Mary Shelley y el moderno Prometeo - Campo de Gibraltar Siglo XXI

Mary Shelley y el moderno Prometeo

Paloma Fernández Gomá, en su artículo de hoy, rinde homenaje a la creadora de Frankestein

En el pasado siglo XX teníamos la figura de  Isaac Asimov  nacido en 1920 en Rusia, como el autor por excelencia de las novelas de ciencia ficción. 

Él fue el precursor de ese espacio casi desconocido que nos lanzaría a creer en un futuro espacial, donde lo increíble no tenía parangón, para que  después en el siglo XXI se llegaran a planear viajes a Marte, como el que va dar una vuelta por Madrid y sus alrededores, eso sí con billetera bien llena o, mejor dicho para estos tiempos, con la tarjeta de crédito a tope.

Si bien en cuestiones de viajes, ya nos dejó impactados Julio Verne y sus «Veinte mil leguas de viaje submarino».

Pero dentro del género de ciencia ficción, hemos de destacar el nombre de una mujer y una obra que ha sido referencia para el género en cuestión. Se trata de Mary Shelley, nacida en 1797 y de su obra Frankenstein o el moderno Prometeo. Toda una revelación para el intelecto humano  donde el mal y la ficción desarrollan  muchas posibilidades de navegar en espacios recónditos, imaginarios y fantásticos a los que la mente nos puede llevar, y en este caso la mente de una mujer nacida en las postrimerías del siglo XVIII en el Reino Unido, hija de filósofos y esposa del poeta  Percy Byssche Shelley.

Una mujer de gran audacia mental, capaz de crear la figura de la maldad y la capacidad del hombre para reflexionar sobre la naturaleza humana y  la génesis del mal vinculado  a posibles conductas que pueden deteriorar las actitudes o actuaciones del hombre. Pues si la tesis de Rouseau que mantiene la teoría de que el  hombre nace siendo bueno y a lo largo de su vida puede adquirir conductas que le conducen al mal; con Frankenstein se sostiene una diversa interpretación sobre  el régimen de la  conducta humana. 

Y llegado el caso nos encontramos de frente con el mal y todos los escenarios que hacen posible conductas de maldad.  

La mente es la gran instructora de las normas de conducta tanto sociales como personales. El medio en su más amplio aspecto puede llevar a condicionar las conductas a través de la comunicación: videos, películas, discursos, mensajes, internet. Todo un tramado que poco a poco o de golpe es capaz de lavar el cerebro y hace que las conducta pueda llegar a ser extremadamente violenta y extremista.

Solo el hombre es capaz de manejar al hombre y hacer de él un un títere capaz de matar.

Mary Shelley fue educada en un ambiente culto donde el razonamiento conducía a la reflexión y a posibles debates sobre un tablero abierto al diversas teorías. Su madre Mary Wollstonecraft escribió «La Vindicación de los Derechos de la Mujer», libro fundacional del feminismo.

En este caso vemos como la mente  puede generar grandes consecuencias positivas 

La mente también puede  generar el caos.

En todos los casos es el intelecto capaz de llevarnos a diversas metas. En nosotros está escoger el buen camino. Interpretar, deliberar pensar escoger, es función de nuestra mente: frente a toda la información que nos rodea. 

Controlar la información es nuestro trabajo. Trabajo arduo, pues los condicionamientos ambientales nos rodean,  a  veces, con perfiles malsanos llegando a perturbar nuestro intelecto. 

Paloma Fernández Gomá, escritora y profesora
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