Alejandría

La antigua Roma fue, sin duda, la ciudad más grandiosa de la antigüedad. Sus monumentos sorprendieron a los reyes francos, británicos y germánicos; de hecho, siguen sorprendiendo a los visitantes de hoy día.

La población que alcanzó Roma no sería superada sino hasta el siglo XIX, y su majestuosidad sigue siendo una de las más grandes de la historia de la humanidad. No obstante, al otro lado del Mediterráneo, en la costa norte del antiguo Egipto, existió una ciudad que no tuvo nada que envidiarle.

Levantada de la nada, a finales del siglo IV a. C., por el mayor general de todos los tiempos, Alejandro Magno, la ciudad de Alejandría se convertiría, en poco menos de un siglo, en la ciudad más cosmopolita de la época; en la capital por excelencia de intelectuales y comerciantes del periodo helenístico; y, por supuesto, en la sede de una de las siete maravillas del mundo antiguo: el Faro de Alejandría.

A continuación, os contamos la historia de la mítica Alejandría.

Fundación de Alejandría

La ciudad de Alejandría fue fundada en el año 332 a. C. por el rey de Macedonia Alejandro III, mejor conocido como Alejandro Magno.

Ubicación geográfica de Alejandría

La antigua ciudad de Alejandría se encontraba situada a orillas del Mediterráneo y formaba parte de los territorios del antiguo Egipto. Su favorable posición geográfica le permitía tener contacto con otros pueblos del Mediterráneo por la vía marítima, y, con los pueblos del sur, por la vía fluvial a través del lago Mareotis.

Alejandría en la antigüedad
Recreación de la ciudad de Alejandría en la antigüedad.

En este sentido, la ciudad de Alejandría gozó de una posición geográfica sumamente importante para la época, por lo que no es de extrañar que se volviese un lugar de encuentro para las diferentes culturas del Mediterráneo.

Historia de Alejandría

Alejandro Magno: la conquista de Egipto y la fundación de Alejandría

Desde el año 343 a. C., Egipto había permanecido bajo el control del Imperio aqueménida, específicamente, bajo el dominio de la dinastía XXXI, la cual era de origen persa.

Esto último cambiaría con la llegada de Alejandro Magno a Egipto, en el año 332, a. C., quien con tan solo una advertencia (¡Abrid si no queréis desencadenar la furia de Ares!) fue capaz de disuadir a los persas para que abandonasen Egipto.

Una vez en Egipto, Alejandro se dirigió a Memphis, donde sería reconocido como faraón y rey de Egipto. Poco después, el conquistador macedonio decidiría visitar al oráculo de Amón en Siwa, que es un oasis que se encuentra en la zona oeste de Egipto al norte.

Cuenta la leyenda que Alejandro entró en el oráculo solo, y le consultó en privado sobre su destino. Allí, el oráculo reconocería a Alejandro como hijo de Zeus-Amón.

Antes de llegar al oráculo, Alejandro remontó el Nilo hasta el delta, pasando por la zona de Canopo, y desde allí se desplazó hasta Siwa, avistando en el proceso la isla de Faro, donde se construiría años más tarde el Faro de Alejandría. Aquel lugar no sería olvidado por el nuevo faraón, pues tras su consulta con el oráculo, volvería a visitarlo.

Ciudad de Alejandría
Recreación de la construcción de Alejandría.

Estando allí, en la zona costera del oeste del delta del río Nilo, Alejandro Magno fundaría la ciudad de Alejandría en enero del 331 a. C.

La gloria de Alejandría: el periodo helenístico y la dinastía ptolemaica

En junio del año 323 a. C., Alejandro Magno moriría por causas aún desconocidas en Babilonia. Tras su muerte, uno de sus generales de mayor confianza, Ptolomeo, se haría con el control de todo Egipto, nombrándose a sí mismo como el primer faraón de una nueva dinastía: la dinastía ptolemaica.

Esta nueva dinastía egipcia (la trigésimo tercera de la historia del antiguo Egipto) se mantendría vigente hasta el reinado de Cleopatra VII, quien perdería el control de Egipto tras caer derrotada en la batalla de Accio a manos del ejército liderado por César Octavio (futuro primer emperador de Roma) en el año 31 a. C.

Durante los 353 años de vida que gozó la dinastía ptolemaica, Alejandría se convertiría en la capital gubernamental de los Ptolomeos, así como también en la capital intelectual de todo el Mediterráneo.

Si bien la influencia cultural de Alejandría comenzaría a mermar tras la anexión de Egipto al Imperio romano, su favorable ubicación geográfica le permitió mantener cierto prestigio como ciudad portuaria y comercial.

Alejandría: un urbanismo sin igual

Los puertos de Alejandría

Alejandría fue una ciudad con una profunda vocación marítima, por lo que, naturalmente, hizo gala de puertos impresionantes. Específicamente, la ciudad de Alejandría contaba con tres grandes puertos principales, los cuales eran la base principal de su rápido desarrollo. Estos fueron el profundo Gran Puerto, el puerto Eunosto y el puerto del lago Mareotis.

Puerto de Alejandría
Ilustración de un puerto de Alejandría, obra de Ruggero Giovannini (año 1970).

Estos puertos eran lo suficientemente grandes como para albergar una inmensa flota de barcos en sus instalaciones. No obstante, la gran capacidad portuaria de Alejandría se veía amenazada constantemente por antiguos piratas y saboteadores, quienes, mediante artimañas, conseguían hacer atracar a los marineros en islas cercanas a los puertos de la ciudad para posteriormente saquear a toda su tripulación.

El Faro de Alejandría

De esta manera, Ptolomeo I Sóter ordenaría la construcción de un inmenso faro en la isla de Faros; uno que sirviese para atraer y guiar las embarcaciones hacia los puertos de Alejandría, y que, además, protegiese a los marineros, comerciantes y turistas de las artimañas de los piratas.

Años más tarde, durante el reinado de Ptolomeo II, la construcción del Faro de Alejandría llegaría a su fin, convirtiéndose, en muy poco tiempo, en la obra maestra de su arquitecto, Sóstrato de Cnido, y de la dinastía que la vio nacer, la dinastía ptolemaica.

Actualmente, el Faro de Alejandría es considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.

El Palacio de los Ptolomeos

Así, pues, dado su enorme esplendor como capital intelectual y comercial del Mediterráneo, la ciudad de Alejandría se convertiría en la sede de las dependencias reales, luego de que se ordenase la construcción de una nueva sede de gobierno en las costas de la ciudad.

Esta institución sería conocida, años después, como el Palacio de Ptolomeos, famoso por su arquitectura, su puerto privado y sus accesos secretos.

El Museion

Al lado del Palacio de los Ptolomeos, y conectado a este último mediante un acceso privado, se encontraba el Museo de Alejandría, un templo dedicado a las nueve musas: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania; a quienes los griegos consideraban las responsables de las distintas vertientes del conocimiento y el saber.

El Museo de Alejandría contaba con habitaciones de descanso, observatorios astronómicos, laboratorios, áreas de conferencia y debate, zoológicos, jardines botánicos, comedores, viviendas, salas reservadas a la escritura y lectura de poesías, y una impresionante biblioteca; su núcleo primordial.

Naturalmente, el Museo se convertiría no solo en un punto de encuentro para los académicos de Alejandría, sino también para curiosos y eruditos del mundo antiguo.

En él influyeron los más grandes versados de las diferentes ramas del saber: físicos, astrónomos, alquimistas, letrados, matemáticos y un largo etcétera. De hecho, se cree que muchos de estos eruditos no abandonaban las instalaciones del Museo, sino que habitaban allí a tiempo completo.

La Biblioteca de Alejandría

En cuanto a la Biblioteca de Alejandría respecta, los faraones ptolemaicos se encargaron de llevar a personajes muy prestigiosos de la época para que la administraran, tales como Apolonio de Rodas o Eratóstenes de Cirene.

Quema de la Biblioteca de Alejandría
Ilustración de la quema de la Biblioteca de Alejandría en el año 391, obra de Robert Ambrose (año 1910).

Asimismo, estos se preocuparon por coleccionar el máximo número posible de copias de papiros, manuscritos y códices de Alejandría y del mundo antiguo en general.

El Templo de Serapis

Por otro lado, en la zona occidental de la ciudad, y por órdenes de Ptolomeo I Sóter, se construiría un templo dedicado al dios greco-egipcio Serapis (una deidad que aunaba divinidades griegas como son el dios Asclepio, Plutón o Zeus; y divinidades egipcias como son Osiris o Apis), cuyo culto instauró el mismo faraón con la finalidad de unir fácilmente la cultura helénica y egipcia bajo una misma deidad.

El Templo de Serapis, también conocido como Serapeum, no solo sirvió como un centro de culto y de unión cultural entre griegos y egipcios, sino que, además, fungió como biblioteca auxiliar de la Biblioteca de Alejandría, albergando aproximadamente un 10% del inventario total de esta última.

La Tumba de Alejandro Magno

Otro de los espacios más emblemáticos de Alejandría fue, sin duda, la tumba de Alejandro Magno, el más grande de los conquistadores macedonios. Si bien Alejandro habría muerto en Babilonia, sus restos mortales terminaron reposando en Memphis y, después, en Alejandría, gracias a la intervención de Ptolomeo I y su hijo, Ptolomeo II.

No obstante, no sería hasta el reinado de Ptolomeo IV que se construiría una tumba de grandes dimensiones en honor al conquistador macedonio, donde reposarían, finalmente, sus restos, en compañía de los restos de diferentes miembros de la casa real.

En la actualidad, la tumba de Alejandro Magno se encuentra perdida, por lo que no se sabe dónde reposan los restos de Alejandro Magno y de los diferentes Ptolomeos que se enterraron junto a él.

Alejandría hoy

Hoy día, Alejandría es una ciudad egipcia moderna. Esta posee un trazado en cuadrícula, similar al empleado en la mayoría de ciudades helénicas y algunas europeas de principios de la Edad Contemporánea.

Palacio de Montaza en Alejandría
Palacio de Montaza en Alejandría, levantado en el año 1892.

En cuanto a su economía, Alejandría se erige como uno de los más grandes centros del comercio de algodón en Egipto, albergando en sus territorio un considerable número de las industrias textiles del país.

Por otro lado, gracias al trabajo en conjunto del gobierno egipcio y de la UNESCO, desde 2002 una nueva biblioteca se erige en la ciudad moderna de Alejandría.

Esta nueva biblioteca, conocida como la Bibliotheca Alexandrina, es tan completa y majestuosa como su predecesora, extendiéndose por un área aproximada de 85.000 m² y albergando unos 8 millones de libros, 100.000 manuscritos antiguos y 10.000 libros poco comunes.

Referencias

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