Él solo el Mane, Thezel, Phares, del grande enigma lee: sólo él quien el arcano de la verdad penetra y él quien de luz despuntes en sus tinieblas ve.
Señor, no quiero que toméis a arcano, que Reinaldo el corcel ahora así aprehenda, que tantos días fue buscando en vano sin poderle tocar jamás la rienda.
De repente, el loco de mente normal comenzó a murmurar pesaroso, afligido: - Solo, solo y triste, envuelto en los abismos infinitos del
arcano.
Antonio Domínguez Hidalgo
¡Para que hubiéramos descubierto este
arcano de la física experimental los españoles, que nunca las hemos visto más gordas, y que ya creíamos que los rayos no bajaban del cielo, sino de las nubes, como el agua y el granizo, etc., y atraídos, no por los juegos de nadie, sino por efectos naturales!
Mariano José de Larra
¿Por qué vivir en inacción Dios mío mirando en el hogar silencio y frío cuando el oro se encuentra por doquier? surcar la tierra con segura mano he aquí el enigma, el misterioso
arcano que afianza de los pueblos el poder.
Amelia Denis de Icaza
El arcano designio de la sabiduría divina que Jesucristo, Salvador de los hombres, había de llevar a cabo en la tierra tuvo por finalidad restaurar El mismo divinamente por sí y en sí al mundo, que parecía estar envejeciendo.
Oscuro y casi informe en un principio, tal sentimiento, poco a poco y bajo el influjo oculto de aquel arcano principio que lo produjo, se robusteció a la par del progreso de la vida humana, de la que es —ya lo dijimos— una de sus formas.
Todos quedan tan hinchados adorando tretas, sin darle oídos a los locos subversivos... solamente a sirenas cantadoras, encantadoras, que se dan de Casandras patrioteras y se cuelgan el mote tan
arcano de cristiano.
Antonio Domínguez Hidalgo
(244) Turbóse el juez á estas nuevas, Mas cauto disimulando Con la muger razonando Parte á su casa veloz; Y al llegar al aposento Que el terrible arcano encierra, Encontró al médico en tierra Sin movimiento ni voz.
EN CAMINO Al fin te ve mi fortuna Ir, a mi abrigo amoroso, Al buen terruño oloroso En que se meció tu cuna Los fulgores de la luna, Desteñidos oropeles, Se cuajan en tus broqueles Y van por la senda larga, Orgullosos de su carga, Los incansables corceles. De la noche en el
arcano Llega al éxtasis la mente Si beso devotamente Los pétalos de tu mano.
Ramón López Velarde
¿Qué hará? ¡Si fuera posible descubrir este
arcano! Diciendo así, el caudillo de las manos rojas separa las colgaduras de seda y oro que cubren la puerta de la habitación que ocupa el misterioso viajero; un rayo que hubiera caído a sus pies no le asombraría tanto como la escena que se presenta sus ojos.
Gustavo Adolfo Bécquer
Los queridos compañeros de mi perdida juventud; los que algo guardan entre sus páginas del puro amor de mi niñez; los que engendraron en mí el ansia de gloria, inútil gloria no lograda jamás; los que el arcano saben, tal vez, de mis febriles sueños; los que regué con mi abundoso llanto; los que, en largas vigilias solitarias, de Dios, del mundo y del dolor me hablaron...