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Dirección: Ron Howard
Reparto: Russell Crowe, Ed Harris, Jennifer Connelly, Christopher Plummer, Paul Bettany, Josh Lucas, Judd Hirsch, Austin Pendleton
Título en V.O: A Beautiful Mind
Nacionalidad: USA Año: 2001 Fecha de estreno: 22-02-2002 Duración: 134 Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: Akiva Goldsman Fotografía: Roger Deakins Música: James Horner
Sinopsis: La fulgurante carrera de John Forbes Nash Jr. (Russell Crowe), un joven genio de las matemáticas que a finales de los años 40 formuló teorías revolucionarias, se ve truncada a causa de la grave esquizofrenia que padece, provocada en parte por la tensión que le produce su trabajo secreto para el gobierno, que le ha propuesto William Parcher (Ed Harris). La enfermedad se interpone entre él y su esposa Alicia (Jennifer Connelly), que le ha hecho descubrir la ilógica de las emociones.

Crítica

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Los juegos, decía Aldous Huxley, poseen algunas características de las obras de arte. Son competitivos y se parecen a islas de orden en el impreciso caos de lo insensible. Para John Forbes Nash Jr., objeto de este maquillado biopic, las matemáticas son un juego que interpreta los algoritmos de la vida. En un momento del film, a este genio ávido de fama se le ilumina la cara con una idea original, la que refleja la dinámica dirigente del universo del ligue y, por tanto, del universo mundo. Es el único instante en el que la película brilla con la energía que desprende un personaje más interesante por su potencial que por su edulcorada, manipulada imagen hollywoodiense. Si al final de su esquizofrénico martirio Nash descubre que la fuerza del cariño es más fuerte que cualquier lógica es porque Howard y su guionista, responsable de bodrios como "Batman & Robin" y "Tiempo de matar", han obviado aspectos de su biografía ¿alguno tan importante como el del divorcio de su mujer Alicia, admirablemente interpretada por Jennifer Connelly¿ que harían más comprensible su complejidad emocional. Más atentos al reconocimiento que al logro ¿o sea, más pendientes del Oscar que de la solidez de su propuesta¿, Howard y Goldsman nos escatiman la verdadera historia de Nash apuntando dos ideas interesantes: que, cómo no, los sueños de la razón producen monstruos, y que a lo largo y ancho de la Guerra Fría ni los iluminados eludían el fantasma de la invasión soviética. En este sentido, Nash es una metáfora bípeda de la paranoia anticomunista que América alimentó durante más de medio siglo XX: los espectros del peligro rojo se difuminarán a medida que la sociedad del capitalismo salvaje encuentre otros enemigos. Howard, que sustituye las apariciones de "El sexto sentido" por espías rusos, hace trampa con la aplicada caligrafía del alumno que nunca ha roto un plato, y deja que Russell Crowe campe a sus anchas sin más directrices que la libertad expresiva, traducida en un recital de tics y perversiones interpretativas que recuerdan al De Niro de Despertares. Crowe, como Howard, parece olvidar que el cine, como la vida y las matemáticas, es un juego, y que para ganar hay que confiar más en la inspiración que en la lógica, en la intuición que en las fórmulas de los libros de texto.>>Para los amantes de las vidas ejemplares. Lo mejor: Jennifer Connelly.Lo peor: que huele a Oscar.