpretación de la naturaleza. 

Théodore Rousseau o los ya referidos Corot, Millet o Daubigny escogieron este entorno de naturaleza exuberante y misteriosa para comenzar a hacer estudios al natural que luego terminarían en el taller. Aún no era plena pintura al aire libre, pero desde luego ya no se trataba de la pintura “intelectual” romántica que solo podía concebirse encerrado en el taller. 

En Barbizon se encuentra el Museo Millet así como el Museo Departamental de los pintores de Barbizon. Además, esta zona fue una de las principales inspiraciones de Alfred Sisley, el pintor del agua y la nieve, uno de los más líricos de la generación impresionista. El artista quiso ser enterrado en el bosque de Fontainebleau, lugar que apareció en muchas de sus obras  

La Provenza 

Arlés - Fuente: Unsplash
Arlés – Fuente: Unsplash

Pese a que el impresionismo se fundó en Normandía y el entorno de París, los artistas de la luz no tardaron en entender que el Mediterráneo ofrecía el ambiente ideal para desarrollar este estilo. Y no tardaron en experimentar en la Provenza, donde muchos de ellos instalaron sus talleres y hogares, anticipándose a esa moda vanguardista de pasar largas temporadas en la Costa Azul, pintando en los ratos libres y tomándose la buena vida con laboriosa rigurosidad. 

Arlés, en el extremo occidental de la Provenza, es una preciosa localidad muy estrechamente vinculada al arte, desde la herencia romana a la vanguardia arquitectónica de Frank Gehry pasando por el propio Van Gogh que pintó aquí varias de sus obras más recordadas. 

Aix en Provence o L’Estaque son dos localidades asociadas a Paul Cézanne, mientras que en Cagnes-sur-Mer se instaló Renoir desde 1908: ahora también tiene su museo en la localidad. Y qué decir de Saint Paul de Vence, uno de los pueblos más bonitos y artísticos de Francia, donde pasaron artistas como Matisse, Chagall, Signac, Modigliani o el propio Renoir. 

Y ya que estamos por aquí, un paseo por Cannes, Niza y Antibes, lugar que también vio deambular con sus pinceles a un tal Picasso: en Antibes podemos visitar uno de sus muchos museos. 

El impresionismo en el resto de Europa 

Sorolla
Una obra de Sorolla

Los orígenes y asentamiento del impresionismo lo configuran como un estilo netamente francés pero cuyas influencias se dejaron sentir en todo el continente y más allá una vez que el público se sintió atraído por esta forma de representar el paisaje natural y las escenas urbanas. 

Tal es la relevancia del impresionismo en toda Europa que, entre las diferentes rutas culturales que promociona el Consejo de Europa como la del Camino de Santiago, las Rutas del legado andalusí o la del olivo también tenemos las Rutas Impresionistas que nos llevan a conocer cómo este estilo se difundió por diversos países europeos, de Alemania a Eslovenia, y de Finlandia a España. 

No hay que olvidar, en este sentido, que algunos pintores que influyeron a los impresionistas franceses eran de otros países, como los casos paradigmáticos de los británicos Turner y Constable.  

Si bien en España no hubo, ni de lejos, un movimiento impresionista tan consistente como en Francia, su influencia fraguó en nuestro país en pintores como Carlos de Haes, Aureliano Beruete, Darío de Regoyos o Ramón Casas que, cada uno con su propia maniera, incorporaron elementos impresionistas, ya fuese a nivel técnico, temático o conceptual para desarrollar su carrera. 

Mención aparte merece, por supuesto, el luminismo de Joaquín Sorolla, cuya casa-museo se puede visitar en Madrid. Partiendo de los postulados técnicos y temáticos impresionistas, fue capaz de cimentar su propio estilo personal, generando una voz propia dentro del arte de finales del XIX y principios del XX, nutriéndose de la luz del Mediterráneo como elemento principal de su obra. Porque, ¿hay algo más impresionista que el Mediterráneo? 

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