Críticas de Yannick (2023) - FilmAffinity
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Yannick

Comedia En medio de una representación de la obra 'Le Cocu', Yannick se levanta e interrumpe el espectáculo para retomar el control. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
5 de enero de 2024
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
67 minutos. Eso dice la ficha técnica. Si quitamos los créditos, se nos va a quedar en unos 58 minutos. 58 minutos de humor negro, de tensión dramática, de incredulidad, de provocación, de animadversión y simpatía por un mismo personaje... Todo eso ha logrado Quentin Dupieux en tan solo 58 minutos. No ha necesitado más que una localización, un par de personajes protagonistas y mucha imaginación y maestría.

La película, claro está, tiene sus claras imperfecciones. Pero poco importa. Para eso está la suspensión de la incredulidad. Para disfrutar de una originalidad desbordante, de unas interpretaciones electrizantes y de una historia que solo se le puede ocurrir a tipos tan polifacéticos y extravagantes como Quentin Dupieux. El cine necesita personas así. Que se atrevan, que no busquen encajar continuamente. Cuando los integrantes de Cahiers du cinéma hablaban de cine de autor, hablaban de películas y directores como Quentin.

En conclusión, la película merece la pena. No nos "robará" mucho tiempo. Si es que el arte puede hacer tal cosa. Es un gran ejercicio artístico el que plantea Quentin. Y ya solo por eso merece la pena.
Pkkk
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11 de diciembre de 2023
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, no es anormal que un realizador que empieza su carrera de una forma un tanto mediocre acabe sobresaliendo. Pero el caso de Quentin Dupieux es insólito. Un misterio de difícil resolución... Alguien que no destacó por nada demasiado relevante en sus inicios ha dirigido durante los últimos años algunas de las obras más divertidas de lo que se podría catalogar dentro del surrealismo subversivo; autoconsciente y con elementos incorporados del imaginario actual que nos aflige día tras día. En fin, una joya contemplar cualquiera de las últimas 5 o 6 películas que ha dirigido Dupieux. Porque sus personajes hablan desde lo cotidiano y desde la meta-realidad al mismo tiempo. Y siempre conservando ese encomiable encanto/desencanto por la vida.

Carreras descendentes fueron muchas... Ridleys Scotts, Brians de Palmas, Stevens Spielbergs, Jean-Pierres Juanetes, James Camarones, etc. Hallar en el sinsentido algo en lo que un espectador con cierto bagaje se pueda sentir identificado, criticado, emocionado y fascinado... es un tema a debate de compleja resolución. Al igual que las obras de un maduro Dupieux.
Bronteroc
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4 de enero de 2024
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yannick (2023) la última película de Quentin Dupieux, se estrena en Filmin el 5 de enero y como viene siendo habitual en el director, condensa en tan solo una hora de metraje todos los temas más habituales del cineasta: La metaficción, el debate sobre el arte y el papel del espectador pasivo/activo en la propia obra artística. Y por supuesto, ese humor tan característico del director francés, que riega toda la producción, que a priori podría tomarse como un entremés entre películas más importantes del cineasta, por los escasos medios que se ha rodado, pero que en realidad encierra grandes dosis del buen hacer de Dupieux. 

En el teatro de Shakespeare o en los corrales de Lope de Vega, lo más habitual del mundo era la participación del espectador, en muchas ocasiones reaccionando de manera negativa si la obra que estaba contemplando era una auténtica porquería. De ahí vienen las expresiones de tirar tomatazos (e incluso cierta web conocida popularmente en el mundo cinéfilo como es Rottentomatoes recoge el título de ahí). Con el ensalzamiento del arte a lo largo de los siglos, este ha sufrido una serie de transformaciones que lo han convertido en prácticamente en el centro de un episodio religioso, alejado tanto de la crítica como de la participación del espectador. No es momento de hablar ahora de obras como El cubo blanco de Brian O'Doherty y demás obras fundamentales de la posmodernidad, pero lo cierto es que todos hemos tenido una sensación muy similar a la que sufre nuestro protagonista principal en la película, Yannick, cuando hemos ido a una ver una obra de teatro y hemos sentido auténtica vergüenza ajena. Sin embargo, y a diferencia de siglos pretéritos, nosotros tenemos la obligación social de sufrir en silencio. 

¿Porqué no podemos quejarnos de una película, pintura u obra de teatro? La crítica del espectador (no la del crítico profesional o amateur) ha sido silenciada totalmente. Como mucho, queda relegada a un plano marginal, el de la conversación privada. ¿Pero de qué sirve la queja si esta no es escuchada por los propios creadores? La opinión del público queda sepultada ante la perspectiva con la que se acoge cualquier arte. Esto es precisamente lo que reflexiona en su película Quentin Dupieux en su primera mitad de metraje, utilizando para ello grandes diálogos así como secuencias realmente brillantes.

No es la primera película del director francés donde el papel del espectador es clave. Ya en una de sus primeras películas como era Rubber (2009) el público aparecía de manera coral, como un personaje más. Es una de las obsesiones del director y que aparece reflejada en el guion de la película. En esta ocasión por partida doble (o triple si se quiere, teniendo en cuenta que nosotros somos un elemento más de la película). Por una parte tenemos al propio público de la obra de teatro, que asiste a la primera función. Y por otra, tenemos al mismo público, que se ve "secuestrado" durante la segunda mitad del rodaje. Aprovecha Dupieux para hablarnos también en este segundo viraje de la propia idiosincrasia del espectador, quien una vez es "retenido", cambia totalmente de personalidad, convirtiéndose en un elemento adulador.

Café para los más cafeteros, Yannick es una película de Dupieux al cuadrado. Esto significa que solo es recomendable para los que ya sepan de antemano quien es tan singular director. Y para estos, les espera una buena sesión del que para un servidor es uno de los directores más importantes del siglo XXI. Simplemente, un genio.

Cinemagavia.es
Kyrios
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6 de enero de 2024
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda una sorpresa que Filmin estrene la última película de Quentin Dupieux, un film teatral algo menos absurdo que sus anteriores trabajos con una cortísima duración de 64 minutos. Mucho más comedido desde luego, aquí no ha echado a volar su gran imaginación realizando un film algo menor. 

Estamos en un teatro viendo una especie de vodevil titulado "El cornudo" a pesar de ser una comedia, poco se ríe la poca gente que hay. De repente, un espectador se levanta y empieza a increpar a los actores diciéndoles que la obra es una mierda y que se aburre. Se llama Yannick y dice que está pasando una mala noche y que ellos se la están fastidiando más, los actores comienzan a decirle que se vaya, que no hay problema, le devolverán el dinero, pero que tenga respeto por los demás. Él, lejos de irse, comienza a argumentar tonterías y saca una pistola...

Los tres actores Blanche Gardin, Pio Marmaï y Sébastien Chassagne nos llevan a esta situación incongruente y ridícula, con bastante acierto.

Desde luego, Dupieux toca a su manera el realismo social de una forma inesperada, confusa y a veces divertida, sin saber donde va a llegar, ya que te puede sorprender en cualquier momento. En esta ocasión crea cierto interés que puede convertirse en malestar al esperar algo más.

Sin menospreciar este film, desde luego estoy más cómodo viendo ese universo disparatado y esquizofrénico que solo él sabe crear.
Destino Arrakis.com
videorecord
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12 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película, Dupieux empieza con lo que a muchos de nosotros nos habría gustado realizar alguna vez en la vida: levantarnos durante una función monótona y expresar nuestra disconformidad con lo que estamos presenciando. Claro, en un cine resulta más sencillo; nadie te ve ni te responde. Te retiras y ya está. Sin embargo, en el teatro, se requiere valentía y desviación de las convenciones sociales, algo que el actor Raphaël Quenard encarna magistralmente a través de un personaje simple y marginado, indiferente a las normas sociales.

No obstante, Quentin, en esta película, plantea una cuestión profunda: ¿Qué significa realmente el arte de la representación? ¿Cultura? ¿Entrenamiento? ¿O simplemente una forma ya convencional, como una obra de Duchamp, que al ser llevada al teatro se convierte en un acto teatral?

Pero si la actuación se ejecuta con maestría, comienza la magia: la audiencia se ríe, llora y el creador se eleva, emocionado por percibir que su vida tiene valor (una cuestión cultural). Lamentablemente, al final, la realidad social regresa, esta vez en forma de la policía, reminiscente de los agentes que acosaban al protagonista de 'Bajo Arresto'.

Es notable que esta sea la primera película del director que prescinde del surrealismo irónico, característico de su obra, presentando de manera constante una realidad seguramente inusual pero plausible en todo momento. Esto nos lleva a reflexionar sobre qué significa verdaderamente hacer cine para él.

En definitiva, una obra muy personal y digna de reconocimiento.
Tideland
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