Críticas de Yo vigilo el camino (1970) - FilmAffinity
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Yo vigilo el camino

Drama El sheriff Henry Tawes, un hombre ya maduro, se siente hastiado del mundo en el que vive y recuerda con nostalgia su pasado cuando trabajaba en una zona rural de Tennessee. Sin embargo, su vida cobra un nuevo sentido al conocer a Alma McCain, la hija de un hombre que destila licor ilegalmente. El cambio que se produce en él es tan evidente que su mujer acaba dándose cuenta de que lo está perdiendo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
16 de enero de 2006
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película Frankenheimer nos traslada a una sociedad provinciana dentro de la America profunda, donde los personajes, especialmente el sherrif interpretado por Gegrory Peck se ahoga en un ambiente carcomido por la rutina y las costumbres. Ante él aparece una oportunidad de escapar a través de un amor tan intenso como iluso. Las imágenes del director de Ronin, deján una sensación de vació, de nihilismo, donde el dolor y el miedo a la perdida están siempre presente.

Colores tristes, ambientes y escenarios donde intuimos la precaridad de unas existencias marcada por el fracaso hacen de Yo vigilo el camino una crónica de la desesperación. Al final nos encontramos a un personaje herido tanto física como moralmente, de rodilla Peck, no sólo lamenta la decepción y el desamparo, su futuro será tan triste como su pasado.
granon
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9 de febrero de 2007
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gregory Peck está soberbio en su contenida actuación de este más que notable drama, que aborda una relación amorosa de principio a fin. Las escenas entre Peck y su mujer en la película son demoledoras y Frankenheimer cuenta con aspereza un recorrido imposible entre una mujer joven y la rutina de un hombre cuyo único fin será conformarse con lo que le queda.
enyel
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17 de julio de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Retrato de una apatía existencial (la del personaje de Gregory Peck) a través de un planteamiento dramático de estructura muy sencilla, la película ofrece también un tenue reproche hacia los inmovilismos y claustrofobias de ese arquetípico sur de tradicionalismos de América interior y profunda.

Igual que la película se construye a través de sutilezas de hechos consumados para no redundar en aquello que no es esencia de la trama —se evitan así conversaciones de transición para ir al meollo del conflicto— también la descripción del medio y el contexto que rodea y subyuga a los protagonistas no se enseña como agente directo que constriñe, sino como caldo de cultivo o incidente desencadenante (es el propio campo, el propio pueblo o ambiente, lo que genera la crisis del personaje principal).

Así, la cinta muestra la tensión interior que se produce entre los impulsos y convenciones (familiares, sociales…) en la vida del protagonista, y la tensión implícita, a su vez, entre el tiempo de un nuevo cine y una época que se revela obsoleta en unos créditos finales que insinúan que el hastío del protagonista es parte de un sentimiento, incluso, generacional.

En cuanto a la realización, la cinta es de una placidez y contención visual alejada del frenesí del Frankenheimer típico sesentero. Y en la parte interpretativa, es especialmente destacable la actuación de un G. Peck comprometido en la configuración de un personaje aburrido y monocorde, obteniendo unos resultados que dan buena muestra de la habilidad del actor en este tipo de registros más cotidianos que sobreactuados. En ese sentido, y más allá de que su interpretación pueda parecer cansada, su actuación tiene la misma función que la fotografía apagada y las insinuaciones del guión: desbrozar un mundo de inmovilismos y fingimientos enraizados en el acervo cultural de los instintos y la mojigatería localista.
Bloomsday
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22 de septiembre de 2009
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con ser muy interesante la historia que nos relata, lo mejor de I WALK THE LINE proviene de la intensa, asumida, sentida incluso, puesta en escena aplicada por un Frankenheimer que solo en momentos contados incurre en algunos de los efectismos visuales de la época, pero al mismo tiempo apuesta claramente por un clasicismo a la hora de filmar sus secuencias. Junto a ello es notable la utilización del formato panorámico y los planos / contraplanos adquieren generalmente en este película una sensación de dolorosa veracidad, un carácter confesional, y en todo momento definen el interés de su realizador a la hora de mostrar el cariño que le merecen, pese a todo, el conjunto de sus personajes.

En voz callada, Frankenheimer logra uno de sus más interesantes títulos de toda su carrera –ciertamente abundante en ellos pese a su irregularidad-, y para ello además cuanta con la inestimable prestación de un Gregory Peck que asume en su personaje la que quizá sea una de las mejores interpretaciones de toda su carrera. Las miradas en primer plano que expresan claramente la angustia del personaje, o la petición encima de la escalera a Alma; “vente conmigo” (la expresión de Peck en ese momento es memorable) son muestras perfecta de ello, como lo es ese desarrollo de un personaje con una mayor sensibilidad, pero que en el fondo tiene los mismos atavismos machistas que sus convecinos –en un momento determinado le dice a Alma: “no te pegaré”, pero posteriormente contradice su intención-. Por su parte Tuesday Weld se ofrece como el otro polo de atracción, y hay que señalar que aporta su carismática belleza y una sensibilidad muy especial, quizá como condición de partida al haber atraído al aparentemente rudo sheriff.

En cualquier caso, creo que I WALK THE LINE, punteada en todo momento con las canciones de Johnny Cash –es una pena que no se reflejaran subtítulos a las letras de dichas canciones-, queda como una película sincera, hecha con el corazón, de argumento sencillo y que define a partir de una historia de creación, elementos de una sociedad que vivía en la opulencia del progreso, pero que en lugares como este, están absolutamente al margen de la modernidad, y aún utilizan códigos de comportamiento tan lejanos a las tendencias más actuales pero difíciles de erradicar en unas sociedades rurales. Un marco en el que nuestro protagonista poco margen tenía para haber logrado triunfar en sus planes.
astimegoesby
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19 de diciembre de 2007
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el I walk the Line de Johnny Cash empieza a sonar ya sabes que te va a gustar la película. Absorbente ver como el sheriff Peck se va hundiendo en la miseria moral sin poderlo evitar, simplemente porque una Lolita lo vuelve loco. El ambiente de miseria material y moral en que se desenvuelve la familia de la chica está muy bien retratado. Resumiendo: absorbente.

Yo no sé si será la mejor película de Frankenheimer ni si será el mejor papel de Gregory Peck pero la película se ve sin pestañear.
Infierno de Cobardes
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