No recuerda cu�ntas veces le ha tocado de hacer de malo. Tampoco tiene claro cu�ntas de las m�s de dos centenas de pel�culas en la que ha trabajado son simple y sencillamente malas. Pero no le importa. Ni lo primero ni mucho menos lo segundo. �Soy alem�n, soy gay... asumo que me toque hacer del mism�simo Hitler�, comenta al otro lado del tel�fono Udo Kier (Colonia, 1944). Y para que no quede duda, cita la �ltima serie en la que ha trabajado, Hunters, y la pen�ltima producci�n a�n pendiente de estreno y que atiende al nombre de, precisamente, My Neighbor, Adolf. �Aqu� no hago de �l, cuidado�, advierte y se r�e.
Sea como sea, lo que s� tiene claro es que su en�sima vida art�stica volvi� a comenzar hace dos d�as en el momento en el que le ofrecieron encarnar al peluquero Pat Pitsenbarger en Swan song, de Todd Stephens, ahora mismo en la plataforma Filmin. La cinta no s�lo ha ido acumulando unanimidades y aplausos en cuanto festival ha pisado sino que el nombre del m�s eterno e imprescindibles de los secundarios que ha dado el cine desde los 60 es ya candidato a los premios del cine independiente Spirit Awards y qui�n sabe si no aparecer� tambi�n en los mism�simos Oscar. �Se hace raro recibir una oferta de protagonista, pero lo asumo con naturalidad. Para m�, lo importante siempre ha sido pas�rmelo bien. Nunca he sentido que el cine fuera mi profesi�n. Jam�s me he formado como actor, nunca he pisado una escuela de interpretaci�n y si sintiera que el cine fuera una obligaci�n perder�a todo el inter�s para m��, comenta haciendo buena la imagen de eterno diletante que le persigue y, a la vista est�, fomenta.
Cuenta, y lo hace con un placer que no obedece a pregunta alguna, que empez� en todo esto por pura casualidad. Nada le ha empujado a hacer nada que no fuera el simple placer. �Ya hab�a hecho algo, pero era muy dudoso que me pudiera considerar a m� mismo actor. El caso es que en el avi�n camino de Roma entabl� conversaci�n con un desconocido. Me pregunt� que a qu� me dedicaba y le dije, a falta de nada mejor que decir, que era actor. Me dio su tarjeta y poco despu�s, para mi sorpresa, me llam�, recuerda a la vez que se esfuerza en empapar su historia de un halo de misterio ligeramente infantil. Corr�a el a�o 1973 y el enigm�tico pasajero no era otro que Paul Morrissey. En ese instante preciso empezar�a su monstruosa carrera, la de verdad, de la mano de Carne de Frankenstein y, acto seguido, en Sangre de Dr�cula. �Conocer a Morrissey me llev� a conocer a Andy Warhol y todo cambi� en mi vida�, dice indisimuladamente orgulloso.
Ahora, toda una vida m�s tarde, encarna a un hombre encerrado en una residencia con aspecto de asilo, por tanto viejo, que un buen d�a recibe el encargo de peinar y maquillar a una de sus antiguas clientas que, sorpresa, acaba de morir. La c�mara se detiene en los ojos azul cobalto de Udo Kier y ah� se queda a vivir. De forma inconsciente o menos, toda la cinta es un homenaje al icono que en los 80 trabaj� con Rainer Werner Fassbinder, que poco m�s tarde lo hizo con Lars von Trier, Werner Herzog, Gus Van Sant, Dario Argento... �Me lo tom� muy en serio: me intern� en una residencia de ancianos, me fui al pueblo de Pat a conocer a sus amigos... Sent� que su vida fue un poco la m�a. Recuerdo cuando ser homosexual era algo prohibido, oscuro y muy peligroso. Eso ya no ocurre y la gente no se da cuenta el calvario que hemos pasado. Yo he sido un hombre afortunado en todos los sentidos, pero sobre todo lo he sido por estar vivo y poder contar lo que fue aquello. A muchos de mis amigos se los llev� el sida�, cuenta convencido y feliz de haber, por fin, llegado. �D�nde? �No sabr�a decirlo. Toda la vida en pantalla y es ahora cuando me solicitan. Pero me queda mucho por hacer a�n�. �Por ejemplo? �Nunca he sido de los que piden trabajo... Pero �cu�nto me gustar�a trabajar con Almod�var!�.
Conforme a los criterios de