La Roja: Capitán Morata: el líder silencioso para una renovada España | Fútbol | Deportes | EL PAÍS
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Capitán Morata: el líder silencioso para una renovada España

El delantero, que precisó de ayuda psicológica para poder gestionar la presión a la que era sometido, guia hoy al vestuario de la Roja y enciende su voracidad goleadora: ya es el quinto máximo artillero de la historia de la selección

Álvaro Morata
Morata celebra el primer gol de España ante Escocia en La Cartuja.MARCELO DEL POZO (REUTERS)

Ninguna de las etiquetas que se suelen adjudicar a los futbolistas modernos -frívolos, soberbios, distantes; en definitiva, alejados del mundo que los idolatra-, se corresponden con Álvaro Morata (Madrid, 30 años). Y eso que convive con el glamour de ser el goleador de España y del Atlético de Madrid, además de estar en pareja con la influencer italiana Alice Campello. “No es nada de lo que parece”, sentencia un empleado de la federación. Su caminar parsimonioso, su voz tímida y su actitud pasota, contrastan con la de un delantero generoso (paradójico) y con la de un tipo comprometido (singular). “Álvaro está siempre atento a todos y a todo”, rematan las mismas fuentes.

En la zona mixta del Estadio de La Cartuja, donde España venció a Escocia (2-0) con un gol de Morata, Bryan Zaragoza, disfrutaba de su momento de gloria, después de debutar con la Roja, cuando el capitán apareció acompañado por los responsables de prensa de la Roja. El delantero del Atlético se acercó a Zaragoza, le acarició la cabeza y volvió a su lugar, a la espera de que llegara su turno frente a los micrófonos. No era el primer gesto cariñoso que el capitán de España había mostrado con el joven extremo del Granada, de 22 años, aquella noche en Sevilla. Antes de que el árbitro pitara el inicio del segundo tiempo, es decir, antes de que Zaragoza se estrenara con la selección tras reemplazar a Oyarzabal, Morata corrió 30 metros solo para darle un abrazo. “Desde el primer día que llegué todos me han tratado superbien, me han dado consejos y me han apoyado mucho. No me esperaba que me acogieran tan bien”, contó Zaragoza. “Pero”, aclaró; “me quedo con Álvaro, desde el primer día parece mi padre, me ha cuidado muchísimo, habla mucho conmigo y quiero darle las gracias”. Morata, que aferrado a su teléfono móvil parecía ausente, levantó la cabeza y le correspondió el gesto con una sonrisa.

El madrileño no encierra su liderazgo exclusivamente en el vestuario. En la previa del duelo ante Escocia, el área de responsabilidad social de la Federación habló con el capitán de la Roja: “Vamos a realizar una iniciativa con niños autistas”. “Ningún problema, ¿qué hay que hacer?”. Morata se acercó al pequeño, lo cogió de la mano y se colocó los cascos con cancelación de ruido, igual que el niño. Y así saltaron ambos al césped este jueves. “Es un tipo excepcional. Ha participado en todas las causas sociales que le proponemos”, recuerdan desde Las Rozas. Antes ya había liderado una campaña contra el bullying, y le había dedicado un gol a un niño que luchaba contra una importante enfermedad, casualmente también en La Cartuja.

Morata, que lleva unos auriculares de cancelación de ruido, salta al campo en La Cartuja con un niño autista.
Morata, que lleva unos auriculares de cancelación de ruido, salta al campo en La Cartuja con un niño autista.Fotografia: ©Juan Jose Ubeda/RFEF.

“He tenido mucha suerte de jugar en grandes equipos y en la selección”, recuerda Morata antes de enumerar a sus referentes a la hora de liderar un vestuario; “He aprendido de Koke, Ramos, Casillas, Iniesta, Silva, Chiellini, Bonucci... Trataré de estar siempre disponible para mis compañeros”. Capitán de España desde que Sergio Busquets se retiró de la selección, el delantero le restaba importancia (pública) a su nuevo rol en el vestuario. “Cambia poco. Ahora tengo que ser un poco más el hilo conductor entre mister y la plantilla. Algún mensaje de WhatsApp para horarios y visitas…”, apuntaba. No sabía, en aquel momento, que pocos meses más tarde se encontraría frente a una de las mayores crisis de la federación española, después de que el entonces presidente, Luis Rubiales, besara sin su consentimiento a Jennifer Hermoso durante la celebración del título del mundial femenino en Australia.

Fueron horas de tensión en el vestuario de España. El grupo de la selección masculina entendió que debía pronunciarse. El problema ya no era cuándo -en su primera convocatoria- sino con qué tono y a quiénes se mencionaba. Morata, más cercano a la visión de sus compañeras, aceptó consensuar un comunicado en el que no se hiriera ninguna sensibilidad. Y aunque no se mencionó a Hermoso, sí se rechazó el comportamiento de Rubiales. En un principio, la idea era que cada uno de los capitanes (Azpilicueta, Asensio y Rodri eran los otros tres) leyera un párrafo, especialmente sensible el que nombraba al expresidente y para cuya lectura se ofreció Azpilicueta. Pero Morata elevó su siempre discreto tono de voz: “No os preocupéis. Soy el capitán. Yo lo leeré entero, que nadie tenga que asumir ese marrón”.

Hacía tiempo que Morata había aprendido a lidiar con situaciones incómodas, algunas socialmente intolerables. Al límite de quebrarse emocionalmente en su etapa en el Chelsea –”Le decía a mi mujer que nos fuéramos lo más lejos posible de Londres porque no podía con esa presión...”, recordó en una entrevista a la Cadena Cope-, durante mucho tiempo fue víctima de burlas y acoso en las redes sociales. “La gente piensa que no me doy cuenta de las cosas, pero no ve que estoy sin dormir nueve horas después del partido y que estoy enfadado porque he tenido una ocasión y España no ha podido ganar”, se sinceró en la última Eurocopa después de recibir amenazas e insultos a su familia.

Morata se refugió en su familia y aceptó, que en un ambiente que mira con desconfianza a los psicólogos, era el momento de pedir ayuda. No lo ocultó. “Hace unos años si decías que ibas al psicólogo o al psiquiatra se reían de ti. He tenido que trabajar mucho la cabeza, he pasado por momentos de querer irme y dejarlo todo”, contó en una conversación con El Larguero. Y entre su casa y el Wanda Metropolitano, Morata se reencontró con el fútbol, siempre con escala en la Roja, por supuesto. Después de una conversación con Simeone –”Todos los veranos tengo ofertas, pero yo necesitaba sentirme importante en mi club”, reveló–, el delantero despertó su voracidad goleadora en el Atlético (siete goles en nueve partidos) y en la selección: ha marcado cuatro dianas en los últimos seis duelos, la última ante Escocia, en un partido clave para la clasificación de la Roja para la próxima Eurocopa.

“El tema de su capitanía y los galones que ha ganado han sido fruto de su crecimiento. No aceptas ese rol si no estás preparado”, explicó Adrià Carmona, coach de Morata en una entrevista a El Periódico. “Si hubiese sido más cabrón, probablemente hubiese tenido un mayor reconocimiento. Pero mal no le fue, está entre los cinco máximos goleadores de la historia de la selección”. Morata suma 34, está a un tanto de Silva y a 25 del líder de la tabla, David Villa (59). “Se habla mucho del momento espectacular que está viviendo como futbolista, pero hay que darle valor a lo que es como persona”, remató Carmona.

Sin tabúes ni prejuicios, el brazalete de España impulsa a Morata. Y él responde con goles.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.
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