El ansia rural que despertó la pandemia se apaga: irse a vivir al pueblo es menos popular que antes del covid
Vivienda - Inmobiliario

El ansia rural que despertó la pandemia se apaga: irse a vivir al pueblo es menos popular que antes del covid

  • Los contactos sobre anuncios de viviendas en zonas rurales dejan atrás el pico
  • El sistema híbrido que reemplazó al teletrabajo puro obliga a volver a la ciudad
  • Para algunos analistas el supuesto éxodo al mundo rural nunca se produjo
Frías, municipio de Burgos (Castilla y León). Foto: iStock

El éxodo rural que desató la pandemia es cosa del pasado, de hecho, para algunos analistas no llegó ni a materializarse. La necesidad desatada durante el confinamiento de vivir en casas o pisos más grandes, con terraza o jardín, propició durante un tiempo el aumento de la búsqueda de vivienda lejos de los núcleos urbanos, sin embargo, cuatro años después, aquel ansia por irse a vivir al pueblo no sólo ha retrocedido sino que está menos extendida que antes de que llevara el covid.

Los datos de Idealista Data respecto a los contactos realizados en el portal inmobiliario sobre anuncios de viviendas en pueblos evidencian esta realidad. Desde que en marzo de 2020 se iniciaran una severas restricciones de movilidad a la población que se extenderían durante meses, el estilo de vida de la ciudad empezó a pesar a muchos ciudadanos, aquejados principalmente por la falta de espacio en su vivienda habitual. La necesidad de ganar metros y tener terraza o jardín volvió a poner en el mapa a pequeños municipios y las búsquedas de residencia en estos lugares llegó a su punto álgido en la primavera de 2021, cuando el 5,8% de todos los contactos a anunciantes que registraba el portal inmobiliario eran sobre viviendas situadas en poblaciones de menos de 5.000 habitantes.

Ese pico, que, con todo, seguía representando una pequeña parte de las búsquedas totales, ha menguado si se atiende a los datos del cuarto trimestre de 2023. A cierre del año pasado, el apetito por el mundo rural cayó al 4,7%, un nivel que se sitúa por debajo del que tenían en el momento anterior al inicio de la pandemia (5,2%).

Estas cifras llevan a Francisco Iñareta, portavoz de Idealista, a asumir que "el supuesto éxodo al mundo rural nunca llegó a producirse" aunque sí confirman un aumento "significativo del interés particular por establecer el domicilio en zonas alejadas del entorno urbano, que ofrecían a menor precio viviendas de mayores dimensiones, con acceso a jardines o incluso huertos con los que escapar de la dureza de los procesos de confinamiento y desescalada".

El teletrabajo fue uno de los principales pilares de ese éxodo. Poder trabajar desde cualquier lugar, con la condición mínima de tener acceso a internet, abría las puertas a una nueva realidad. Pero eso tampoco ha cuajado. Si bien el 80% de las empresas que se sumaron a esta vertiente lo mantiene, la posibilidad de trabajar a distancia el 100% del tiempo se ha recortado drásticamente.
"Parecía que el teletrabajo podía convertirse en una solución mayoritaria que podría permitir alejarse de los grandes centros de trabajo sin bajar el rendimiento. Pero una vez superados todos los baches de la pandemia y ante el modelo híbrido de trabajo, las familias han vuelto a poner el foco en el entorno urbano, sacrificando esos metros cuadrados extra o las parcelas a cambio de contar con mejores servicios", reconoce Iñareta.

El mapa de la moda de vivir en el pueblo

Según los datos compartidos, son las provincias más despobladas las que más notan el cambio de tendencia. En Cuenca, el 46,8% de todos los contactos de la provincia llegaron a ser sobre pequeños municipios en lo más duro del covid, y ahora sólo suponen el 29%, 17,8 puntos menos. Le siguen Teruel (que pasó del 48,8% al 35,9% actual), Huesca (del 48,5% al 35,6% actual); Huelva (del 38,3% al 27,4% actual) y Cáceres (del 27,8% al 17,3% actual).

Pero hay varias provincias en la que la situación es a la inversa. En Badajoz, los contactos sobre viviendas en zonas rurales han crecido del 5,3% al 6,5% actual, en Jaén, del 7,2% al 8,1% actual, o en Granada del 10% al 10,7% actual.

En el caso de la provincia de Barcelona, los contactos en municipios de menos de 5.000 habitantes suponen el 1,6% del total, dos décimas menos de lo que supusieron en primavera de 2021, mientras que en Madrid ha pasado del 1,8% de ese momento al 1,3% actual.

Los datos confirman que el interés de las familias por vivir en estas zonas parece haber retrocedido hasta niveles prepandemia ya que en casi todas las provincias, el peso de los contactos en pueblos de menos de 5.000 habitantes era superior al actual en los meses previos al inicio de los confinamientos.

La mayor diferencia se da en Teruel, que en invierno de 2020 registró el 58% de los contactos en pueblos pequeños y ahora se sitúa en el 35,9%. Le siguen Cáceres (con un 34,9% en 2020 y un 17,3% actual), Zamora (un 27,7% en prepandemia y un 13,5% actual). Soria (un 32,3% antes del covid y un 20,2% actual) y Cuenca (un 40,3% antes de la pandemia y un 29% actual).

Ávila es la provincia española donde más peso tienen los contactos sobre viviendas en pueblos pequeños: el 42,7% del total. Le siguen Segovia (38,3%), Teruel (35,9%), Huesca (35,6%), Toledo (29,8%) y Cuenca (29%). Por el contrario, en Las Palmas solo suponen el 0,1% del total, seguido por Sevilla (1,2%), Madrid (1,3%), Barcelona (1,6%) y Santa Cruz de Tenerife (2,3%).

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